La lucha por el país es permanente

La práctica social nos ha enseñado que el hombre, el ser social por excelencia, está compelido a luchar permanentemente por la consecución de los fines, objetivos, metas, planes, intereses, bienes y servicios, etc., comunes para todos los miembros de la sociedad.

Aisladamente el hombre no puede hacer nada, pues los grandes retos, problemas y desafíos de una sociedad (pobreza extrema, subdesarrollo económico, hambre, desempleo, narcotráfico, delincuencia, violencia, corrupción, la falta de salud, educación, etc.) solo se pueden materializar si se lucha unido y permanentemente.  

En el caso concreto de la República Dominicana, todos quisiéramos tener un país bueno, sin pobreza extrema, desarrollado, moderno, democrático, progresista, con muchas oportunidades, con suficientes empleos, con muchos hospitales, con muchas escuelas, sin narcotráfico, sin tantas bancas, sin delincuencia, sin violencia, sin discriminación.

Luchar por ese país mejor no es una tarea para unos pocos seres humanos, no es para un momento, para un día, para unos meses o años, todo lo contario, es una tarea permanente, sin interrupción, diaria, sin vacaciones, sin descanso, sin tregua, en pocas palabras, es una lucha para para siempre. 

Luchar por el progreso de una nación para poder superar los atrasos y todas las necesidades y problemas sin resolver no es tarea de unos pocos, es una tarea que nos concierne a todos, sin importar nuestras condiciones sociales y económicas.

Nunca podré olvidar estas hermosas palabras de Bertolt Brecht: “Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles.

La una nación necesita de aquellos hombres que creen en la lucha permanente, de esos hombres como Juan Pablo Duarte, Gregorio Luperón, Francisco del Rosario Sánchez, Ramón Matías Mella, Manolo y muchos más,  convencidos de la plena independencia y, sobre todo, convencidos de que nuestro país podía y puede salir a flote y marchar hacia delante por los verdaderos senderos del progreso, del bienestar común, del desarrollo humano, de la modernización, de la transparencia, en una palabra, de hombres imprescindibles.

Vivimos en una nación con atrasos sociales y económicos, con muchas dificultades, con múltiples problemas, con viejas y nuevas necesitades que todavía no hemos podido resolver a pesar de los enormes recursos que hemos invertido y de los enormes esfuerzos que hemos realizado. Son una nación que todavía no ha alcanzado el tan anhelado desarrollo económico. Un país con mucha pobreza extrema.

Somos una nación aparentemente democrática con una población de más de 10 millones de personas, pero no todos los 10 millones podemos disfrutar de esta democracia que al parecer solo ha beneficiado a los de arribas, a los más pudientes, mientras los más necesitados y empobrecidos no tienen las mismas oportunidades.

Sin embargo, a pesar de nuestros problemas, tanto del pasado como del presente, todos desearíamos tener un “un país bueno”, en el sentido largo y ancho de la palabra que nos permita vivir como seres humanos. Todos estamos compelidos a luchar por ese mejor país.

Es verdad que queremos un país bueno, sin violencia, sin narcotráfico, sin delincuencia, sin pobreza extrema, sin hambruna, con mucha salud, con una educación sólida, con viviendas suficientes, con empleos suficientes y con justicia, entonces debemos apelar a la lucha permanente, sin tregua.

Estamos claro que el país que queremos es un país de oportunidades, en el que las personas crezcan y progresen. Un país basado en la democracia, el conocimiento y la igualdad de oportunidades. Con una nueva economía al servicio de la gente y donde sean plenamente reconocido todos los derechos de todos sin importar las condiciones sociales.

Para determinar y definir el país queremos, debemos partir del país que somos en la actualidad y los recursos con que contamos para poder ser el país que soñamos. Es pues importante debatir con profundidad la sociedad que tenemos y la que queremos,

Sin tener que profundizar demasiado podemos precisar que en nuestra sociedad históricamente se han presentado muchas crisis políticas, sociales y económicas pero estas crisis han sido discriminatorias al afectar más a los sectores más necesitados y empobrecidos.

No nos olvidemos que en la actualidad nuestro país está atravesando por una coyuntura muy desfavorable, por una situación muy delicada debido a la pandemia que nos azota desde el 2019 , por lo que esta situación puede empeorar aún más si no se toman las medidas de lugar, si no nos ajustamos a todas las medidas que se deben tomar, aun sean dolorosas.

Es justo precisar aquí, que para el año 2019, el país se encaminaba a cumplir la meta de alcanzar el estatus de alto ingreso para 2030. Sin embargo, el impacto global que supuso la pandemia de COVID-19 impactó de forma significativa la economía de la RD, provocando en el segundo trimestre de 2020 una aguda contracción en todos los sectores críticos.

La pandemia de COVID-19 empujó a la RD a su primera recesión en casi 17 años. Para el último cuatrimestre de 2020, se perdieron desde marzo unos 191,273 puestos de trabajo, con repercusiones muy negativas sobre los hogares pobres, las mujeres y los trabajadores informales.

Ahora bien, todo el que me conoce sabe que siempre he sido un fiel creyente de la lucha, un fiel creyente en la posibilidad de que nuestro país puede ser mejor del que tenemos, siempre y cuando empecemos ahora, a tiempo, porque mañana podría ser tarde.

Debemos empezar ahora a luchar por una sociedad donde podamos generar nuestros auténticos valores espirituales y materiales para el beneficio de todos.

Para luchar por esa sociedad solo nos queda convocar a los hombres y mujeres imprescindibles, a los que luchan todos los días, porque no nos cansaremos de insistir que luchar por una nación es una tarea posible y permanente.

Quiero hacer hincapiés en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, aprobada en septiembre de 2015 por la Asamblea General de las Naciones Unidas, que establece una visión transformadora
hacia la sostenibilidad económica, social y ambiental de los 193 Estados Miembros
que la suscribieron y será la guía de referencia para el trabajo de la institución en pos de esta visión durante los próximos años.

Los expertos han establecido que se trata de una nueva hoja de ruta que presenta una oportunidad histórica para América Latina y el Caribe, ya que incluye temas altamente prioritarios para la región, como la erradicación de la pobreza extrema, la reducción de la desigualdad en todas sus dimensiones, un crecimiento económico inclusivo con trabajo decente para todos, ciudades sostenibles y cambio climático, entre otros.

Por suerte para nuestro país, tenemos un presidente responsable, rodeados de ministros capaces de comprender la delicada situación por la que atravesamos y dispuestos a encararla para dar la batalla que nos conducirá por los buenos senderos por lo que tanto hemos luchado.