Mitos y realidades | 23 JUN 20
Leche y salud
 

Autor/a: Walter C. Willett and David S. Ludwig N Engl J Med 2020;382:644-54

Los productos lácteos vacunos y derivados de otros mamíferos no humanos son componentes principales de las dietas occidentales tradicionales, especialmente en climas fríos.

La ingesta recomendada de leche o porciones equivalentes de queso, yogur, u otros productos lácteos en los Estados Unidos son tres porciones de 8 oz (237 ml) por día para adultos y niños de 9 años de edad o mayores, una cantidad que es sustancialmente mayor que la ingesta promedio actual entre adultos de 1,6 porciones por día.

La cantidad de consumo recomendada se ha indicado para cumplir con los requisitos nutricionales de calcio y reducir el riesgo de fracturas óseas. Sin embargo, no se ha establecido el beneficio de una alta ingesta de productos lácteos para la salud, y existen preocupaciones sobre los riesgos de posibles resultados adversos. Por lo tanto, el rol del consumo de lácteos en la nutrición humana y la prevención de enfermedades amerita una cuidadosa evaluación.

Composición de productos lácteos
Dado que la función natural de la leche es nutrir y promover el crecimiento de mamíferos jóvenes, esta contiene todos los nutrientes esenciales, así como múltiples hormonas anabólicas.3-6

Para aumentar la producción de leche, las vacas han sido criadas para producir niveles más altos de factor de crecimiento similar a la insulina I (IGF-I),7 y están embarazadas la mayor parte del tiempo que son ordeñadas,8 lo que aumenta considerablemente los niveles de progestinas, estrógenos y otras hormonas en la leche.

El procesamiento de la leche tiene muchas implicaciones potenciales para la salud. La pasteurización reduce la transmisión de brucelosis, tuberculosis y otros patógenos. La fermentación para producir queso añejo, yogur, kéfir y otros productos desnaturaliza las hormonas peptídicas, altera los antígenos proteicos, reduce el contenido de lactosa y afecta la composición bacteriana.10

El fraccionamiento produce manteca, productos bajos en grasa y proteína de suero, y la fortificación con vitaminas A y D puede complementar las dietas.

Crecimiento y desarrollo
Si no hay leche materna disponible, la leche de vaca (como base de la fórmula infantil para niños menores de 1 año de edad) puede agregar un valor nutricional importante durante el inicio de la infancia. Sin embargo, se puede obtener un crecimiento y desarrollo normales a lo largo de la infancia sin productos lácteos si se presta atención a la calidad de la dieta,11 incluyendo el uso de suplementos de vitamina B12 en dietas que incluyen pocos productos animales y vitamina D para compensar la baja exposición al sol.

Incluso con una nutrición general adecuada, el consumo de leche aumenta el crecimiento longitudinal y la altura alcanzada.12-14 No está claro si este efecto promotor del crecimiento es causado por aminoácidos específicos, hormonas anabólicas u otros factores. La leche de vaca contiene cantidades sustanciales de aminoácidos de cadena ramificada leucina, isoleucina y valina, que son clave para la calidad proteica.

El consumo de estos aminoácidos en humanos aumenta las concentraciones plasmáticas de IGF-I, que media la acción de la hormona de crecimiento,15-20 y la leucina activa específicamente la vía del objetivo mamífero de la rapamicina (mTOR), que promueve la replicación celular e inhibe la apoptosis.

Sin embargo, las consecuencias para la salud por el crecimiento acelerado y la mayor estatura adulta son complejas. La talla alta se asocia con menores riesgos de enfermedad cardiovascular, pero con mayores riesgos de muchos tipos de cáncer,23 fracturas de cadera,24 y émbolos pulmonares.

 

Salud ósea y riesgo de fractura
Una razón central para un alto consumo de leche a lo largo de la vida ha sido cumplir con los requisitos de calcio para la salud ósea.26 Paradójicamente, los países con la mayor ingesta de leche y calcio tienden a tener las tasas más altas de fractura de cadera.30,31 Aunque esta correlación puede no ser causal y podría deberse a factores de confusión como el estado de la vitamina D y la etnia, el bajo consumo de lácteos es claramente compatible con bajas tasas de fractura de cadera.

