El polvo del Sahara es partículas de polvo mineral provenientes del desierto del Sahara y del desierto del Sahel, al norte de África. Este llega a recorrer sobre 5,000 kilómetros para alcanzar las costas de Puerto Rico y el Caribe.

Cada año más de 100 millones de toneladas de polvo del desierto del Sahara se levantan de entre sus dunas y recorren cientos de kilómetros hasta Europa y América. El polvo sahariano rico en minerales es un fenómeno que se suscita comúnmente y forma parte natural de los ecosistemas.

El Desierto del Sahara, es el desierto cálido más grande del mundo, con una extensión que alcanza los 9 millones de kilómetros cuadrados. Es tan grande que atraviesa por 11 países del norte de África: Argelia, Egipto, Chad, Libia, Marruecos, Nigeria, Sudan, Malí, Sahara Occidental, Mauritania y Túnez. Para ponerlo en contexto, el Sahara tiene casi la misma extensión que Estados Unidos, China o Canadá.

¿Qué es el polvo del Sahara?

En el desierto del Sahara ocurre un fenómeno meteorológico derivado de la conjunción de distintos factores. Gracias a las condiciones del desierto como los grandes complejos de tormentas de arena y polvo, puede ocurrir a lo largo del año que se genere una capa de aire seco, caliente y cargado con partículas de arena que se extiende varios kilómetros hacia arriba. Esta nube de polvo sahariano no se queda estática, sino que gracias a las corrientes de aire, viaja a través de la atmósfera hasta Europa y América.

Así, la nube de polvo del Sahara se superpone al aire superficial más frío y húmedo del Atlántico y viaja cerca de 10 mil kilómetros atravesando el Océano Atlántico. Impulsado por las depresiones del suroeste de las Islas Canarias, que en ocasiones aumentan la velocidad y la intensidad del polvo africano. La nube densa de partículas de polvo, viaja hasta llegar al continente americano, donde toca diversas naciones.

Suele ocurrir desde finales de la primavera hasta principios del otoño, cuando las ondas tropicales se mueven a lo largo del borde sur del desierto. Estas ayudan a generar la capa de aire del Sahara (SAL), que contiene grandes cantidades de polvo y tiene un espesor de 2 a 4 kilómetros. Los brotes de la capa SAL, suelen durar uno o dos días y luego se asientan para agitarse nuevamente, pero esta vez en forma de columnas de polvo que viajan hacia el norte de América.

Un tesoro de minerales

El polvo del Sahara es una riqueza de minerales, está compuesto por varios silicatos como el cuarzo. También posee minerales arcillosos, carbonatos, óxidos de hierro, sales y fosfatos. El tamaño de los granos de arena varía en tamaño, los hay desde granos grandes y gruesos de 10 micrones de diámetro. Hasta finos granitos que llegan a medir menos de 2.5 micrones de diámetro.

Efectos del polvo del Sahara

El polvo del Sahara puede resultar tanto benéfico como perjudicial para los ecosistemas. Por ejemplo, ayuda a fertilizar la cuenca del Amazonas gracias al hierro y fósforo presentes en la arena que enriquecen las tierras. Pero como todo en la naturaleza, el equilibrio es la clave del éxito. También puede tener el efecto contrario; demasiado fósforo sobrealimenta el agua salina y propicia el crecimiento de algas nocivas.

También puede tener afectaciones en el clima, sobre todo en Europa si es que coincide con depresiones o tormentas eléctricas, desencadena un fenómeno conocido como ‘lluvia de sangre’. Que es una lluvia teñida de rojo por la condensación de las gotas de lluvia en granos de polvo color óxido.

Pero no todo es perjudicial, también tiene el poder de desmantelar cualquier huracán gracias a sus condiciones secas y ventosas. En otras palabras, el polvo del Sahara actúa como un escudo que inhibe el desarrollo óptimo de ciclones tropicales.

Calentamiento global y polvo del Sahara

En más de una ocasión la naturaleza nos ha demostrado que todo está conectado. Dos fenómenos que aparentemente son antípodas, están totalmente conectados como lo son el polvo del Sahara y la formación de huracanes. Así las incidencias del humano en el clima, ya están teniendo afectaciones directas en el clima y el comportamiento de nuestro planeta.

Sabemos que como parte consecuente del cambio climático, las aguas de los océanos están experimentando un aumento en su temperatura media. Y como reacción en cadena, estas impactan directamente en la velocidad de viento del Sahara. Cuando el Atlántico norte se calienta en relación con el Atlántico sur, los vientos que mueven el polvo de este a oeste, se debilitan.

La siguiente consecuencia en esta cadena es que menos polvos llegan hasta el oeste y menos polvo significa menos escudo contra la luz solar sobre la Tierra. En otras palabras, el polvo ayuda a mantener el calor fuera del planeta gracias a su recubrimiento en la atmósfera, pero cuando los vientos se debilitan, menos protección contra el calor del Sol tenemos. Como espiral sin salida, la consecuencia más obvia es un círculo vicioso donde más calor en el océano trae menos polvo, y esto a su vez, genera más calor y mucho menos polvo.

Una vez más la reflexión recae en el mismo punto: calentamiento global y cómo afectamos al planeta con nuestras acciones.