La oposición política sigue pataleando, lo que se debe que ha quedado muy mal parada desde el triunfo electoral de Luis Abinader y el PRM en el proceso electoral del 2020 y ahora con el contundente triunfo en las recientes elecciones municipales.

De ahí en adelante la oposición política dominicana no ha podido dar pie con bola, no ha podido pegar una y cada día que pasa su delicada situación se ha ido deteriorando más y más, hasta el punto de que hoy por hoy parece que está agonizando.

El triunfo contundente del gobierno y el PRM en las recientes elecciones municipales le ha sacado el aire a la oposición y lo ha sacado de la contienda presidencial.

¿Cuál ha sido la causa de esta situación agónica?: Las buenas ejecutorias gubernamentales del presidente Luis Abinader

Quienes se sienten perdedores, en política, tienen derecho al pataleo. No tienen alternativa. Nadie puede sustraerlos de esa realidad, que raya con la rabieta y la frustración. Se sienten vencidos, ante la historia y la opinión pública. Ya no son figuras relevantes, para cautivar a cierta gente.

Ahora ésta ha cambiado de mentalidad y actitud. Y busca nuevos derroteros, de paz, unidad y trabajo. Los vencidos no volverán a acariciar el instrumento del Poder. Tampoco serán los omnipotentes, que sembraban miedo e incertidumbre. Quedarán rezagados en la competencia electoral. No contarán con los serviles que ataban calzados. En política es posible estar un día arriba y al día siguiente abajo.

Es que, por los desaciertos cometidos en el ejercicio del Poder, han perdido el liderazgo y las bases de sustentación. Desaciertos que han quedado en la memoria popular. Y en la retina, particularmente, de las nuevas generaciones.

Despropósitos que matizaron, la política interna y externa. Muchos de ellos, empañaron la imagen de Bolivia, ante la comunidad internacional. Nos alejaron, inclusive, de algunos países, con los que teníamos cordiales relaciones diplomáticas.

Ahora los perdedores, por desesperación, asumirán, posiblemente, medidas de presión, para aparentar que cuentan con respaldo popular. Pueden adoptarlas, pero resguardando los supremos intereses nacionales. Sin desestabilizar el proceso democrático, ni obstruir la reactivación económica.

Por ese afán gastarán sus recursos acumulados cuando eran mandamases. Se rasgarán las vestiduras, ante el cambio que se impone. Recurrirán a los amigos, e inclusive a los enemigos, para tratar de rehabilitarse, pero con resultados desfavorables. Hasta los aliados, incluyendo a los más íntimos, se mostraron renuentes con ellos. Cuestionaron, públicamente y sin tapujos, sus propósitos particulares. El desgaste político, tenderá a enterrarlos.

“En otros tiempos –he aquí un ejemplo, del deterioro político–, cuando Evo Morales estaba en ascenso, pudo movilizar a varias organizaciones sociales y llegar hasta la ciudad de La Paz en jornadas redobladas. Pero, al presente, solo moviliza a cocaleros del trópico de Cochabamba y se ve obligado a pedir apoyo de los transportistas, que no simpatizaban con él, lo cual revela el grado de decadencia en que se encuentra este personaje de la política boliviana” (*).

El cálculo político hizo perder, a muchos políticos la cordura. Creían erradamente que iban por buen camino. Intentaron imponer sus teorías, pero se frustraron ciertos “salvadores”. Es que el cálculo político no refleja con precisión la realidad y tiende a equivocarse. Un cálculo político que no tome en cuenta el desgaste, es una apreciación fallida.

En suma: tienen derecho al pataleo, los perdedores en política.

Ahora bien, algunos “teóricos” de la oposición (pensando en las próximas elecciones) le han querido vender a la opinión públicas, sobre todo a los votantes, que nuestro país atraviesa en estos momentos por una enorme crisis económica y social que envuelve todos los sectores e instituciones la vida nacional.

Soy de la opinión, sinceramente hablando, que no podemos negar que en nuestro país existen muchos problemas económicos y sociales, muchas situaciones difíciles y muchas necesidades insatisfechas, pero en modo alguno existe la crisis que nos han querido vender los apologistas de nuestra destartalada oposición política.

A los apologistas de la oposición tengo para decirle que una cosa son los problemas y otras cosas son las crisis.

Los problemas se definen como los asuntos y las cuestiones discutibles que hay que resolver y aclarar o a las que se buscan una explicación y solución. Puede ser una contradicción o un conflicto entre lo que es y lo que debe ser, una dificultad o un inconveniente para la consecución de un fin.

El concepto de problema se puede definir como una cuestión que se debe solucionar y que es aplicable a varias disciplinas. Algunas son la matemática, la filosofía, la ecología, la economía, la política, la sociología y la metodología, entre otras.

Una crisis, como tal, es un asunto más serio y más profundo, es un cambio brusco, violento, inesperado, profundo y de consecuencias importantes en un proceso o una situación y en un momento coyuntural determinado del desarrollo y desenvolvimiento de una sociedad o nación.