La base de las recomendaciones de EE. UU. para el consumo de leche deriva de estudios que evaluaron el equilibrio de la ingesta y la excreción de calcio en solo 155 adultos en quienes la ingesta de calcio necesaria estimada para mantener el equilibrio fue de 741 mg por día.25,32

Más allá del pequeño tamaño de muestra, estos estudios de equilibrio tienen otras limitaciones serias, que incluyen la corta duración (2 a 3 semanas) y las altas ingestas habituales de calcio. Por el contrario, el equilibrio estimado se alcanzó a aproximadamente 200 mg de calcio por día en la dieta entre hombres peruanos con baja ingesta habitual de calcio, un hallazgo consistente con la capacidad del cuerpo para aumentar la absorción cuando el calcio en la dieta es bajo.

En ensayos aleatorios que usaron la densidad mineral ósea como sustituto del riesgo de fractura, los suplementos de calcio de 1000 a 2000 mg por día resultaron en una densidad mineral ósea 1 a 3% mayor que en el placebo. Si se mantiene, esta pequeña divergencia podría ser importante.

Sin embargo, después de 1 año, la tasa de cambio en la densidad mineral ósea entre mujeres peri-menopáusicas tardías y post menopáusicas igualó la del placebo; por lo tanto, con la discontinuación de la suplementación, la pequeña diferencia en la densidad mineral ósea se perdió.

Debido a este fenómeno transitorio, los ensayos que duran 1 año o menos pueden ser engañosos,34 y los estudios de equilibrio de 2 a 3 semanas utilizados para establecer los requerimientos de calcio tienen una relevancia limitada para el riesgo de fractura.

Por lo tanto, se piensa que los estudios transversales pueden proporcionar información adicional útil sobre el estado estacionario de la densidad mineral ósea. Entre casi 10.000 hombres y mujeres representativos de la población estadounidense, la ingesta de calcio no se relacionó con la densidad mineral ósea en la cadera.36

En un meta-análisis de estudios prospectivos, las ingestas totales de calcio que variaron desde menos de 555 mg por día a más de 1100 mg por día no se relacionaron con el riesgo de fractura de cadera.37

En otros meta-análisis de estudios prospectivos, la ingesta de leche (variando de menos de 1,5 porciones por semana a 30 o más porciones por semana) o el consumo total de lácteos no se relacionó con el riesgo de fractura de cadera en hombres o mujeres.38-40 Ambas asociaciones positivas e inversas se han observado en estudios posteriores41,42; la evidencia general no apoya un mayor consumo diario de lácteos para la prevención de fracturas de cadera.

Los ensayos clínicos que examinan los suplementos de calcio y el riesgo de fractura son complicados de interpretar porque la mayoría de los suplementos incluyen tanto calcio como vitamina D; los estudios de calcio solo están limitados en tamaño, número y duración.

En un meta-análisis de cinco ensayos en el que un total de 6740 pacientes con un total de 814 fracturas no vertebrales recibieron suplementos de calcio solamente o placebo,37 no se observó ningún beneficio significativo del calcio en la reducción del número de todas las fracturas no vertebrales (riesgo relativo, 0,92; intervalo de confianza del 95% [IC], 0,81 a 1,05), y el riesgo de fractura de cadera fue mayor entre las personas que recibieron suplementos de calcio que entre aquellos que recibieron placebo (riesgo relativo, 1,64; IC 95%, 1,02 a 2,64).

La estimación de los requerimientos de calcio para niños es problemática porque es necesario un balance positivo para el crecimiento, y las recomendaciones reflejan esta incertidumbre. En los Estados Unidos, la cantidad diaria recomendada de calcio es de 1000 mg por día para niños de 4 a 8 años de edad, mientras que en el Reino Unido se considera adecuada una cantidad de 450 a 550 mg por día.

