Al aceite de coco se le considera a menudo como “el aceite de la vida”. Nos permite cuidarnos por dentro y por fuera y, aunque durante un tiempo se advirtió sobre sus riesgos para la salud, en la actualidad, y gracias a diversos estudios, se ha descubierto que sus múltiples ácidos grasos son todo un tributo a la salud y al bienestar.

El aceite de coco y la salud de nuestro hígado

En primer lugar, hay que tener en cuenta que para beneficiarnos del aceite de coco es necesario adquirirlo en una tienda natural de confianza, o en un centro dietético donde nos aseguren que su producción es orgánica y natural.

El aceite de coco ha sido utilizado desde la antigüedad tanto en Asia como en el Pacífico para tratar numerosas enfermedades, así como para cuidar de la belleza corporal: piel, cabello…

A día de hoy su uso ya está aceptado en todos los países, después de un tiempo de escepticismo donde se pensaba que podía ser peligroso para nuestro corazón. Todo ello ha pasado ya a ser parte del  pasado, y podemos hacer uso de él siempre y cuando lo consumamos de forma justa y equilibrada.

El aceite de coco es un tipo de grasa saturada saludable capaz de ayudarnos en múltiples procesos internos. No por ser “grasa” va a hacernos daño, puesto que, como ya sabes, nuestro organismo también necesita de este tipo de ácidos grasos para realizar sus funciones.

El aceite de coco se compone de ácidos grasos de cadena media. La mayoría de las grasas son de cadena larga y tienen un efecto negativo sobre el colesterol. En el caso del aceite de coco no es así, puesto que nos ayuda a tener una mejor salud cardíaca y hepática.

Contiene ácido láurico, un tipo de compuesto que nos va a ayudar a reducir el colesterol malo y equilibrar la tensión arterial.
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El aceite de coco dispone de un nivel muy alto de antioxidantes que protegen a nuestro hígado del ataque de los radicales libres, a la vez que favorecen la correcta depuración de toxinas.
El aceite de coco puede revertir el problema del hígado graso
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Gracias al aceite de coco reducimos su inflamación y ese aumento de tamaño que suele cursar con el hígado graso. Un dato importante es que logramos reducir la carga de trabajo del hígado, a la vez que combatimos la acumulación de grasa en él. Es algo muy interesante.

Dado que el aceite de coco es antiviral, antibacteriano, y antifúngico, el hígado puede hacer frente a múltiples problemas a la vez que agilizamos sus funciones metabólicas.

Otros estudios nos indican que el consumo regular de aceite de coco (una cucharada diaria) nos ayuda a prevenir el daño hepático inducido por alcohol. Lo que conseguimos es sanarlo, nutrirlo y aportarle un  suministro constante de energía.

El aceite de coco nos ofrece energía
El aceite de coco es capaz de aportarnos una dosis muy interesante de energía a la vez que resistencia. Algo que suele ocurrir cuando tenemos algún problema hepático, es sufrir de un alto cansancio cotidiano y de una gran apatía.

Cuando nuestro hígado almacena grasas el agotamiento general es evidente. Ahora bien, en el momento en que empezamos a consumir de forma regular esa cucharada de aceite de coco, la grasa empieza a descomponerse mucho más rápido en el hígado y se utiliza como un hidrato de carbono. Es decir, se trasforma en energía.

Es común que tanto deportistas como atletas incluyan aceite de coco como suplemento natural en las bebidas deportivas y sus batidos.
También te gustará saber que, dentro de una dieta saludable y equilibrada, el hecho de introducir aceite de coco nos va ayudar a favorecer la pérdida de peso.
Cuanta más energía tengamos, más rápido funcionará nuestro metabolismo, y más optimismo para iniciar el día. Todo ello lo notamos en el ánimo para hacer algo de deporte y, a la vez, mantenemos ese firme propósito de perder peso cuando seguimos dietas de adelgazamiento.
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El aceite de coco mejora nuestras digestiones
aceite coco

El aceite de coco puede ayudarnos a mejorar las funciones del sistema digestivo y potenciar a su vez la correcta absorción de las vitaminas solubles en grasa.

Los minerales y aminoácidos presentes en este compuesto natural nos permiten luchar frente a muchos problemas digestivos como pueden ser las úlceras o incluso el siempre molesto intestino irritable.

Otro dato interesante es el hecho de que las grasas saturadas presentes en el aceite tienen propiedades antimicrobianas, con lo cual va a ayudar a nuestro organismo a eliminar posibles  bacterias, hongos y parásitos que causan indigestión y otras enfermedades digestivas.

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Dosis diarias de aceite de coco y posibles efectos secundarios

La dosis recomendada es una cucharada diaria en ayunas (unos 15 gramos diarios). Puedes combinarlo en tus zumos y batidos.

Al consumir aceite de coco el principal efecto adverso que podemos sufrir son posibles náuseas y malestar en el estómago. Tenemos claro que no todos tenemos el mismo organismo, con lo cual, debemos estar atentos a cómo nos sienta.

Si lo prefieres, puedes dividir esa cucharada en tomas de 5 gramos tres veces al día. Todo dependerá de nuestra propia tolerancia. No obstante, la clave está siempre en ser regular y no excedernos en esta dosis.

Fuente: Mejorconsalud.com