APUNTE.COM.DO, SANTO DOMINGO. -Desde las aguas cristalinas y el sol cálido de las playas, hasta el clima acogedor de las montañas y los 500 años de historia como telón de fondo en la Ciudad Colonial, cada rincón de República Dominicana ofrece una oportunidad para impulsar el turismo de bodas.

Este segmento sí puede representar un verdadero “todo incluido”, no solo para los visitantes que llegan a contraer matrimonio, sino también para una industria que busca atraer más viajeros a medida que amplía su infraestructura hotelera.

Las bodas de destino (como se les denomina) generan cerca de US$90,000 millones a nivel mundial, según el ministro de Turismo, David Collado. En el caso de República Dominicana, el gasto promedio por ceremonia se estima en US$5,735, de acuerdo con datos suministrados a elDinero por el Ministerio de Turismo (Mitur).

Solo entre enero y noviembre de 2025, los destinos locales registraron 946 ceremonias, lo que representa una derrama económica que podría estar superando los US$5.4 millones. Estas cifras podrían responder a lo que Collado ha señalado sobre el posicionamiento del país como número uno en el Caribe y cuarto a nivel mundial en turismo de bodas. Pero ¿cómo llegamos a este punto?

Planificación

 

La viceministra Técnica de Turismo, Jaqueline Mora, explicó que la oferta de bodas se ha consolidado como una de las de mayor crecimiento en República Dominicana, especialmente después de la pandemia. Señaló que la recuperación global impulsó un aumento significativo en la demanda, ya que muchos países mantenían restricciones de aforo mientras el país ofrecía mayor flexibilidad para la realización de eventos.

Se trata de una realidad respaldada por el sector privado. La vicepresidenta ejecutiva de Asociación de Hoteles y Turismo de República Dominicana (Asonahores), Aguie Lendor, coincidió al explicar que las bodas de destino se han convertido en una de las principales apuestas del sector turístico dominicano dentro del proceso de diversificación, al igual que el turismo de alto lujo.

Señaló que, aunque el país es reconocido por su fortaleza en la oferta de sol y playa, cada vez existe una mayor conciencia sobre las oportunidades que presentan las diferentes locaciones del territorio.

Que hoy el país cuente con una oferta solidificada no es una coincidencia. Tanto desde el sector público como privado muestran que se trata de una iniciativa en conjunto. Mora indicó que República Dominicana cuenta con acuerdos con las principales asociaciones internacionales de turoperadores y agentes de viaje especializados en bodas, sobre todo en Estados Unidos, Canadá y mercados de América Latina.

Estas alianzas permiten captar organizadores que luego son invitados al destino con viajes de promoción para conocer la oferta local y los hoteles especializados.

De acuerdo con los datos suministrados a este medio, además de las paradisiacas playas y escenarios en montañas, a nivel nacional, existen 107 salones de eventos habilitados para bodas, lo que refleja la capacidad instalada del país para seguir fortaleciendo este segmento.

Lendor explicó que regiones como Samaná, Santiago, Puerto Plata y Punta Cana ofrecen propuestas diferenciadas, un factor que también influye en el turismo de bodas. Justo estos destinos se posicionan entre los que registraron más ceremonias de extranjeros en 2025, con 22, 10, 14 y 761 bodas, respectivamente.

La región Este, junto al Gran Santo Domingo (que contabilizó 84), encabezan la lista de provincias favoritas para celebrar matrimonios entre extranjeros. Esta diversidad, dijo Lendor, amplía las posibilidades para posicionar al país en nichos especializados y permite diseñar experiencias adaptadas a cada entorno.

Derrama económica

 

Durante los primeros once meses del año, las bodas realizadas en República Dominicana por extranjeros implicaron 39,172 asistentes, con un promedio de 41 invitados por boda. El 86.8% de estos fueron internacionales, mientras el 7.4% correspondió a visitantes locales y 5.8% a grupos mixtos.

Esta composición confirma que el turismo de bodas es un segmento fuertemente orientado a viajeros extranjeros, lo que incrementa su valor estratégico por la generación de divisas y el uso intensivo de servicios turísticos como alojamiento, transporte y actividades complementarias.

Hasta la fecha, este nicho ha implicado 16,031 habitaciones reservadas. En promedio, las bodas generaron 1,457 habitaciones ocupadas por mes, lo que incide directamente en la demanda hotelera del destino.

“El gasto promedio de una boda de destino de aproximadamente 100 asistentes ronda los US$100,000 solo en el evento”, explica la presidente de la International Association of Destination Wedding Profesional (IADWP), Kitzia Morales. “Los invitados se quedan entre tres y cuatro noches, gastando en promedio US$1,400 por persona antes de los vuelos”, aunque aclaró que depende del nivel de producción del evento. Incluso, muchos prolongan su estadía o regresan posteriormente como turistas.

Lo anterior se debe a la tendencia conocida como guest moon (cuando los invitados acompañan a los novios durante parte de su luna de miel) y amplía aún más ese impacto, alargando la estadía y el gasto.

Aunque pudiera pensarse que las parejas asumen los gastos de sus invitados, la especialista aclara que ese no es el comportamiento habitual. “En el 80% de las bodas, los invitados pagan sus gastos de hospedaje y transporte”, indica Morales. Los novios suelen asumir “la recepción y una o dos actividades previas o posteriores”.

De hecho, la experta sostiene que “muchísimos de los invitados nunca vendrían a República Dominicana si no fuera por la boda”. La elección del destino tiene así un valor multiplicador que trasciende el evento. La decisión de casarse en el país de origen responde a factores afectivos, culturales y económicos dice Morales.

Agrega que migrantes de diversas nacionalidades reproducen el mismo patrón. Sin embargo, también advierte que algunas diásporas escogen otros destinos, como México, por temas de accesibilidad, precios o experiencias.

Un punto clave es el vínculo emocional entre los países emisores y sus comunidades migrantes. La especialista identifica esta oportunidad directamente. “Es la diáspora dominicana en todo el mundo. ¿Cómo hacemos para que quieran venir a República Dominicana?”, expresa Morales.

Esto abre un espacio para que República Dominicana desarrolle estrategias específicas para atraer bodas desde su propia diáspora, segmentando por mercados, frecuencia de vuelos, costos y aspiraciones de quienes viven en el extranjero, recomienda Morales.

Ante esto, Mora respondió destacando el trabajo que realizan desde Mitur con el marketing segmentado, que incluye campañas dirigidas específicamente a golf, bodas, actividades acuáticas y otros nichos.

Sin embargo, reiteró que, en el caso de las bodas, la estrategia clave es la relación directa con los agentes especializados, quienes finalmente influyen en la elección del destino. Señaló que los turoperadores emisivos captan a las parejas en su país de origen y los receptivos coordinan todo el evento en territorio dominicano. Esta estructura permite especialización, diversificación y un estándar más alto en la experiencia del visitante.

Sobre la participación de la diáspora, explicó que muchos dominicanos residentes en el exterior eligen casarse en el país, incluso en segundas nupcias, combinando ceremonias en República Dominicana y en la nación de origen de su pareja.

Encadenamiento

 

“Para nosotros es un compromiso aumentar el encadenamiento en República Dominicana. No se trata solo de recibir más turistas o de tener más asientos en aviones, sino de integrar a los productores locales: industriales, agroindustriales, textiles y otros sectores que también pueden beneficiarse del turismo”, sostuvo Lendor.