Entre las niñas en las primeras etapas de la pubertad, el balance de calcio fue positivo incluso con una ingesta de menos de 400 mg por día,43 y entre niños de 4 a 8 años de edad, la ingesta de calcio no se correlacionó con la densidad mineral ósea.

Estudios de suplementación con calcio o lácteos y densidad mineral ósea en niños muestran el mismo fenómeno transitorio observado en adultos. Aunque con la suplementación se observa un pequeño aumento, o ningún aumento, en la densidad mineral ósea, 45 los aumentos no persisten después de la interrupción,46-49 por lo que no se proporciona ninguna evidencia de que se necesite un alto consumo de calcio durante la infancia que sirva como un "banco" de calcio a lo largo de la vida.

En un ensayo aleatorio, el consumo de tres porciones adicionales de leche o alimentos lácteos equivalentes por día durante 18 meses por niñas y niños en las primeras etapas de la pubertad con ingestas de calcio por debajo de 800 mg por día no tuvo ningún efecto sobre la mineralización ósea.50

Estos hallazgos sugieren un umbral bastante bajo para la ingesta de calcio, por encima del cual una mayor ingesta tiene poco efecto adicional sobre la mineralización ósea. Aunque se ha planteado preocupación sobre los efectos sobre el balance de calcio del alto contenido de fósforo de la leche de vaca, en un gran estudio transversal en Estados Unidos la ingesta de fósforo tendió a asociarse positivamente con la densidad mineral ósea.

Dado que la leche aumenta la talla alcanzada, y que la altura más alta está fuertemente relacionada con fracturas de cadera y otros huesos,24 se examinó el alto consumo de leche durante la adolescencia en relación al riesgo de fracturas de cadera más adelante en la vida en dos grandes cohortes.

Entre los hombres, la ingesta de leche durante la adolescencia se asoció linealmente con un riesgo 9% mayor de fractura de cadera más adelante en la vida por cada vaso adicional consumido por día. No se observó asociación con el riesgo de fractura de cadera entre mujeres.

Por lo tanto, los datos existentes no apoyan la alta ingesta de leche durante la adolescencia para la prevención de fracturas más adelante en la vida y sugieren que tales ingestas pueden contribuir a la alta incidencia de fracturas en países con mayor consumo de leche.

Peso corporal y obesidad
Aunque la leche ha sido ampliamente promovida como beneficiosa para el control de peso, en un meta-análisis de 29 ensayos aleatorios, no se observaron efectos generales de la leche u otros productos lácteos en el peso corporal.53 Entre hombres y mujeres en tres grandes cohortes,54 los cambios en el consumo de leche, leche baja en grasa y queso no tuvieron asociaciones claras con el cambio de peso, mientras que el consumo de yogur se asoció con una menor ganancia de peso.

Como una de las únicas fuentes de probióticos consumidas comúnmente en las dietas occidentales modernas, los productos lácteos recién fermentados como el yogur pueden proteger contra la obesidad y conferir otros beneficios para la salud resultantes de sus efectos sobre el microbioma intestinal.55-58 Sin embargo, no puede excluirse la influencia de los estilos de vida generalmente más saludables de las personas que consumen yogur.

Los estudios de consumo de leche y peso corporal en niños son escasos y están sujetos a confusión y causalidad inversa. Entre 12.829 adolescentes seguidos durante 3 años, la ingesta de leche baja en grasa se asoció positivamente con la ganancia de índice de masa corporal (IMC, peso en kilogramos dividido por el cuadrado de la altura en metros), pero las tomas de leche entera y grasa láctea no; la ganancia de peso con la leche baja en grasa se asoció con el mayor consumo de energía.

Del mismo modo, en tres cohortes de niños pequeños, el consumo de leche entera o con 2% de grasa se asoció con menor IMC o menor riesgo de obesidad que el consumo de leche descremada o baja en grasa.60-62 En un estudio, no se observó una asociación general entre la leche y el porcentaje de grasa corporal.

