La mente humana: entre los sesgos y la razón. ¿Podemos vencer nuestras trampas
cognitivas?: Un análisis sobre la paradoja de nuestra racionalidad y las estrategias
para trascenderla
Dr. Héctor Geager
“Nadie es más odiado que el que dice la verdad”
Platón
La mente humana es un laberinto de contradicciones: construye teorías científicas, resuelve ecuaciones complejas y diseña algoritmos, pero también cae en trampas irracionales, desde negar el cambio climático hasta justificar desigualdades sociales. Esta dualidad, como señala el psicólogo Daniel Kahneman en Pensar rápido, pensar despacio (2011), surge de dos sistemas cognitivos: uno intuitivo y emocional (Sistema 1) y
otro analítico y lento (Sistema 2). Mientras el primero nos permite reaccionar rápido, el segundo es clave para la reflexión crítica. Sin embargo, como demuestra la ciencia, nuestra tendencia natural es ahorrar energía mental, lo que nos lleva a depender del
Sistema 1, incluso cuando la lógica exige lo contrario.
El peso del egocentrismo y los sesgos sociales
Estudios como el de la Universidad de Stanford (1971) sobre los roles en prisiones simuladas revelan cómo las normas grupales pueden distorsionar la percepción individual: participantes asignados como "guardias" desarrollaron comportamientos abusivos en solo
seis días, aun sabiendo que era un experimento. Esto ejemplifica el "sesgo sociocéntrico," donde priorizamos la lealtad al grupo sobre la objetividad.
Además, el autoengaño opera como un mecanismo de protección. Un estudio en Cognitive Psychology (2017) demostró que el 75% de las personas atribuyen sus éxitos a habilidades propias, pero sus fracasos a factores externos. Este "sesgo de autoservicio,"
como lo define la psicóloga social Carol Tavris, refuerza la autoimagen, pero nubla la autocrítica, la reflexión.
La distorsión de la realidad también se manifiesta en fenómenos como el efecto de} retroceso (backfire effect), donde, ante evidencia que contradice creencias arraigadas (por ejemplo, teorías conspirativas), las personas no solo las rechazan, sino que se aferran más a ellas. Un ejemplo es el movimiento “antivacunas:” pese a datos de la OMS que demuestran su seguridad, el 30% de sus seguidores en EE. UU. cree en vínculos con el autismo, según un sondeo de Pew Research (2023).
De la irracionalidad a la ética reflexiva: ¿Cómo trascender los patrones?
Superar estos sesgos no es imposible, pero requiere estrategias deliberadas. Una educación basada en el pensamiento crítico es clave. Proyectos como el de la Fundación para el Pensamiento Crítico promueven técnicas como la "mentalidad de científico," donde se enseña a cuestionar supuestos, buscar evidencia contraria y reconocer límites cognitivos. Por ejemplo, en las escuelas de Finlandia, los estudiantes analizan noticias falsas usando métodos de verificación, logrando reducir en un 40% la credibilidad en fuentes no contrastadas (Informe PISA, 2022).
La meditación de atención plena (mindfulness) también muestra resultados. Un estudio de *Harvard* (2020) encontró que practicantes regulares tienen mayor actividad en la corteza prefrontal, área asociada al autocontrol y la toma de decisiones racionales. Esto sugiere que la autoconciencia puede "desactivar" las respuestas automáticas producidas por los sesgos, falacias y prejuicios. Nos da un espacio de tiempo para evaluar los pros y los contras de las decisiones, y sus posibles resultados.
Pero la responsabilidad no es solo individual. Como argumenta el filósofo Michael Sandel en La tiranía del mérito (2020), las instituciones deben fomentar espacios donde la diversidad de perspectivas cuestione los consensos. Ejemplos como los “jurados ciudadanos en Irlanda” —que en 2018 lograron consensos sobre temas polarizantes, como el aborto— revelan que la deliberación estructurada mitiga los sesgos grupales.
Conclusión: La racionalidad como proyecto colectivo Nuestra mente no está condenada a la irracionalidad, pero su transformación exige más
que buenas intenciones. Requiere educación constante, humildad intelectual y sistemas que prioricen la duda sobre la certeza. Las escuelas y universidades no nos enseñan a pensar. Nos enseñan a regurgitar como vacas, porque sus enseñanzas se basan en la memorización de información. Como resume la Premio Nobel de economía, Esther Duflo: "El progreso humano no es producto de la sabiduría innata, sino de mecanismos que corrigen nuestros errores." La paradoja de nuestra mente puede ser, precisamente, el motor de su propia evolución. Para establecer la verdad, se requiere pensar críticamente.
Fuentes citadas:
- Kahneman, D. (2011). Thinking, Fast and Slow. Farrar, Straus and Giroux.
- Estudio de la Prisión de Stanford (1971), Universidad de Stanford.
- Tavris, C. y Aronson, E. (2007). Mistakes Were Made (But Not by Me). Harcourt.
- Informe sobre el impacto del pensamiento crítico en Finlandia (PISA, 2022).
- Sandel, M. (2020). La tiranía del mérito. Debate.
- Duflo, E. (2019). Good Economics for Hard Times. Public Affairs.