APUNTE.COM.DO, AGENCIA. – Dicen que el amor mueve montañas, pero en realidad mueve corazones, bolsillos y hasta agendas. Cuando Cupido lanza su flecha, no hay escudo que valga: el más serio se vuelve risueño, el más callado se convierte en poeta, y el más olvidadizo de pronto recuerda hasta el día y la hora en que la conoció.

“Por amor se madruga sin que suene el despertador, se cena aunque no haya hambre y se sonríe sin motivo”, dice una frase popular que parece escrita por quien alguna vez perdió la razón por alguien.

El amor, ese sentimiento travieso que llega sin tocar la puerta, transforma la vida de quien lo siente. “Cuando estamos enamorados, cambiamos nuestra forma de pensar, de actuar y hasta de vestir”, comenta la psicóloga Mariana López, entre risas. Y no exagera: hay quienes cambian su peinado, su perfume y hasta su forma de caminar, todo para impresionar al ser amado.

Historias que parecen de novela

En los pueblos dominicanos abundan historias que parecen guiones de telenovelas, pero son tan reales como los latidos del corazón.
Como la del joven de Hato Mayor que caminaba tres horas diarias solo para ver a su novia cinco minutos antes de que el papá la llamara para adentro. “Pero valía la pena, porque con una sonrisa de ella se me olvidaban los pies cansados”, contaba entre risas.

O aquella mujer de San Cristóbal que aprendió a cocinar moro, habichuelas y pastelón porque “él decía que el amor también entra por la boca”.

Y ni hablar del obrero de Santiago que, en plena tormenta, cruzó un río con los zapatos en la mano solo para dejar una carta escrita a lápiz —porque no tenía bolígrafo—. Esa carta todavía la guardan como un tesoro familiar, amarillenta por los años, pero viva por el sentimiento.

En Nagua, una señora recuerda a su difunto esposo diciendo: “Por mí se metió debajo de una tarima para escucharme cantar. Si eso no es amor, que venga Dios y lo diga.”

Frases que retratan el corazón

Los enamorados tienen su propio idioma, hecho de miradas, silencios y frases que derriten:

“Contigo, hasta el silencio suena bonito.”

“Desde que te vi, se me olvidaron los demás.”

“Por ti iría descalzo por la Duarte si me lo pidieras.”

“Te pienso más de lo que quisiera admitir.”

“El amor verdadero no se encuentra, se construye.”

“Amar no es mirarse el uno al otro, es mirar juntos en la misma dirección.” —Antoine de Saint-Exupéry

El cerebro, loco de amor

La ciencia confirma lo que los poetas sospechaban: el amor desordena la razón.
Cuando nos enamoramos, el cerebro se llena de dopamina, oxitocina y serotonina.
“Por eso uno anda con una sonrisa tonta todo el día, revisando el celular cada cinco minutos y suspirando sin razón aparente”, explica López.

Un estudio de Harvard señala que el enamoramiento activa las mismas zonas cerebrales que el chocolate o la música que nos gusta.
Por eso, amar se siente tan dulce… y a veces igual de adictivo.

El lado divertido (y un poco loco) del amor

Cuando el amor llega, la lógica se va de vacaciones.
El más rudo se ablanda, el más fuerte se derrite, y el más ocupado siempre “saca un tiempito” para enviar un mensaje que diga: “Pensando en ti.”

Hay quienes aprenden a bailar aunque tengan dos pies izquierdos, otros cantan bajo la lluvia, y más de uno escribe cartas en servilletas o pinta corazones en las paredes.

En Barahona, un joven mandó pintar un camión entero con la frase: “Te amo, Yulissa, y no me importa quién lo sepa.”
Cuentan que la muchacha se casó con él… pero solo después de hacerlo lavar la pintura con cepillo y jabón.

Amar también enseña

El amor no solo enloquece, también enseña. Nos vuelve más pacientes, empáticos y generosos.
Nos impulsa a escuchar, a perdonar y a construir.
Amar no es perder la cabeza, es compartir el alma, incluso cuando no se está de acuerdo.

Pero ojo, idealizar demasiado puede ser peligroso.
Como decía una abuela en La Vega: “Ni tanto que queme al santo, ni tan poco que no lo alumbre.”

Al final del día...

Amar es una aventura sin manual. Es reír, llorar, perdonar y volver a empezar.
Es decir “te amo” sin miedo, y también saber cuándo callar.

Porque, como decía don Rafael, un viejo poeta de Baní: “El amor no se busca, se tropieza; y cuando se tropieza, no hay rodilla que no tiemble.”

Y aunque el amor no siempre sea perfecto, sigue siendo el sentimiento que hace del mundo un lugar más amable, más humano… y mucho más divertido.

“Por amor vale la pena perder la lógica… si se gana un corazón sincero.”