APUNTE.COMDO, REDACCIÓN INTERNACIONAL. La desigualdad social vuelve a colocarse en el centro del debate internacional. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) reporta que la brecha entre los que más tienen y los que menos poseen crece a un ritmo preocupante en casi todas las regiones del mundo.

Un informe reciente del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) señala que más de 1,400 millones de personas viven en situación de pobreza multidimensional, mientras que la concentración de riqueza se intensifica en manos de menos del 1% de la población.

UNICEF lanzó otra señal de alarma: más de 330 millones de niños enfrentan niveles severos de inseguridad alimentaria y limitaciones en acceso a educación básica. Su directora ejecutiva, Catherine Russell, advirtió que “la desigualdad está dejando cicatrices que podrían durar generaciones”.

Sociólogos como Zygmunt Bauman, Anthony Giddens y la experta latinoamericana María José Fariñas, de la Universidad Carlos III de Madrid, coinciden en que los cambios tecnológicos, los conflictos armados y la fragilidad económica en países emergentes aceleran la exclusión social.

En América Latina, la CEPAL advierte que la región continúa siendo una de las más desiguales del planeta. Países como Brasil, Colombia y México presentan incrementos significativos en brechas económicas, mientras sectores vulnerables enfrentan mayores barreras al empleo formal.

Organizaciones como Oxfam Internacional, Human Rights Watch y Save the Children reclaman mayores inversiones en protección social, educación pública de calidad y acceso universal a servicios básicos.

El fenómeno tiene consecuencias directas: aumento de la migración forzada, debilitamiento del tejido comunitario y mayor tensión social en zonas urbanas densamente pobladas.

Comentario de Ramiro Estrella, periodista y abogado, director ejecutivo de Apunte.com.do:
La desigualdad social se ha convertido en una bomba de tiempo. Los gobiernos y organismos internacionales no pueden seguir mirando hacia otro lado. La justicia social no es un discurso: es una necesidad urgente y global. Si el mundo no actúa ahora, el costo será mucho mayor en el futuro cercano.