Tapones en RD: Palo si boga y palo si no boga
La puesta en vigencia del plan gubernamental “RD se Mueve”, orientado a reducir significativamente los tapones en el Gran Santo Domingo, ha desatado una ola de comentarios divididos. Como es habitual en estos tiempos de juicios instantáneos, no faltaron quienes se apresuraron a declarar el plan un fracaso sin darle tiempo ni a su implementación ni a su evaluación. Es el eterno “palo si boga y palo si no boga”.
“RD se Mueve” es una estrategia integral que busca descongestionar el tránsito mediante un conjunto de medidas que incluye el escalonamiento de horarios en instituciones públicas, la ampliación de áreas de atención al ciudadano, la prohibición de giros a la izquierda en intersecciones conflictivas, la modernización del sistema de semáforos, y una intensificación de los operativos de fiscalización, incluyendo cámaras de vigilancia y más agentes de la Digesett en puntos estratégicos.
Una de las medidas más importantes y que ha generado debates es la modificación de los horarios laborales en diferentes instituciones. Algunas tendrán que ajustar su jornada de trabajo para iniciar más temprano o más tarde, mientras que otras deberán ampliarla, estableciendo incluso dos turnos de atención. Se trata de una redistribución estratégica de los flujos de personas y vehículos a lo largo del día, que busca reducir los picos de congestión y mejorar la eficiencia del sistema vial.
La iniciativa también contempla un fuerte impulso al transporte público como alternativa sostenible, promoviendo el uso del Metro, el Teleférico y los corredores de autobuses, con el objetivo de colectivizar al menos un 30 % de los viajes diarios. Todo esto apunta a una transformación gradual, pero estructural, de la forma en que nos movemos en la ciudad.
Sabemos que este problema no surgió ayer. Se trata de una situación crítica que lleva años afectando la salud emocional, la productividad y la calidad de vida de los ciudadanos. Esperar que se resuelva de la noche a la mañana sería ingenuo. Pero más ingenuo —y peligroso— sería quedarnos de brazos cruzados.
La reacción negativa automática, que se alimenta del escepticismo y la resistencia al cambio, no ayuda. Quienes hoy critican sin ofrecer soluciones, deberían al menos reconocer que hacer algo es preferible a mantener la inercia del caos. Y que si bien toda política pública es perfectible, merece tiempo, seguimiento técnico y apoyo ciudadano.
El plan “RD se Mueve” es un paso en la dirección correcta. Su éxito dependerá no solo de la voluntad del Gobierno, sino también de la cooperación de los diferentes sectores sociales, especialmente del ciudadano común. Porque los tapones nos afectan a todos, y su solución exige un compromiso colectivo.
Criticar es fácil. Construir es más difícil, pero necesario. Por eso, ante esta nueva apuesta por el orden y la movilidad, vale la pena dar el beneficio de la duda y acompañar con responsabilidad los esfuerzos que busquen mejorar la vida en nuestras ciudades.