Una crisis es el rompimiento violento o la desaparición total de algo, de una institución estatal de una nación en un momento determinado de su proceso de desarrollo.

Si un gobierno se ve obligado, por la razón que sea, a cerrar todos los liceos y colegios de un país, entonces podemos decir que ese país atravesando por una crisis en el sector educativo, porque los jóvenes y niños no tendrían donde recibir docencia.

Si un gobierno cierra todos los hospitales y clínicas de un país, donde los ciudadanos no tengan onde acudir a recibir atenciones médicas, entonces podemos afirmar que ese país tiene una crisis en el sector salud.

Si los agricultores no tienen semillas para sembrar o no tienen tierra donde sembrar, hasta el punto que se pare la producción agrícola, entonces podemos decir que ese país tiene una crisis en el sector agrícola.

Si las industrias, fábricas y empresas cierran sus puertas y se ven compelidos a paralizar la producción de mercancías y los comercios cierran sus puertas porque no encuentran que vender ni a quien vender, entonces podemos decir que ese país pasa por una crisis productiva y comercial.

Si los carros del concho, las guaguas, los taxistas y motoconchistas paralizan y los ciudadanos no pueden transportarse, entonces en ese país existe una crisis en el sector transporte.

Cuando se presenta una situación política en que uno o más miembros del Gobierno han dimitido o han sido destituidos, entonces podemos decir que ese gobierno pasa una crisis institucional.

En esa tesitura, los partidos que integran la oposición han fundamentado su campaña en la falsa percepción de la “calamidad” económica que viven los dominicanos a consecuencia de un gobierno que “no sabe gobernar”, y por lo cual la “inflación” hace inalcanzable el costo de la canasta básica familiar.

No obstante, los indicadores económicos han establecido que no solo el Gobierno supo enfrentar los impactos de la inflación internacional, sino que luego de enfrentar con éxito la pandemia, la combinación de la política monetaria aplicada por las autoridades del Banco Central, con las medidas de estímulos a los agentes económicos, unidas a la política de subsidios para proteger a los sectores más vulnerables, dieron como resultados la dinamización de la creación de empleos y la recuperación de la economía, así   como la reducción de la pobreza monetaria, la cual se redujo en cuatro puntos en el 2023.

Frente a esas realidades la oposición se empeñó en su falsa percepción de la “calamidad” que la llevó a la simple denuncia sin propuestas, sobre la inflación, la inseguridad ciudadana y la ineficiencia del Gobierno, tratando de forzar la percepción de la población, lo cual resultó ser un intento fallido según los resultados de las elecciones municipales.

Luego de esos resultados fallidos para la oposición, esta se empecina en el error consciente o mentira, al plantear el debate sobre la unificación de las dos facciones del PLD, sobre la base de que la alianza se produzca en torno a Leonel Fernández o a Abel Martínez, tal como lo han planteado los exvicepresidentes Jaime David Fernández y Rafael Alburquerque.

Se trata de un debate estéril que obvia la raíz política del conflicto y que no reflexiona en la razón política que llevó a la división al PLD, dejando de lado la matriz causal de la división: primero, por el predominio del modelo de liderazgo caudillista que asu­mieron sus dos principales líderes; su propensión a permitir la corrupción, abandonando la primacía de la ética en la política; y por último, su inclinación doctrinal favorable a la aplicación de la teoría marxista del Estado y su choque frontal contra los intereses políticos y económicos de los grupos fácticos de los EE. UU. y sus asociados locales, sustituyéndolos por los intereses de las multinacionales brasileñas y luego favoreciendo las relaciones con China. Esa matriz causal fue la razón eficiente de la división del PLD, así como de su derro­ta y desplazamiento del poder por la nueva convergencia de fuerzas democráticas y fácticas que encabezara el hoy presidente Abinader y el PRM y aliados.

Esa convergencia democrática y fáctica sigue inalterable y vigente, por eso las encuestas desde hace más de dos años han mostrado un mercado electoral congelado, encabezado por Abinader, seguido por Leonel y por último Abel Martínez, que aparece por debajo de la preferencia de su partido, el PLD, el cual supera como partido a la FP.

Simplemente la oposición ha sido derrotada y por tanto tiene derecho al pataleo. No tienen alternativa. Nadie puede sustraerlos de esa realidad, que raya con la rabieta y la frustración. Se sienten vencidos, ante la historia y la opinión pública. Ya no son figuras relevantes, para cautivar a cierta gente. Ahora ésta ha cambiado de mentalidad y actitud.

Y busca nuevos derroteros, de paz, unidad y trabajo. Los vencidos no volverán a acariciar el instrumento del Poder. Tampoco serán los omnipotentes, que sembraban miedo e incertidumbre. Quedarán rezagados en la competencia electoral. No contarán con los serviles que ataban calzados. En política es posible estar un día arriba y al día siguiente abajo.

Es que, por los desaciertos cometidos en el ejercicio del Poder, han perdido el liderazgo y las bases de sustentación. Desaciertos que han quedado en la memoria popular. Y en la retina, particularmente, de las nuevas generaciones. Despropósitos que matizaron, la política interna y externa. Muchos de ellos, empañaron la imagen de Bolivia, ante la comunidad internacional. Nos alejaron, inclusive, de algunos países, con los que teníamos cordiales relaciones diplomáticas.