Se han realizado pocos ensayos aleatorizados y controlados del consumo de leche entre niños o adolescentes. En un estudio de 1976 en el Reino Unido, 581 niños de escuela primaria que vivían en un área de bajos ingresos fueron asignados al azar para recibir un almuerzo escolar con leche (aproximadamente 7 oz, presumiblemente de leche entera) o sin leche. Después de 21 meses, no se observaron diferencias significativas en el peso, aunque los niños en el grupo que recibió leche tuvieron un aumento modesto de la talla.

En ensayos menores, aleatorizados, publicados desde 2008 que enrolaron niños con sobrepeso o con peso normal, el consumo de leche baja en grasa no redujo el peso corporal más que el consumo de bebidas endulzadas con azúcar, jugo de frutas o agua.

En un ensayo reciente diseñado para examinar los efectos del calcio de los lácteos, 274 niñas adolescentes con IMC variando del percentilo 50 al 98 fueron asignadas aleatoriamente a un grupo que recibió una intervención que sustancialmente aumentó su consumo de productos lácteos bajos en grasa (de 0,6 porciones por día a 3,2 porciones por día) o a un grupo control en el que el consumo debía permanecer constante (y solo aumentó de 0,6 porciones por día a 0,7 porciones por día). Contrariamente a la hipótesis, no se informó ningún efecto sobre las cantidades de grasa corporal después de 1 año.

En general, los resultados de estudios de cohorte prospectivos y ensayos aleatorios no muestran claros efectos de la ingesta de leche sobre el peso corporal en niños o adultos. Contrariamente al consejo del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (DAEU) para elegir lácteos reducidos en grasas, la leche baja en grasa no parece tener ventajas sobre la leche entera para controlar el peso, y en niños, la evidencia disponible sugiere un mayor aumento de peso a largo plazo con la leche reducida en grasa que con la leche entera.

El consumo regular de yogur puede resultar en un menor aumento de peso, y esta posibilidad merece más estudio en ensayos controlados adecuadamente para minimizar la confusión.

Presión arterial, lípidos, y enfermedad cardiovascular
El contenido relativamente alto de potasio de la leche ha llevado a sugerir que una mayor ingesta de leche puede reducir la presión arterial. La dieta de Enfoques Dietarios para Detener la Hipertensión (EDDH), que incluye productos lácteos bajos en grasa, reduce la presión arterial, pero la contribución específica de la leche no está clara porque la dieta es baja en sodio y rica en frutas y verduras. Ensayos aleatorizados de leche baja en grasa han mostrado resultados inconsistentes con respecto a la reducción de la presión arterial.15,70,71 Es importante tener en cuenta que el efecto

de la leche en tales ensayos a menudo depende de la comparación entre bebidas o alimentos. Si la leche reemplaza bebidas azucaradas u otros carbohidratos refinados, los resultados probablemente serán beneficiosos,72,73 pero los resultados pueden diferir si la leche reemplaza nueces, legumbres o frutas enteras.

Las recomendaciones predominantes también abogan por el consumo de productos lácteos bajos en grasa más que productos enteros porque las grasas saturadas (aproximadamente el 65% de las grasas lácteas son grasas saturadas2) aumentan las lipoproteínas de baja densidad (LDL), y el aumento del colesterol LDL es un factor de riesgo establecido de enfermedad coronaria. Sin embargo, los efectos reportados de las grasas saturadas dependerán de la comparación de la fuente de calorías.

El reemplazo de grasas saturadas con mayoría de carbohidratos, como lo alentó durante muchos años el DAEU, reduce el colesterol LDL; sin embargo, las lipoproteínas de alta densidad (HDL) y el tamaño de las partículas de colesterol LDL también disminuyen, y los niveles de triglicéridos y factores inflamatorios aumentan.75,76 Alternativamente, el reemplazo de grasas saturadas con grasas no saturadas tiene beneficios similares en el colesterol LDL pero sin los efectos adversos.

