APUNTE.COM.DO, SANTO DOMINGO. -En la República Dominicana, la protección frente a la violencia intrafamiliar y de
género se apoya en un marco legal que busca salvar vidas y evitar nuevos daños.
Su intención es justa: garantizar integridad física y emocional, y enviar un mensaje
claro contra la impunidad.


En la práctica, el sistema puede fallar en proporcionalidad y debido proceso. Ahí
es donde chocan dos bienes valiosos: proteger con rapidez y, a la vez, no castigar
a inocentes. El reto es cómo aplicar la ley para que ambas metas convivan.


Conozco casos de hombres arrestados de manera violenta, sacados de sus casas
como criminales, esposados y tirados en la parte trasera una camioneta que luego
resultaron ser inocentes. Todo se activó porque una pareja, por coraje o celos del
momento, aseveró una agresión o amenaza inexistente. Esa experiencia deja
cicatrices muy difíciles de borrar.


Cuando una detención así ocurre sin verificación mínima, se siembra
resentimiento y desconfianza. No solo en el hombre y su familia, también en el
vecindario y en la propia relación de cooperación con la justicia. Esa espiral puede
terminar dañando a las mujeres que la ley busca proteger.


La solución no es bajar la guardia ante el riesgo real —que existe y es grave—,
sino elevar el estándar operativo: corroboración temprana, evaluación de riesgo y
medidas cautelares graduadas. Proteger sí, pero con método y sin automatismos.
Aspectos positivos del esquema actual: visibiliza conductas antes normalizadas;
activa órdenes de protección y arrestos que evitan daños mayores; facilita rutas de
atención; y ha permitido sancionar agresiones reales. Bien aplicado, disuade y
salva vidas.


Riesgos prácticos: uso mecánico de medidas gravosas; detenciones humillantes
sin necesidad; tiempos muertos que prolongan la coerción; y pocos mecanismos
para rectificar rápido si la evidencia no sostiene la acusación inicial. Eso debe
corregirse.


Propongo un protocolo de corroboración temprana (0–48 h): levantamiento de
lesiones y fotos; búsqueda de testigos y cámaras; revisión de chats/llamadas;
verificación en 911/denuncias previas; y entrevistas separadas con checklist
objetivo para ambas partes.

Evaluación de riesgo estandarizada: matriz que puntúe factores (amenazas
creíbles, armas, consumo de sustancias, reincidencia, violación de órdenes
previas). Solo si el puntaje supera umbrales se justifican arresto inmediato o
prisión preventiva. En puntajes medios, aplicar órdenes de alejamiento, retén
domiciliario, geolocalización y control judicial cercano.


Procedimiento de arresto proporcional: si no hay riesgo inminente, evitar
irrupciones espectaculares. Usar notificación, citación prioritaria o retirada
temporal supervisada, con trato digno y cámaras corporales obligatorias. Reservar
la fuerza para escenarios de alto peligro.


Audiencia de control en 24–48 horas: revisión de medidas con evidencia inicial; si
no se sustenta, rectificación inmediata. Cuando se confirme riesgo, entonces sí,
coerción firme y protección integral a la víctima (albergue, líneas de apoyo,
seguimiento psicológico y jurídico).


El Palacio de Justicia de Ciudad Nueva, casi en más de un 50%, está lleno de
presos por supuesta violencia intrafamiliar. La realidad podría ser que la mayoría
son inocentes, sin embargo a muchos de ellos se les dicta 3 meses de coerción,
prácticamente sin permitirles defenderse.


Garantías simétricas (Igualdad para ambos sexos): patrocinio legal de urgencia
para denunciados de bajos recursos; consecuencias proporcionales y tipificadas
para denuncias dolosas comprobadas (sin desalentar denuncias de buena fe); y
datos abiertos para monitorear sesgos, tiempos y resultados.


Conclusión: proteger a las mujeres y respetar el debido proceso a los hombres no
compiten; se refuerzan. Un modelo con pruebas tempranas, matrices de riesgo,
arrestos proporcionales y audiencias rápidas reduce injusticias, mejora la
cooperación ciudadana y, en definitiva, hace que la ley logre más bien que mal
para todos.