Es la frase del año: “Lo mucho hasta Dios lo ve”.

Esa expresión tan popular entre nosotros, viene marcando el ritmo de la vida política nacional y otras vidas.

En el caso del PLD, sus resonantes triunfos sobre un PRD que no sabe qué hacer con los afectos nacionales salvo subastarlo sin remordimiento, lo están llevando lentamente a una disimulada deflagración fratricida que ya comienza a salir de sus reuniones para llegar a los medios de comunicación, al Congreso y hasta las funerarias. Y todo “porque lo mucho hasta Dios lo ve”.

El 1996, más exactamente a finales de 1998, el PLD se convenció de que era inevitable una transformación en su estructura, maneras y formas de hacer política si quería ganar elecciones, y se adaptó a las “exigencias del mercado”, y creció el clientelismo, y aumentó la corrupción que es de donde sale el dinero del “boroneo”, las campañas, los cargos diplomáticos, las comisiones y otros versos.

De ese pragmatismo aterrizado, de ese ceder a las reglas del mercado electoral de Dominicana vienen los triunfos electorales del PLD... “pero lo mucho hasta Dios lo ve”.

Los señores convirtieron su partido en una exitosa maquinaria electoral, y cual PRD en 1978, archivaron los pruritos éticos de Bosch y siguiendo los mandatos de las reglas no escritas de la democracia electoral, hicieron lo que en estos casos se hace siempre: promovieron una clase empresarial o crearon la suya (pecado original), y con la destreza de un artesano medieval diseñaron una estrategia no solo para vencer sino para que su adversario se derrotara a sí mismo. Por eso, fueron cariñosos y tiernos con el PPH en las primarias donde éste venció a la franquicia. Y lo fueron aún más con la franquicia a la hora de evitar la posibilidad remota de un entendimiento entre las partes.... “pero lo mucho hasta Dios lo ve” y ahí anda el PLD, más exitoso que una mujer inteligente, bella y liceísta, “muriendo” de sus éxitos, dirigiendo el país y todos sus poderes, salvo alguna iglesia, algo del CONEP, la embajada y los ojos brujos o el vestido fucsia de una dama en su oficina.

Tanto triunfar comienza ya a traer sus derrotas en el PLD. La mayor de ellas: la posibilidad cierta del enfrentamiento torpe entre las dos tendencias dominantes responsables del mismo triunfo.

Hablo de un enfrentamiento que se inició en una reunión del Comité Político, pasó por Palacio un martes, tuvo un almuerzo en el Congreso que ahora es su escenario por excelencia, y en las últimas semanas no ha respetado siquiera la solemnidad de una funeraria siempre gris, donde nunca es posible vencer porque allí reina la parca.... Y es que sin importar si la María de Magdala se marchó o no ha llegado, lo cierto es que lo mucho hasta Dios lo ve.