APUNE.COM.DO, SANTO DOMINGO. -La tormenta Mellisa no sólo trajo lluvias a Santo Domingo Este. Trajo también una revelación. Entre calles anegadas, cielos grises y el fragor de la emergencia, emergió una figura que no improvisó, que no titubeó, que no se escondió detrás de los discursos vacíos. El alcalde Pastor Dio Astacio se convirtió en símbolo de lo que la República Dominicana anhela desde hace tiempo: liderazgo real, humano y comprometido.
Mientras otros observaban el caos, él actuaba con la serenidad de quien ha previsto cada paso. Los equipos municipales, coordinados con precisión casi quirúrgica, recorrían los barrios limpiando drenajes, despejando vías, asistiendo a familias vulnerables. No era suerte, ni azar: era el fruto de una política de prevención y planificación concebida mucho antes de que llegara la tormenta. La crisis no lo debilitó. Lo graduó.
Santo Domingo Este, otrora símbolo de abandono, se ha convertido bajo su gestión en un laboratorio de renovación cívica. Las montañas de basura desaparecieron, los parques volvieron a llenarse de vida y colores, los murales y espacios culturales renacieron, y la policía municipal se transformó en ejemplo de orden y cercanía con la comunidad.
Pero sus logros van más allá de las cosas físicas. Se enfocan también en transformar corazones. Como repitió ayer ante los presidentes de juntas de vecinos reunidos, a quienes convocó a asumir con autoridad su compromiso, los exhortó a convertirse en agentes anti caos, a poner orden en su territorio contando con el apoyo de las autoridades municipales. Como él mismo expresó: "Lo puedo hacer bien en el presente, pero solo si ustedes asumen la misma actitud de compromiso con la comunidad, nuestro ejemplo podrá perpetuarse y continuar mañana cuando ya no esté.
Los vecinos lo dicen sin reservas: aquí se respira diferente. Y esa diferencia no se explica solo en las obras visibles, sino en la energía transformadora que ha contagiado a un municipio entero. En cada operativo, en cada jornada de salud o deporte, en cada bombilla encendida en una calle oscura, hay una señal de algo más grande que una gestión municipal. Hay una visión de país.
En tiempos de incertidumbre política, el país parece redescubrir, en figuras como Dio Astacio, la esencia de la vocación pública: servir, escuchar, construir. Su respuesta a Mellisa no fue solo técnica, fue moral. Mostró la templanza del pastor que guía y la disciplina del gestor que planifica. Mostró que el poder puede tener rostro humano.
Quizás por eso muchos ya lo ven como el fenómeno político de una nueva era dominicana. Su figura sintetiza lo que la gente anhela: previsión, solidaridad, eficiencia y fe. En cada gesto, en cada palabra, en cada decisión, el alcalde parece encarnar una certeza colectiva: que el futuro puede tener dirección y propósito si se gobierna con el corazón del pueblo en la mano.
Algunos llaman a este tiempo "la era de la esperanza propositiva". Otros simplemente dicen que, después de décadas de desilusión, ha surgido alguien que representa el liderazgo posible. Lo cierto es que en Santo Domingo Este se está gestando algo más que un proyecto municipal: se está incubando un modelo de nación, una forma distinta de entender la política como vocación y sacrificio.
Porque a veces, solo a veces, las tormentas no vienen solo a destruir, sino a revelar a los verdaderos líderes.