Un aspecto fascinante y hasta misterioso para muchos es el autoengaño de la ignorancia voluntaria. El individuo construye un andamiaje mental que le permite justificar, escapar y mantener su autoimpuesta ignorancia. Un ejemplo sería los millones de gentes ilusionada que se engañan a sí misma pensando que pueden ganarse ''El Power Ball,'' la lotto--sabiendo que hay miles de millones de probabilidades de perder. Conocen la información, tienen la experiencia de haber estado perdiendo por años su dinero jugando a la lotto, pero escogen ignorar. 

Como también aquellas personas las cuales escogen mirar en dirección opuesta a un evento desagradable que está ocurriendo. Piensan que mirando para otro lado el evento no está tomando lugar. La práctica constante y duradera del autoengaño frecuentemente produce una división, fragmentación de la personalidad. DeNicola explica, ''. . . está el yo que es consciente, el yo que engaña y el yo que no es consciente (el yo que es engañado).'' (DeNicola, Daniel R. Pg. 85) Cuando se practica el autoengaño por mucho tiempo la bifurcación de la personalidad llega al extremo de que la persona cree ser su ilusión. Gabriel García Márquez ilustra este fenómeno de modo conciso cuando escribe, ''Llego a ser tan sincera en el engaño que ella misma acabo consolándose con sus propias mentiras.'' Esto sucede en la fragmentación mental producido por todo el esfuerzo mental empleado en negar la realidad y negarse a sí mismo a través del autoengaño.