“El arte supremo de la guerra es someter al enemigo sin luchar”.- Sun Tzu
APUNTE.COM.DO, SANTO DOMINGO. -Una de las paradojas más inquietantes de estos tiempos la enfrenta Europa. Mientras canaliza ingentes recursos para atajar al oso ruso, su economía sigue debilitándose de manera estructural.
Analizando el tema con más atención y cuidado, resultaría plausible que lo que se presenta como amenaza externa inminente sea, en buena medida, una construcción política y mediática que sirve para dos fines convergentes.
El primero salta a la vista y se resume en justificar incrementos desmesurados en el gasto militar llenando las arcas de las grandes corporaciones militares europeas y americanas. El segundo, menos popular, es lograr desviar la atención de las urgentes reformas internas que demanda la otrora formidable economía del continente, particularmente en los sectores productivos de mayor potencial acelerador.
Se ha llegado a un punto en que el relato del perentorio peligro ruso es el dominante en el debate estratégico. Se señalan ejercicios militares, incursiones aéreas, sabotajes cibernéticos y otras diabluras como obras malignas del gigante euroasiático. De hecho, se pinta a Rusia como un atormentador persistente de la seguridad europea.
Las cifras dicen otra cosa. El FMI, organismo que no es para nada ruso, proyecta para la zona del euro un crecimiento del 1% en 2025 y del 1.2% en 2026. La revisión al alza de 0.2% para 2025 no es un logro distribuido entre muchos, se explica por el sólido PIB observado en Irlanda en el primer trimestre.
Como muchos estamos convencidos de que, en buena medida, la amenaza rusa es más discurso que realidad concreta, conviene preguntar: ¿para qué sirve este discurso? Una primera lectura parece sugerir que se articula políticamente para dos propósitos principales. Primero, para crear un enemigo externo visible, un “chivo expiatorio” con el potencial de generar miedos colectivos y movilizar, sobre esos temores sobre el advenimiento del apocalipsis, consenso y fondos hacia el aparato de seguridad y defensa.
Segundo, para favorecer un círculo corporativo-militar que incrementa sus beneficios cuando se dispara el gasto en armamento, infraestructura estratégica, despliegue de tropas y modernización de ejércitos. Siendo así, la narrativa del oso ruso amenazante y despiadado cumple la función de excusa para un nuevo ciclo de militarización, además de un blindaje corporativo rentable, no importa que los europeos vean descender sus niveles de vida a precariedades históricas.