Ahora los perdedores, por desesperación, asumirán, posiblemente, medidas de presión, para aparentar que cuentan con respaldo popular. Pueden adoptarlas, pero resguardando los supremos intereses nacionales. Sin desestabilizar el proceso democrático, ni obstruir la reactivación económica.

Por ese afán gastarán sus recursos acumulados cuando eran mandamases. Se rasgarán las vestiduras, ante el cambio que se impone. Recurrirán a los amigos, e inclusive a los enemigos, para tratar de rehabilitarse, pero con resultados desfavorables. Hasta los aliados, incluyendo a los más íntimos, se mostraron renuentes con ellos. Cuestionaron, públicamente y sin tapujos, sus propósitos particulares. El desgaste político, tenderá a enterrarlos.

No hay dudas que el PRM tiene el triunfo presidencial asegurado, como bien lo establecen el contundente triunfo en las pasadas elecciones municipales y todas las encuestas, incluyendo las de trabajo que ordenan los partidos de la oposición. La lucha se ha tornado muy desigual.

Ahora bien, el PRM no debe dormirse en sus laureles creyendo que ya ganó. No, no ha ganado. Lo hará cuando hayan concluido las votaciones, cuando la gente haya acudido a las urnas, ordenada y pacíficamente, en un clima de paz y concordia, para depositar su voto por los candidatos de su preferencia. Las elecciones se ganan y se pierden, el día del sufragio.

Por lo tanto, hay que estar preparado para el último combate. Los equipos dirigenciales tienen que estar bien organizados, por cuadrantes, sectores y circunscripciones, en todo el territorio nacional, para “llevar” a la gente a sufragar, lo cual requiere de una estructura orgánica, una logística y una línea política.

En cada municipio, en cada distrito, los compañeros del PRM tienen que trabajar, no como si los candidatos pasaran del 50 o del 100%; tienen que trabajar como si estuvieran en cero, para lo cual hay que buscar los votos, sacarlos hasta debajo de las piedras. Es el voto final, cuando se cuentan, lo que decidirán la victoria. Olvidemos la percepción que producen las encuestas. Como en el béisbol, “el juego no termina hasta que no se acaba”.

Si alguien parece estar absolutamente convencido de esa realidad, es el presidente Luís Abinader, que está recorriendo todos los municipios para acompañar a los candidatos del partido, echándoselo encima bajo la consigna de “un solo gobierno”, un solo partido, una sola línea política, un solo objetivo: ¡Ganar! Y ¡ganar contundentemente! ¡Que no haya duda, ni derecho al pataleo!.

Respondiendo a esa línea política es que el presidente Abinader, de manera entusiasta, aprovechando su liderazgo, ha recorrido, en compañía de los respectivos candidatos, Santiago, Ulises Rodríguez, el Gran Santo Domingo, con todos sus municipios y distritos, la Capital, junto a Carolina Mejía, que se ha convertido en un fenómeno de popularidad, al igual que Kelvin Cruz, en la Vega, Dio Astacio, Santo Domingo Este, Francisco Peña, Santo Domingo Oeste, Alex Díaz, San Francisco de Macorís, Karina Aristy, Higüey, entre otros.

Como diría Hipólito Mejía, artífice importante del gobierno, del PRM y de la reelección, el presidente Abinader “está tirado en la calle”, en el “seno de la sociedad”, como un tsunami en la cresta de la ola junto a sus compañeros de partido para garantizar el triunfo.

Los opositores culpan de su derrota a los ciudadanos que se abstuvieron a participar en las elecciones municipales.

Los opositores comenten el error de dcir que ellos no han perdido, sino los ciudadanos que no fueron a votar.

La oposición y los menos favorecidos con el voto reaccionaron con una narrativa cargada de acusaciones, que incluyen narcotráfico, uso de recursos del Estado y abstención electoral.

El coordinador de campaña Rubén Maldonado culpó al mismo presidente de la República por presuntamente dar orden a las entidades públicas de participar en contienda y corromper los resultados por medio de ayudas sociales.

El asunto de la abstención electoral en nuestro país es viejo, porque la realidad es que el interés de los ciudadanos por ir a las urnas se ha reducido, sin embargo, somos el país con mayor nivel de votación en las elecciones municipales, congresuales y presidenciales.

La oposición perdió simplemente por que ha sido derrotada por las correctas y excelentes ejecutorias gubernamentales del presidente Luis Abinader, por las atinadas y excelentes ejecutorias del Ministerio de Obras Públicas, del Ministerio de Turismo, de Salud Públicas, Y todos los demás ministerios)

Sobre todo, las enormes y acetadas ejecutorias del ingeniero Deleigne Ascensión atreves del MOPC, que a mi juicio ha sido el ministerio que más ha contribuido en el posicionamiento en que se encuentra dl presidente Luis Abinader.

Por: Ramón Cabral