Salvador Jorge Blanco - Wikipedia, la enciclopedia libre

                                                            Doctor Salvador Jorge Blanco

APUNTE.COM.DO.- SANTO DOMINGO, REPUBLICA DOMINICANA–  En un artículo de opinión reciente publicado recientemente por el destacado periodista Sebastián del Pilar Sánchez, se revive uno de los episodios más determinantes —y a la vez menos reconocidos— de la historia política dominicana: la Fórmula Ovalle, propuesta por el dirigente José Ovalle Polanco, que abrió el camino para la victoria presidencial del doctor Salvador Jorge Blanco en las elecciones de 1982. Sin embargo, la historia tuvo un giro amargo: cuando Jorge Blanco llegó al poder, ofreció a Ovalle un simple cargo de Secretario de Estado sin cartera, el cual fue rechazado, marcando así lo que muchos consideran un acto de traición política.

La Fórmula Ovalle fue concebida como una alternativa democrática dentro del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), proponiendo que el candidato presidencial fuera elegido no por una asamblea cerrada de delegados, sino por primarias abiertas con la participación de todos los miembros de los comités de base del partido. La intención era clara: frenar el control de los grupos internos y democratizar la selección del liderazgo perredeísta.

Pese a las críticas iniciales de figuras como Jacobo Majluta y el historiador Eligio Gabriel Serrano, la propuesta ganó terreno rápidamente. La respaldaron prominentes líderes como Pedro Antonio Franco Badía, Tonty Rutinel Domínguez y hasta dirigentes de otros partidos como el profesor Eleodoro de los Santos, del Partido Reformista Social Cristiano, quien sugirió públicamente al doctor Joaquín Balaguer implementar esa misma fórmula para fortalecer la democracia interna de su partido.

La presión por una elección más democrática fue tan fuerte que finalmente el líder máximo del PRD, el doctor José Francisco Peña Gómez, propuso una fórmula alternativa: la Fórmula de los Trece, que consistía en la votación de trece miembros de la Comisión Política Nacional para escoger al candidato presidencial. Aunque era una versión limitada en comparación con la propuesta de Ovalle, fue vista como un paso intermedio entre los delegados cerrados y una elección abierta. Esta fórmula fue la que finalmente se aprobó y aplicó, y gracias a ella, en 1981 fue elegido Salvador Jorge Blanco como candidato presidencial del PRD para las elecciones de 1982.

El resultado fue contundente: Jorge Blanco venció con más del 57% de los votos, imponiéndose incluso sobre figuras como Majluta, Franco Badía y Manolo Fernández Mármol. Su victoria fue cimentada, sin lugar a dudas, sobre el trabajo de base promovido por Ovalle y su Movimiento de las Bases, que movilizó a miles de dirigentes en barrios, campos y comunidades de todo el país.

Pero al llegar al poder, la historia dio un giro inesperado.

Cuando Salvador Jorge Blanco asumió la Presidencia el 16 de agosto de 1982, le ofreció a José Ovalle un cargo simbólico: Secretario de Estado sin cartera, una posición sin presupuesto, sin poder de designación y sin capacidad de cumplir promesas hechas a los miles de compañeros que lo respaldaron.

Ovalle, con dignidad, lo rechazó.

Lo que aspiraba era una posición desde la cual pudiera retribuir el apoyo de sus seguidores: la Dirección del Consejo Estatal del Azúcar (CEA) o cualquier otra entidad con capacidad operativa. Pero nada ocurrió. Su movimiento quedó fuera del reparto. Ovalle no ocupó ningún cargo ni recibió remuneración alguna por su rol crucial en la victoria perredeísta.

Ese trato, frío y distante, contrastó visiblemente con el estilo de Jacobo Majluta, quien era conocido dentro del PRD por su trato cercano, agradecido y protector hacia sus seguidores. Majluta, incluso siendo adversario interno de Jorge Blanco, siempre procuraba que quienes trabajaban a su lado fueran reconocidos y colocados en posiciones donde pudieran servir y crecer. Por eso, muchos dentro del partido se lamentaron —ya con el tiempo y la realidad de Ovalle en la memoria— no haber apoyado a Jacobo Majluta como candidato en aquellas primarias.

Muchos consideraron aquel desaire de Jorge Blanco como un acto de traición, aunque pocos se atrevieron a decirlo públicamente por temor a represalias políticas. Algunos analistas creen que, al rodearse de figuras más afines a otros grupos internos, el presidente selló su ruptura con uno de los pilares estratégicos de su triunfo.

José Ovalle, un dirigente formado en la diáspora neoyorquina y con sólida base ideológica, no solo fue el autor de una propuesta que fortaleció la democracia interna, sino también el arquitecto silencioso de una victoria que cambió el rumbo del PRD.

Hoy, a más de cuatro décadas de aquel episodio, su nombre sigue relegado a las notas al pie de la historia oficial, mientras otros cosecharon los frutos de su audacia política.

Y por eso, cabe preguntarse:  ¿Fue José Ovalle ignorado o traicionado por Jorge Blanco?