APUNTE.COM.DO, SANTO DOMINGO. -La lluvia es una gran aliada… y, a veces, la peor enemiga de los bienes raíces.
Pone a prueba techos, paredes, ventanas, drenajes y cimentaciones. Cuando cae
con intensidad, revela fallas que el clima seco esconde; y cuando falta, también
deja ver problemas de suelo y asentamientos.


En viviendas ya construidas, el primer síntoma suele ser la filtración: manchas
amarillas, pintura abombada, olor a humedad o salitre. Estos signos indican que el
agua está entrando por una ruta no diseñada: tejas mal colocadas, membranas
envejecidas, sellos vencidos o fisuras en los encuentros.


Los techos son críticos. En planos, la pendiente mínima, las pendientes hacia los
sumideros y la membrana impermeable mandan. En inclinados, el solape correcto
de tejas y cumbreras evita que el viento “sople” agua hacia adentro. Limpiar
canales y bajantes es mantenimiento preventivo básico.


En fachadas y ventanas, el enemigo son las juntas. Selladores resecos, marcos
sin drenes (desagües) o golpes de obra abren caminos invisibles al agua. El
viento–lluvia presiona hacia dentro; si el sellado falla, aparecen chorreados, moho
y desprendimientos del revestimiento.


El suelo también habla. Lluvias prolongadas elevan la capa freática, reblandecen
arcillas y socavan taludes. Si el terreno no drena bien, aparecen asentamientos
diferenciales, grietas en pisos y puertas que “rozan”. Una cuneta mal resuelta
puede dirigir agua justo a la zapata.


Las instalaciones sufren en silencio. Tabiques de yeso se abomban, maderas se
comban, aislamientos pierden eficacia y tableros eléctricos corren riesgo. La
humedad sostenida favorece hongos, bacterias y ácaros, afectando salud y valor
de reventa. Ventilación y secado temprano son clave.


En obras en construcción, la lluvia cambia el plan de trabajo. Movimiento de
tierras se detiene, aparecen lodos y colapsos de taludes. El hormigón exige
curado y protección; vaciar con lluvia intensa puede alterar la relación
agua–cemento y la resistencia, si no se controlan los procedimientos.


Las buenas prácticas de obra incluyen protecciones temporales: lonas,
canaletas provisionales, cubre–pilas, pasarelas y bombeo. También estabilización
de taludes, geotextiles, cunetas perimetrales, decantación de lodos y señalización
antideslizante. Prevenir es más barato que reparar.

En proyectos por construir, el diseño pluvial es determinante. Estudio hidrológico,
pendientes del terreno, capacidad de sumideros y pozos filtrantes, y cálculo de
caudales máximos. Elegir materiales y detalles constructivos según clima local:
sellos ultra violeta (resistentes al agua y al desgaste), membranas con vida útil y
anclajes a viento.


No todo es negativo: la lluvia sirve como prueba de estrés. Un aguacero revela
por dónde entra el agua, qué bajantes colapsan, dónde falta pendiente o qué
juntas ceden. También alimenta cisternas de lluvia, sostiene jardines y regula islas
de calor si el paisajismo está bien planteado.


Los vicios ocultos son defectos no visibles al momento de comprar que aparecen
con el uso… o con las lluvias. Ejemplos: filtraciones en encuentros, bajantes con
fugas detrás del muro, impermeabilizaciones mal solapadas o grietas tapadas con
masilla. Un peritaje tras lluvia ayuda a documentarlos.


Si aparecen vicios, actúa en orden: documenta con fotos y videos durante la lluvia,
ubica el origen probable, pide prueba de inundación controlada (agua con
colorante), revisa garantías y contratos, y solicita reparación profesional. Muchas
pólizas y garantías exigen aviso temprano y trazabilidad.


Para propietarios, tres hábitos salvan dinero: limpieza semestral de canaletas,
revisión anual de sellos y juntas, y prueba de manguera en puntos críticos. Para
constructores, checklists de impermeabilización con fotos y ensayos de
estanqueidad antes de cerrar acabados.


Para compradores e inversionistas, visita en época de lluvia si puedes. Observa
perímetros, pendientes, manchas, olor, ruidos en bajantes y reboses. Pregunta por
drenajes, detalles de cubierta, garantías y mantenimientos. La decisión informada
reduce sorpresas y protege tu patrimonio.


En síntesis: el agua encuentra siempre el camino. Un diseño pluvial serio,
materiales adecuados, ejecución cuidadosa y mantenimiento rutinario transforman
a la lluvia de amenaza a aliada. Con método, puedes evitar filtraciones, detectar
vicios a tiempo y sostener el valor de tu inversión.


Ahora, vuelve a leer con calma este artículo y analiza cuales de esos detalles
estuvieron presentes en tu propiedad, durante o después de las lluvias que nos
afectaron. Espero tus comentarios.