En estudios de cohorte prospectivos, ni la leche entera ni la leche baja en grasa se han relacionado claramente con la incidencia de o la mortalidad asociada con enfermedad coronaria o accidente cerebrovascular.78 Al igual que con estudios de lípidos en sangre, la asociación de la leche con el riesgo de enfermedad cardiovascular depende de la comparación de alimentos.

En la mayoría de los estudios de cohorte, no se hizo una comparación específica; por defecto, la comparación fue con todo lo demás de la dieta: generalmente grandes cantidades de granos refinados, productos con papa, azúcar y carne.

En una gran cohorte de mujeres, los productos lácteos enteros y bajos en grasa tuvieron relaciones similares con el riesgo de enfermedad coronaria; ambos se asociaron con un menor riesgo que el asociado con el mismo número de porciones de carne roja pero con un riesgo mayor que el visto con la misma cantidad de porciones de pescado o frutos secos.

Un patrón similar de riesgo de accidente cerebrovascular fue visto entre hombres y mujeres.80 Asimismo, la grasa láctea per se se asoció con un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular que la grasa poliinsaturada o vegetal.81 Para personas que viven en países de bajos ingresos donde las dietas son muy altas en almidón, el consumo moderado de productos lácteos puede reducir la enfermedad cardiovascular al proporcionar valor nutricional y reducir la carga glucémica.

Diabetes
Se cree que la leche de vaca es una causa de diabetes tipo 1 debido a la reactividad cruzada entre

las proteínas lácteas y las células de los islotes pancreáticos.83 Sin embargo, en un ensayo aleatorizado, los niños destetados a proteínas hidrolizadas en lugar de leche de vaca  no tuvieron menos autoanticuerpos contra las células beta después de 7 años que los niños que bebieron leche de vaca,84 y la relación de la ingesta de leche con el riesgo de diabetes tipo 1 sigue sin estar clara.

La ingesta de productos lácteos se ha asociado con un riesgo moderadamente menor de diabetes tipo 2 en algunos estudios de cohorte.85 Sin embargo, en grandes meta-análisis, el consumo de lácteos no se asoció con86 - o solo se asoció débilmente con87 - menor riesgo.

Además, un marcador genético para la tolerancia a la lactosa y, por lo tanto, mayor ingesta de leche, no se relacionó con el riesgo de diabetes.88 En un análisis de sustitución, el riesgo de diabetes fue menor con el consumo de leche que con el consumo de bebidas azucaradas o jugos de frutas pero mayor que con el consumo de café.

Cáncer
En comparaciones internacionales, el consumo de productos lácteos se correlaciona fuertemente con las tasas de cáncer de mama, cáncer de próstata y otros tipos de cáncer.9,90 Los efectos del consumo de leche en el IGF-I plasmático,20,91 que predice mayores riesgos de cáncer de próstata y mama,92 proporciona un mecanismo posible.

En estudios de cohorte prospectivos, el consumo de leche se asocia más consistentemente con mayor riesgo de cáncer de próstata, especialmente de formas agresivas o fatales, pero no con un mayor riesgo de cáncer de mama.

La ingesta total de lácteos se ha asociado con un mayor riesgo de cáncer de endometrio, particularmente entre mujeres post menopáusicas que no reciben terapia hormonal, un hallazgo posiblemente relacionado con el contenido de hormonas sexuales en productos lácteos.

 Se ha considerado que el consumo de productos lácteos o lactosa aumenta el riesgo de cáncer de ovario, pero no se observó ninguna relación en un análisis de grupo.95

En contraste, en meta-análisis y análisis agrupados de datos primarios, el consumo de leche se asoció inversamente con el riesgo de cáncer colorrectal, potencialmente debido a su alto contenido de calcio.

Una limitación importante de la literatura existente es que casi todos los estudios prospectivos se han iniciado entre personas de mediana edad o más, mientras que muchos factores de riesgo de cáncer operan en la infancia o en la vida adulta temprana. En un estudio de dietas en adolescentes, se mostró que la ingesta de leche no se relacionó con un riesgo futuro de cáncer de mama.

