El problema del pensamiento egocéntrico y socio-céntrico

“Los esclavos felices son los peores enemigos de la libertad”
—Ebner-Eschenbach

El pensamiento egocéntrico surge del triste hecho de que los humanos no solemos considerar los derechos y necesidades de los demás, ni solemos apreciar el punto de vista de otros o las limitaciones de nuestro punto de vista. Nos damos cuenta de nuestro pensar egocentrista cuando nos adiestramos para ello. No reconocemos las suposiciones egocéntricas, el uso egocentrista que hacemos de la información, la forma egocéntrica en la que interpretamos datos, la fuente egocéntrica de nuestros conceptos e ideas ni las implicaciones de nuestro pensamiento egocéntrico. No solemos reconocer nuestra perspectiva egoísta.

Como humanos, vivimos con un confiado, aunque irreal, sentido de que sabemos cómo son las cosas y que somos objetivos. Creemos, por naturaleza, en nuestras percepciones intuitivas, aunque sean erróneas. En lugar de usar estándares intelectuales al pensar, usamos unos estándares psicológicos egocéntricos para determinar lo que creemos y lo que rechazamos.

Por otra parte, el pensamiento socio-céntrico se basa en ver los eventos, analizar las opiniones, ideas, creencias e ideologías de los demás a través de los filtros y prismas de los grupos sociales a los cuales pertenecemos, o que simpatizamos. Estos filtros distorsionan nuestra objetividad. Nos hacen pensar y ver una realidad completamente diferente.

Esos heurismos cambian la realidad concreta. Vemos, oímos, y por consiguiente pensamos, como ven, oyen y piensan nuestros grupos. De hecho, no vemos las faltas y fallos de nuestras creencias grupales. Nos parecen perfectas; desarrollamos una visión limitada y de rayo láser de todo aquello que sea contrario a lo que queremos creer sobre nuestros grupos. Rehusamos conocer, considerar—mucho menos analizar puntos de vistas opuestos. Cómo decía Aristóteles, “Solo una mente educada puede entender un pensamiento, sin necesidad de aceptarlo.” Una mente educada es una mente que sabes pensar y, por consiguiente, tiene la capacidad de considerar ideas contrarias.

A continuación, algunos ejemplos de los estándares psicológicos más utilizados:

“ES CIERTO PORQUE CREO EN ELLO.” Egocentrismo innato: Parto de la premisa que lo que creo es cierto aún cuando nunca he cuestionado las bases de mis creencias.
“ES CIERTO PORQUE CREEMOS EN ELLO.” Socio centrismo innato: Parto de la premisa que las creencias dominantes dentro del grupo al cual pertenezco son ciertas, aunque nunca haya cuestionado las bases de esas creencias.
“ES CIERTO PORQUE QUIERO CREERLO.” Cumplimiento de deseos innatos: Creo en, por ejemplo, historias de conducta que ponen (a mí o al grupo al que pertenezco) en una perspectiva positiva en lugar de negativa, aunque no haya considerado con seriedad la evidencia de las historias negativas. Creo en lo que “se siente bien”, lo que apoye mis otras creencias, lo que no me exija que cambie mi modo de pensar de forma significativa y lo que no requiera que admita que me equivoqué.
“ES CIERTO PORQUE ASI SIEMPRE LO HE CREIDO.” Autovalidación innata: Tengo un fuerte deseo de mantener las creencias que he tenido por mucho tiempo, aunque nunca haya considerado hasta qué punto estén justificadas de acuerdo a la evidencia.
“ES CIERTO PORQUE ME CONVIENE CREERLO.” Egoísmo innato: Me aferro a las creencias que justifiquen el que tenga más poder, dinero o ventajas, aunque esas creencias no estén basadas en razones ni en la evidencia.

Ya que los humanos tendemos a evaluar el pensamiento siguiendo los criterios arriba mencionados, no es de sorprender que, como especie, no hayamos desarrollado un interés en establecer y enseñar estándares intelectuales legítimos. Tampoco es de sorprender que nuestro pensamiento sea defectuoso. Somos, en realidad un “animal que se engaña a sí mismo” (Elder, Linda & Paul, Richard).

H. Geager