“El presupuesto no es solo una hoja de números, es la anatomía de la sociedad despojada de toda mitología”.- Joseph A. Schumpeter
APUNTE.COM.DO, SANTO DOMINGO. -Respaldamos la idea central, la claridad y pertinencia de Los 10 mandamientos para el endeudamiento público propuestos por Andrés Dauhajre Hijo (El Caribe, 13 de octubre), esto es, el endeudamiento solo es virtuoso cuando financia inversión con una tasa interna de retorno superior al costo del financiamiento y cuando su ejecución es comprobable. El país necesita una mejor gestión del endeudamiento que asegure control y seguimiento desde el contrato del préstamo hasta el último hito de la obra, con evaluaciones ex ante y ex post, supuestos auditables, análisis de sensibilidad y publicación periódica de resultados.
La inversión pública debe transparentar costos de operación y mantenimiento, impactos ambientales, riesgos regulatorios y ahorros efectivos para el erario, de modo que cada cifra pueda ser verificada por el Congreso y la ciudadanía.
Evitar deuda externa para cubrir costos en pesos es un acierto que debe convertirse en regla. La coordinación entre Hacienda y Banco Central debe expresarse en un programa anual de emisiones en moneda local que profundice el mercado, distribuya los vencimientos y reduzca el desplazamiento del crédito al sector privado. La prohibición de usar deuda para gasto corriente es indispensable. Si razones contracíclicas obligan a estabilizar el ciclo, el financiamiento asociado debe autorizarse de manera temporal, con cláusulas de caducidad, metas explícitas y una ruta creíble de retorno al superávit primario.
También es clave distinguir el gasto social de emergencia de los beneficios permanentes. Las próximas generaciones no deben heredar programas sin fecha de salida ni métricas de impacto financiados con pasivos. Proteger a quienes vienen detrás requiere anclas simples y exigibles, es decir, una senda de deuda neta sobre PIB con umbrales de alerta, un ancla de superávit primario y una regla de balance estructural (balance ajustado por el ciclo económico y por términos de intercambio) que aísle el ciclo y los términos de intercambio, evitando que los buenos tiempos financien compromisos irreversibles.
Honrar la deuda es innegociable. Para abaratar, renovar o “rodar” una deuda cuando vence, emitiendo una nueva para pagar la anterior (rollover), necesitamos una estrategia de gestión a mediano plazo con metas públicas sobre duración, composición por moneda y cronograma de amortizaciones, respaldada por colchones de liquidez que permitan enfrentar cierres temporales del mercado. Es igualmente pertinente rechazar endeudamientos destinados a inflar reservas o a sostener un tipo de cambio mentiroso. Las reservas deben provenir de superávits externos e inversión productiva, no de pasivos de corto aliento que trasladan el ajuste al futuro.
Para blindar al fisco de pérdidas silenciosas conviene institucionalizar un test de rentabilidad previo a toda operación financiera y un reporte trimestral auditado que exponga costos de fondeo y rendimientos de inversiones temporales, cerrando la puerta al carry negativo (rendimiento de la inversión − costo del financiamiento). Asimismo, urge erradicar el etiquetado engañoso que disfraza gasto corriente como inversión.
Cada préstamo debería contar con una ficha técnica estandarizada, objetivos medibles, matriz de resultados y trazabilidad presupuestaria visible en un tablero público que enlace desembolsos, contratos, cronograma y avance físico-financiero.
La centralización del endeudamiento en Hacienda debe abarcar fideicomisos, empresas públicas, distribuidoras eléctricas y la dimensión cuasi fiscal (astronómica), con un registro único de deuda, garantías y pasivos contingentes. Un solo emisor soberano, un solo plan anual de financiamiento y un solo libro de riesgos reducen costos, opacidad y sorpresas desagradables. Para que el control y el seguimiento sean cotidianos y no eslóganes, se requiere Cuenta Única del Tesoro, pagos contra hitos verificados, penalidades por sobrecostos injustificados, auditoría continua y supervisión independiente de un consejo fiscal que evalúe desvíos de regla y proyecciones oficiales.
La columna plantea con acierto el qué y este texto aporta el cómo. Deuda que rinde es deuda que financia productividad medible y bienestar duradero.