APUNTE.COM.DO, SANTO DOMINGO, R.D. — La búsqueda de la felicidad ha sido desde siempre uno de los grandes enigmas de la humanidad. Filósofos, científicos y líderes espirituales coinciden en que no se trata de un estado permanente, sino de un equilibrio delicado entre nuestras emociones, relaciones y propósito de vida.

Estudios recientes de psicología positiva sugieren que la felicidad no depende únicamente de logros materiales, sino de factores tan simples como el agradecimiento diario, las conexiones sociales significativas y la capacidad de vivir el presente. Según la investigadora estadounidense Sonja Lyubomirsky, autora de The How of Happiness, solo un 10% de nuestra felicidad está determinado por las circunstancias externas; el resto se construye desde nuestra propia actitud y hábitos.

En el plano emocional, la gratitud y la resiliencia aparecen como ingredientes esenciales. Personas que practican la gratitud activa tienden a reportar niveles más altos de bienestar y satisfacción con la vida. De igual manera, la resiliencia permite enfrentar adversidades sin perder la perspectiva de crecimiento personal.

La dimensión social también es clave. Estudios de Harvard y la Universidad de California muestran que las relaciones sólidas, basadas en confianza y afecto, son uno de los predictores más consistentes de la felicidad. No importa la cantidad de amigos, sino la calidad de las conexiones y la capacidad de apoyo mutuo.

Finalmente, encontrar un propósito o sentido en la vida es un componente que marca la diferencia. Actividades que generan impacto positivo en otros o que se alinean con los valores personales no solo brindan satisfacción, sino que fortalecen la identidad y el bienestar psicológico.

En un mundo donde el estrés y la sobreinformación parecen omnipresentes, entender que la felicidad se construye desde lo interno, con pequeñas acciones diarias, podría ser el primer paso para transformar nuestra realidad y alcanzar un bienestar duradero.

La felicidad, en definitiva, radica en el equilibrio entre el corazón, la mente y nuestras relaciones. No es un destino, sino un camino que cada persona recorre a su propio ritmo.