APUNTE.COM.DO, SANTO DOMINGO. -Todos los seres humanos somos capaces de hablar,  pero para ser oradores se debe tener ardor, énfasis y elocuencia.  Hay que educarse, es el camino directo para poder debatir con elocuencia, vehemencia y preparación, para hacerlo con inquebrantable energía, entusiasmo y confianza en sí mismo.

 

Es necesario dominar temores y desarrollar valor. Esto es impedir que el miedo y la timidez nos ofusquen. “Con el imperio de la palabra se acredita mérito, ascensos laborales, talento y poder..., siempre que haya concentración, fluidez, buen ánimo, hilaridad, dominio de los pensamientos, ilación o conexión, claridad, vigor, presencia y serenidad”.

 

A propósito de estas conjeturas, hace 32 años, en 1993, recibí como obsequio la obra: Cómo hablar bien en público e influir en los hombres de negocios, del autor Dale Carnegie, reputado profesor de oratoria. Hoy a más de tres décadas de haber abrevado sus recomendaciones, al repasar las páginas de sus 16 capítulos, me he encontrado con cuantiosas sustancias para la mente y el corazón, de vital aplicabilidad en este Siglo de la Información.

 

Con hincapié en el miedo del micrófono y palabras comadrejas, trilladas..., aspectos que afectan a personas que tienen como función hablar en público, pronunciar discursos o impartir conferencias. En el entendido, Carnegie, asegura que el arte de hablar en público implica compromiso con las audiencias, esfuerzos personales para capacitarse.

 

A sabiendas de que todos en algún momento experimentaremos nerviosismo, sin embargo, el método más eficaz para desarrollarnos es tener confianza en nosotros mismos. Usar nuestra esencia, es decir, ser natural; prepararnos, practicar y hablar. Conscientes de que “hablar de repente y sin pensar, siempre lleva a desacierto..., pero, si vencemos el temor iniciar, este no pasará de ser eso”.

 

Este libro es un método de adiestramiento original, que combina el arte de hablar en público, vender, fortalecimiento de las relaciones humanas, desarrollo de la personalidad y psicología aplicada. Analiza el desarrollo del valor y de la confianza en sí mismo,  además de la confianza durante la preparación.

 

Durante su análisis, también se identifica cómo preparaban sus discursos algunos oradores famosos, el perfeccionamiento de la memoria, la impresión, repetición y la asociación. De igual forma, indica cómo evitar que el auditorio se duerma. Los elementos indispensables para hablar con éxito, el secreto de la buena elocución, la elocuencia y la acción. Cómo iniciar un discurso y cómo ganar la voluntad del auditorio.

 

Conjuntamente con recomendaciones, entre ellas aprender a respirar para mejorar la voz, disciplinar la mente. Porque es preciso tener todas nuestras ideas en orden al elaborar o hacer un discurso, tener deseo vivo, entusiasmo; conocer el tema a tratar, proceder con confianza y ejercitar práctica continua.

 

Al tiempo de procurar atraer la atención del público. Hablarle con la verdad y educarlo para que actúen. Asimismo, cómo terminar el discurso, cómo hacernos entender claramente y despertar el interés del auditorio. La inculcación y el convencimiento, incitación a la acción y el lenguaje correcto. “Hay que tener compromiso y seguir instrucciones, siendo organizado; cortés en el servicio, y disfrutarlo mientras se ofrece”.

 

Además, la personalidad es clave para llegar al éxito, por tanto es necesario vestirse de forma pulcra, estar alegre, ejercitar el arte de los ademanes, siendo espontáneos y de forma natural.

 

Iniciar y finalizar el discurso, con estrategias, son las partes de suma importancia. Presentarlo de forma breve, con buen comienzo y buena terminación, para arrebatar la atención. Vincular el tema la interés del auditorio, y dejar  que este forme sus propias opiniones.

 

Comenzar con un punto común y terminar con la parte estratégica. “Al entrar hacerlo con señorío y respeto para ganar la confianza del público, sentir vínculos con el..., al final, las últimas palabras quedan sonando en los oídos”.

Hay que resumir, repetir, listar y exhortar a la acción. Impresionar, convencer, incitar, entretener  y ser claros, evitar tecnicismo..., siendo correctos. Al mismo tiempo, ser un buen parafraseador, preciso, que cita a autoridades en el tema que trata. Decir lo que tenemos que decir con énfasis en méritos propios: ser natural, con la intención de que los oyentes se apropien de las ideas.

 

Salpicar el discurso de frases que creen imágenes. “Ver una vez equivale a escuchar mil veces”. En tanto, desde el lenguaje correcto, transmitir sentimientos, ideales, justicia, piedad, perdón y amor. Este es el método asertivo.

“Nuestro lenguaje es un reflejo de con quienes tratamos”. En ese orden, el autor exhorta leer a grandes maestros de la Literatura, estudiar la etimología de las palabras; investigar y no usar palabras comodines, comadrejas, trilladas. Más bien “sea usted mismo, natural, ponga sello, se consigue siendo sincero”. Este es el secreto.