Alergias e intolerancia
La alergia a las proteínas de la leche de vaca puede afectar hasta 4% de los lactantes y causar considerables problemas de nutrición.100 Informes dispersos sugieren que el consumo de leche puede exacerbar las tendencias atópicas, confiriendo una predisposición al asma, al eccema, y a las alergias alimentarias.

Durante un período de 10 años, lactantes con antecedentes familiares de atopía que fueron asignados al azar para recibir fórmula de proteína hidrolizada tuvieron un menor riesgo de enfermedad alérgica y de eccema que los bebés que fueron asignados al azar para recibir leche de vaca.

En un estudio cruzado doble ciego de niños con intolerancia a la leche de vaca, 44 de 65 niños tuvieron una reducción en los síntomas (incluyendo la resolución de fisuras anales) cuando consumieron leche de soja, mientras que no hubo reducción en los síntomas entre los niños del grupo que recibió leche de vaca.

Más allá de la infancia, la leche de vaca puede precipitar exacerbaciones asmáticas y condiciones afines. Además, la intolerancia a la lactosa limita el consumo de leche en todo el mundo.

Mortalidad total
En un meta-análisis que incluyó 29 estudios de cohorte, la ingesta de leche (total, alta en grasa y baja en grasa) o el consumo total de productos lácteos no se asociaron con mortalidad general.

En un análisis reciente de tres grandes cohortes con más de 30 años de seguimiento, la leche entera se asoció con mayor mortalidad total, pero el consumo de leche baja en grasas y de queso no.

Sin embargo, cuando se compararon las principales fuentes de proteínas, el consumo de productos lácteos se asoció con menor mortalidad que el consumo de carne roja procesada y huevos, con mortalidad similar al consumo de carnes rojas sin procesar, aves y  pescado, y con una mortalidad significativamente mayor que el consumo de fuentes de proteína de origen vegetal.107

Producción orgánica y alimentada a pasto
Se ha promovido el consumo de leche orgánica en lugar de la leche producida de manera convencional dada la preocupación sobre el uso de somatotropina bovina recombinante y la presencia de residuos de pesticidas y antibióticos en la leche producida de forma convencional, y también debido a la expectativa de que la leche orgánica tiene mejor composición nutricional.

Aunque la leche de vacas tratadas con somatotropina bovina contiene niveles elevados de IGF-I,108 estudios a largo plazo no han comparado la leche de vacas tratadas con somatotropina bovina con leche de vacas no tratadas con respecto a resultados de salud en humanos.

Después de extensas revisiones, Canadá y la Unión Europea prohibieron la venta de leche de vacas tratadas con somatotropina bovina, no por problemas de salud humana, sino debido a problemas de bienestar animal, incluyendo aumento de mastitis, problemas en las patas y fertilidad reducida en vacas tratadas.

La leche orgánica puede tener un poco más de cantidad de ácidos grasos poliinsaturados n-3110 y beta caroteno111 que la leche convencional a consecuencia de la alimentación con pasto, no de su estado de producción orgánica. El contenido de hormonas sexuales de la leche aumenta si las vacas son ordeñadas mientras están embarazadas, pero esta práctica parece estar muy extendida entre los productores de leche convencional y orgánica.

Efectos ambientales
Los alimentos pueden influir en la salud tanto directa como indirectamente a través de los efectos ambientales de su producción.112 Los efectos de la producción láctea, particularmente de la producción a escala industrial, en la producción de gases de efecto invernadero y el cambio climático, el uso y la contaminación del agua, y la resistencia a los antibióticos son grandes potencialmente de 5 a 10 veces mayores por unidad de proteína que los efectos de la producción de alimentos de soja, otras legumbres y la mayoría de los granos.

Por lo tanto, las implicaciones ambientales de duplicar la producción para cumplir con las pautas dietéticas actuales de EE. UU. también serían grandes y masivas, si se aplican en todo el mundo, incluyendo los países de bajos ingresos con baja ingesta de lácteos.118 Por el contrario, limitar la producción de lácteos podría hacer una gran contribución para alcanzar los objetivos internacionales de gases de efecto invernadero.

