APUNTE.COM.DO, SANTO DOMINGO. -La figura del papa León XIV sigue generando comentarios dentro y fuera de la Iglesia. Su estilo reservado y su mínima presencia mediática han creado la sensación de que su papado transcurre en silencio, casi sin sentirse.
El pontífice aparece poco en público.
Sus discursos son breves.
Rara vez improvisa.
Y evita cualquier protagonismo.
Este comportamiento contrasta con la etapa anterior.
El papa Francisco se convirtió en una de las voces más visibles del escenario mundial.
Hablaba con frecuencia.
Lanzaba mensajes directos.
Y captaba la atención de creyentes y no creyentes.
Con León XIV todo ha cambiado.
Hay menos ruido.
Menos exposición.
Menos interacción con la prensa.
Según fuentes vaticanas, el pontífice dedica la mayor parte de su tiempo a reorganizar áreas internas de la Iglesia.
Analiza estructuras.
Supervisa nombramientos.
Y revisa procedimientos administrativos.
Es una labor importante, pero invisible para la mayoría.
No genera titulares.
No inspira cercanía.
Y no conecta con el ritmo acelerado de la opinión pública.
La comunicación oficial del Vaticano también se ha reducido.
Se publican menos mensajes.
Los textos son más formales.
Y la presencia digital ha disminuido notablemente.
Muchos fieles describen la misma sensación:
“El Papa está, pero no se siente”.
Es una frase que se escucha en parroquias, comunidades y redes sociales.
Mientras tanto, la figura de Francisco permanece viva.
Su estilo accesible.
Sus gestos espontáneos.
Y su energía mediática mantienen una influencia que todavía pesa en la comparación.
El desafío para León XIV es claro.
Debe mantener la estabilidad interna del Vaticano sin desconectarse del público.
Un equilibrio difícil en un mundo que exige presencia, gestos y liderazgo visible.
Comentario de Ramiro Estrella, periodista y abogado, director ejecutivo de Apunte.com.do
“La Iglesia vive un silencio inusual. León XIV gobierna, pero su ausencia pública se siente más que sus acciones internas. En tiempos de comunicación constante, un Papa que no aparece se vuelve invisible. Y esa invisibilidad contrasta con el recuerdo todavía fresco del papa Francisco, cuya voz resonaba en cada rincón del mundo.”