A lo hecho pecho
APUNTE.COM.DO.- REDACCIÓN INTERNACIONAL. En tiempos de crisis, errores y decisiones difíciles, el carácter humano se pone a prueba. Y como suele decirse en el lenguaje popular, “a lo hecho, pecho”. No hay espacio para lamentos eternos ni para vivir atado al pasado. Es momento de asumir las consecuencias con valentía y mirar hacia adelante, porque como también dice la sabiduría popular: “no hay mal que por bien no venga”.
Ambas expresiones, tan comunes en el habla cotidiana como profundas en su significado, han resurgido en el centro del debate público, especialmente luego de decisiones gubernamentales, giros económicos y situaciones personales que han sacudido a miles de ciudadanos en distintos rincones del mundo.
Cuando los errores no se niegan, se enfrentan
En países como República Dominicana, Colombia, México o España, son cada vez más frecuentes los discursos donde los líderes —políticos, empresariales o comunitarios— enfrentan sus errores de frente. Ya no basta con pedir disculpas: la responsabilidad hoy se mide por la capacidad de responder con hechos y rectificaciones.
En ese contexto, el "a lo hecho, pecho" deja de ser solo un refrán y se convierte en una filosofía práctica: si se tomó una mala decisión, si hubo un fracaso o si algo no salió como se planeó, hay que asumirlo, aprender y seguir construyendo.
La resiliencia como motor de cambio
Pero lo más interesante ocurre cuando el fracaso se convierte en semilla de oportunidad. Esa es la esencia de la otra frase: “no hay mal que por bien no venga”. Y la historia está repleta de ejemplos. Empresas que nacieron tras una quiebra, líderes que se levantaron después de una caída, comunidades que se fortalecieron luego de una tragedia.
Durante la pandemia del COVID-19, muchas personas perdieron empleos, rutinas y seres queridos. Sin embargo, de esa experiencia surgieron nuevas formas de trabajar, reconectar con la familia, valorar la salud mental y redefinir prioridades.
Lo mismo puede decirse de jóvenes que no lograron ingresar a una universidad, pero emprendieron negocios digitales con gran éxito. O madres solteras que, luego de un abandono, se convirtieron en profesionales ejemplares y pilares de sus familias.
No justificar el error, sino convertirlo en lección
Es importante aclarar que ninguna de estas frases busca justificar irresponsabilidades o errores evitables. No se trata de decir “a lo hecho, pecho” para encubrir faltas, ni de usar el “no hay mal que por bien no venga” como consuelo vacío. Se trata de asumir, aprender y crecer, de transformar la caída en impulso, y el dolor en sabiduría.
Una cultura que necesita más pecho... y más bien
En un mundo que a menudo busca culpables antes que soluciones, estas frases invitan a otra mirada: más madura, más ética y más comprometida con el aprendizaje. Si bien no podemos controlar todo lo que ocurre, sí podemos elegir cómo responder ante los hechos consumados y cómo transformar la adversidad en oportunidad.
Porque, al final del día, lo que define a una sociedad no es cuántas veces tropieza, sino cuántas veces se levanta con dignidad.
Y para eso, hay que tener pecho... y visión.