El tercer estilo explicativo del niño, y más tarde del adulto, está directamente relacionados con las experiencias adversas. Las adversidades sufridas por nosotros durante la infancia afectan el desarrollo de nuestras fortalezas y debilidades psicológicas. ¡Por toda la vida! Por ejemplo, en un estudio sobre el impacto de la Gran Depresión en niñas de clase media y pobre, se identificó el impacto psicológico de la deprivación y las vicisitudes de la pobreza sobre los dos grupos.  Las niñas de clase media, cuyos padres perdieron su dinero durante la depresión lograron recobrarse física y mentalmente de esta experiencia negativa. El caso no fue el mismo con las niñas de bajos recursos económicos.

Tristemente, ellas nunca pudieron recobrarse. Las niñas que provenían de hogares pobres en su edad adulta experimentaron un desmoronamiento físico y psicológico. El impacto fue de tal magnitud que aun en su tercera edad las consecuencias eran trágicas. Aquellas niñas de la clase media sabían que, aunque pasaran necesidades económicas, ellas podrían salir adelante. Tenían una gran dosis de optimismo producto de sus padres. Al recobrarse la economía y sus familias volver a posicionarse dentro de la clase media, su estilo explicativo fue influenciado por la crisis y su resolución, creando una fuente robusta de optimismo frente a futuras crisis. Terminaron creyendo que las crisis podían resolverse. Esta actitud optimista contribuyó a su salud y bienestar según envejecían. Del otro lado, las niñas de baja clase económica y sus familias nunca pudieron recobrarse. Permanecieron viviendo en la pobreza. Antes de la depresión eran pobres, siguieron viviendo en la pobreza durante y después de esta. El pesimismo encontró un terreno fértil para continuar creciendo en las mentes y el estilo explicativo de las niñas pobres. Internalizaron que los tiempos malos perduran por siempre. No tenían esperanza frente a las crisis. Pensaban de manera negativa. Se le hacía sumamente difícil salir adelante, pues las permeabas el pesimismo en su estilo explicativo. El pesimismo aprendido durante su infancia producto de la Gran Depresión, se anteponía a cualquier crisis personal o profesional que enfrentaban. Por consiguiente, su salud, logros y éxitos eran disminuido drásticamente. Pensaban que tenían mala suerte. En sentido general, su calidad de vida fue afectada por el estilo explicativo negativo que tenían. Los traumas y experiencias negativas durante la infancia, podemos atrevernos a decir, nos marcan por toda la vida porque afectan nuestro estilo explicativo de forma optimista, o pesimista.