El Derecho a Creer y La Ignorancia

Vivimos envueltos en una atmósfera de ignorancia, como el oxígeno que respiramos, ni cuenta nos damos de toda la ignorancia que nos rodeas. La ignorancia en que nos encontramos es muchísima mayor que los verdaderos conocimientos que poseemos. Hoy en día, nos encontramos sumergido en una “cultura de ignorancia,” de la cual muy pocas personas tienen consciencia.  Esta cultura de ignorancia ha florecido bajo la sombra y el auspicio del llamado “derecho a creer” o a las creencias que muchos, por conveniencias egoístas e interesadas, proponen y defienden, sin importar cuán descabelladas sean sus creencias. O, sin considerar las implicaciones y consecuencias que puedan resultar de tales creencias; como proponer que la tierra es plana, o que el universo fue creado hace 10,000 años, por ejemplos.

Dentro del slogan, “Yo tengo el derecho a creer lo que yo quiera” lo que se oculta es la voluntad de la persona a permanecer un ignorante, como también adjudicarse un derecho—el cual no le corresponde por no tener pruebas—a propagar conocimientos o informaciones falsas. El propósito de este “derecho a creer” es simplemente el de evitar ser cuestionado. No quieren que le cuestionen sus creencias. Conscientemente, se escudan para detener a todo aquel que trate de interponerse con la “. . . elaboración y preservación de las creencias del creyente.” El creyente defiende y protege sus creencias, sin importarle que sean mentirás, enarbolando su derecho personal a creer. Cuando en realidad, no es un derecho personal ya que lo manifiesta públicamente. Mayormente, debemos estar muy conscientes del hecho que las creencias conducen a la acción por servir de motivación y guía en las elecciones que hacemos. Cómo lo asevera DeNicola, “Por lo general, el reclamante de la esfera pública se está apropiando más que el derechos a sus creencias, también quiere la libertad de actuar de acuerdo con esas creencias.” Quieres convertir a otros y cuestionar creencias opuestas a las de el, pero sin ser cuestionado a la vez. Busca con esta táctica impedir, sellar o entaponar el diálogo e intercambio de opiniones, debido a la flacidez y debilidades de sus creencias.