Hay que decirlo como es, la ciudadanía no confía en la Policía Nacional (PN) desde hace muchos años. Esta desconfianza está justificada si tomamos en cuenta el indebido comportamiento y proceder de sus miembros, pues muchas veces en vez de poner la paz y el orden, lo que han hecho es propiciar el desorden.

La muerte a tiros de los esposos Elisa Muñoz y Joel Díaz, en un incidente ocurrido en Villa Altagracia, ha revivido el eterno debate sobre la necesidad de someter a la Policía Nacional (PN) a un proceso profundo de cambio o “transformación”.

No soy opuesto a los planes, proyectos, iniciativas y esfuerzos que se puedan hacer para transformar o cambiar la Policía Nacional (PN), porque en realidad desde hace muchos tiempos la ciudadanía ha venido reclamando que se haga algo para cambiar esta institución del orden público, la cual está muy lejos de los fines para lo cual ha sido creada.

Para mí, y para muchos más, esta reforma policial es urgente y necesaria, y debe contraponerse a las actuaciones reaccionarias tan propias de tomadores de decisiones al más alto nivel político, siempre que surgen situaciones lamentables e irreversibles como el deceso fatal de esas dos personas.

En efecto, los medios de comunicación del país, sobre todo, las llamadas redes sociales, diariamente nos traen noticias, informaciones y videos que muestran las malas acciones, los malos proceder y todas las clases de atropellos cometido por los miembros de la llamada institución del orden público contra los ciudadanos.

Si bien es cierto que la Policía Nacional fue creada por el tirano Rafael Leónidas Trujillo Molina, como fuerza de choque y para ejecutar bajo torturas a lo mejor de la juventud, muy especial aquellos que eran denunciando por los Calieses como opositores al régimen, no es correcto que esta actúe como lo está haciendo

Entiendo que más que transformarla hay que cambiarla totalmente, desde los pies hasta la cabeza, duélale a quien le duela. Sí, así como suena, cambiarla, porque ha llegado a un estado tan grande de deterioro institucional, que ya no soporta transformación.

Pero si el presidente de la República, Luis Abinader, el cual está actuando de buena fe, entiende el proceso de transformación de la Policía Nacional como un cambio radical, entonces podría estar de acuerdo con todos estos esfuerzos que se están implementando desde la presidencia de la República.

Porque lo cierto es que casi todos los sectores de la vida nacional han venido reclamando que se haga algo con nuestra PN. Estos reclamos han venido acompañados de serias denuncias sobre los excesivos actos de violencia cometidos por los uniformados.
La ciudanía ha visto como preocupación como reiteradamente desde las altas cúpulas de la PN se ha defendido, por medio de notas de prensa de dicha institución, las acciones represivas de sus agentes en contra de indefensos ciudadanos.
De manera que preocupa sobre manera el llamado explícito hecho por el director al uso de la fuerza en el memorando número 00948 de fecha 14 de enero del 2021 dónde además felicita a los agentes por el trabajo realizado, lo que constituye una burla al pueblo en opinión de grupos populares, porque en medio de una pandemia y lo que implica un estado de emergencia, recibir maltratos y vejámenes de parte de la uniformada es inaceptable.
No es correcto pegar, maltratar e insultar a la ciudadanía, ya que esto en modo alguno puede formar parte de la misión policial, que proteger y garantizar la paz de los ciudadanos en medio de esta pandemia.
El hecho de que un ciudadano haya violado la ley, con o sin pandemia, no da motivo para que los uniformados apelen a la violencia y a los maltratos.
Estamos viviendo en medio de una cruel pandemia que provoca angustia, depresión y restricción, una enorme encrucijada para todos, pero el mal proceder y las malas acciones de la ciudadanía no pueden ser combatidas con maltratos, tal y como ha sido el proceder de los miembros de la PN.
Hasta algunos diputados han solicitado formalmente intervenir con urgencia la Policía Nacional para detener los atropellos y abusos cometidos por agentes de esa institución durante el toque de queda.
(Algunos entendidos en estos asuntos han planteado que para tratar el asunto de la transformación de la PN es necesario referirse a un punto clave de la relación Policía-comunidad, como es la imagen policial y su legitimidad ante la ciudadanía, lo cual está vinculado a la percepción de ésta sobre la criminalidad y la eficiencia con que la Policía se enfrenta a ella.)
Tenemos que el presidente Luis Abinader se había reunido este mismo año con el ministro de Interior y Policía, Jesús Vásquez Martínez y el director de la Policía Nacional, mayor general Edward Sánchez Martínez, para pasar revista al trabajo realizado por el cuerpo del orden durante el año recién terminado, ver los planes para el 2021 y fijar detalles sobre la Reforma Policial.
“Hemos pasado revista al gran trabajo que la Policía Nacional ha realizado con el confinamiento y la lucha contra la criminalidad en el año 2020”, afirmó el mandatario en la reunión donde también participó la ministra de la Mujer, Mayra Jiménez, quien es parte importante en el proceso de cambios en la institución del orden.
Abinader informó que también “hemos estudiado los planes del 2021, incluyendo el cuerpo especializado para la violencia intrafamiliar y de género”.
Esta reunión fue realizada en el Palacio de la Policía Nacional y formaba parte de los trabajos para una reforma policial profunda, con el apoyo otorgado a la institución y sus agentes.
El presidente también había comunicado que a mediados de febrero se rendirían todos los detalles de la reforma, incluido el monto de inversión, aunque avanzó que el aumento salarial y el seguro médico premium del Senasa, para los agentes y sus familias, forma parte de esos cambios.
Pero las malas acciones policiales no han parado, por lo que el presidente Luis Abinader ha dicho que cueste lo que cueste, alcanzará con éxito una transformación integral y moderna que coloque a la Policía Nacional entre las mejores del continente.
El mandatario emitió sus declaraciones al dejar conformado un equipo de trabajo integrado por em­presarios, académicos, sa­cerdotes, entre otros, para formalizar la propuesta de reforma policial.
“Reconozco que es posible que en este proceso de trasformación encon­tremos obstáculos y di­ficultades y más aún, les quiero advertir que la situación podría empeorar antes incluso de empezar a mejorar. Nos jugamos mucho y hay muchos intereses en juego”, expresó Abinader.
Dijo que el gobierno está preparado y determinado para no parar y concluir es­ta transformación con éxito, “cueste lo que cueste y me cueste lo que me cueste”.
Para este proceso de transformación el primer mandatario juramentó el grupo de trabajo que preside Servio Tulio Castaños y lo integran también Radhamés García, Juan Ramírez, Bautista López García, Rosalía Sosa, Pedro Brache, Celso Juan Marranzini, José Luis Mendoza, Osvaldo Santana, monseñor Francisco Ozoria, Fidel Lorenzo, Mu Kien Sang, Héctor Guerrero Heredia y Carlos Manuel Estrella.
A mi juicio un grupo de respetables personalidades con sobradas capacidades para lograr estructurar un excelente y efectivo plan de transformación y cambio en nuestra Policía Nacional.
Para concluir por ahora con este tema, solo me queda sugerir a esta respetable comisión, contemplar la posibilidad de aplicar una especie de cedazo en dicha institución, donde solo quede lo mejor de lo mejor, y que las vacantes sean llenadas por miembros de los tres institutos castrenses mediante una sabia e inteligente selección de sus mejores miembros, para que sean entrenados e incorporados a una Nueva Policía Nacional Dominicana.