APUNTE.COM.DO.- SANTO DOMINGO, R.D. -Costa del Faro, en Santo Domingo Este, es hoy una paradoja política dentro del Partido Revolucionario Moderno (PRM). Esta demarcación, que en cada proceso electoral se alza como la que más votos aporta al partido oficialista, continúa siendo marginada en la distribución del poder.
A pesar de su peso electoral, no cuenta con un solo ministro, y ninguna de las instituciones públicas que operan en el municipio está dirigida por un dirigente local del PRM.
Este abandono ha convertido a la militancia en huérfanos políticos, sin representación, sin oportunidades, y lo más grave, sin perspectivas de cambio inmediato.
El malestar entre las bases no es casual ni pasajero: es consecuencia directa de una dirigencia dividida, marcada por el individualismo y por una diversidad política que, en lugar de enriquecer el debate, ha obstaculizado la articulación de una voz única ante el poder central.
Las causas están claras: la falta de cohesión interna, el enfoque personalista de muchos dirigentes y la competencia prematura por las diversas candidaturas futuras han debilitado al partido en su propio bastión.
En este contexto, fue particularmente acertada la respuesta del actual alcalde Dio Astacio, cuando, al ser cuestionado sobre con cuál precandidato presidencial se alinearía, respondió: “Con nosotros mismos, unificándonos.” Esa frase, aunque sencilla, encierra una verdad ineludible: el PRM local solo podrá avanzar si logra consolidar una unidad real y estratégica.
Ahora bien, buscar culpables hoy no es ni prudente ni conveniente. Lo importante es mirar hacia adelante y construir soluciones. Y cualquier solución pasa por un punto de partida: la unidad del liderazgo local, canalizada a través de un interlocutor con las condiciones necesarias para representar al municipio ante la cúpula partidaria. Y pactar el apoyo local a cambio de las debidas porciones de poder para la dirigencia local.
Ese interlocutor debe reunir cualidades esenciales: integridad personal, acceso directo y creíble al presidente de la República, respeto dentro del partido, independencia económica (para no ser rehén de intereses coyunturales) y, sobre todo, un compromiso real con los intereses de las mayorías que componen las bases del PRM en Costa del Faro.
En este escenario, la decisión del pastor y alcalde Dio Astacio de aspirar a la presidencia del PRM en Santo Domingo Este genera debate. En lo personal, mi primera reacción fue de desacuerdo. Pensé —y aún en parte sostengo— que involucrarse en las pugnas municipales podría restarle proyección nacional y lo alejaría de una posible carrera presidencial más ambiciosa. Creí que, como figura con proyección y acceso al poder central, debía mantenerse por encima de las luchas territoriales.
Sin embargo, en retrospectiva, debo reconocer que esa decisión sí le convenía a él, aunque no es lo que más conviene a las bases en este momento. No obstante, si su liderazgo logra consolidarse como eje de la unidad interna y como puente con el poder nacional, es lo que más conviene a todos.
La dirigencia, la militancia y las bases del PRM deben entender que este es un momento de definiciones. El municipio necesita representación, necesita poder, necesita incidencia. Y para lograrlo, una única vía optima, es la unidad en torno al liderazgo institucional y político que representa el alcalde.
Costa del Faro, Santo Domingo Este, no puede seguir siendo la “cenicienta” del poder político Es tiempo de que esa fuerza electoral se traduzca en fuerza política real y presencia en el gabinete presidencial. Pero eso solo será posible si el partido en el municipio deja atrás las divisiones, y decide caminar junto, con una sola voz, hacia una representación digna.