Conclusiones
La leche de vaca incluye una combinación compleja de macronutrientes, micronutrientes y factores de promoción del crecimiento que pueden contribuir a la nutrición del ser humano; sin embargo, todos estos nutrientes pueden obtenerse de otras fuentes (como ha sido el caso en muchas sociedades tradicionales con baja ingesta histórica de productos lácteos).

Para adultos, la evidencia general no avala el alto consumo de productos lácteos para la reducción de fracturas, que ha sido una justificación principal para las recomendaciones actuales de Estados Unidos. Además, el consumo total de lácteos no se ha relacionado claramente con el control del peso o con el riesgo de diabetes y enfermedad cardiovascular.

El alto consumo de productos lácteos es probable que aumente el riesgo de cáncer de próstata y posiblemente de cáncer de endometrio pero reduce el riesgo de cáncer colorrectal.

Es importante observar que los efectos de los lácteos en la salud dependen fuertemente de los alimentos o bebidas específicos con los que se les compara; para muchos resultados, los productos lácteos se comparan favorablemente con la carne roja procesada o las bebidas azucaradas pero menos favorablemente con fuentes de proteínas vegetales como las nueces. Además, no hay un beneficio claro de consumir lácteos bajos en grasa sobre los lácteos enteros.

Los efectos del consumo de leche de vaca en los niños son menos claros debido a los mayores requerimientos nutricionales de los mismos para el crecimiento, y los datos son más limitados. Si la leche materna no está disponible, la leche de vaca puede ser un valioso sustituto en la primera infancia. La leche promueve la velocidad de crecimiento y una mayor altura alcanzada, lo que confiere riesgos y beneficios.

La mayor densidad de nutrientes de la leche puede ser particularmente beneficiosa en regiones donde la calidad general de la dieta y la ingesta de energía se ven comprometidas. Sin embargo, en poblaciones con una nutrición generalmente adecuada, el alto consumo de leche puede aumentar el riesgo de fracturas posteriores en la vida, y la asociación de la mayor talla con el riesgo de cáncer sigue siendo una preocupación.

Para la opinión de los autores, la recomendación actual de aumentar en gran medida el consumo de productos lácteos a 3 o más porciones por día no parece estar justificada. La ingesta óptima de leche para una persona individual dependerá de la calidad de la dieta en general.

Si la calidad de la dieta es baja, especialmente en niños en ambientes de bajos ingresos, los productos lácteos  pueden mejorar la nutrición, mientras que si la calidad de la dieta es alta, el aumento de la ingesta es poco probable que proporcione beneficios sustanciales pero si podría provocar daños.

Cuando el consumo de leche es bajo, los dos nutrientes de preocupación principal, el calcio y la vitamina D (que es de particular interés en latitudes más altas),120 se pueden obtener de otros alimentos o suplementos sin las posibles consecuencias negativas de los productos lácteos.

Para el calcio, fuentes dietéticas alternativas incluyen kale, brócoli, tofu, nueces, porotos y jugo de naranja fortificado11,121; para la vitamina D, los suplementos pueden proporcionar una ingesta adecuada a un costo mucho menor que la leche fortificada.

Abogando por investigación adicional, las guías sobre leche y productos lácteos equivalentes idealmente deberían designar una ingesta aceptable (como de 0 a 2 porciones por día para adultos), enfatizar sobre la leche baja en grasa como preferible a la leche entera, y desalentar el consumo de productos lácteos endulzados con azúcar en poblaciones con altas tasas de sobrepeso y obesidad.

Comentario
Los productos lácteos son componentes principales de las dietas occidentales tradicionales, y la cantidad recomendada es determinada con el objetivo de cumplir con los requisitos nutricionales de calcio y reducir el riesgo de fracturas. Sin embargo, no se ha establecido el total beneficio de la alta ingesta de productos lácteos para la salud, e incluso existen preocupaciones sobre el riesgo de posibles resultados adversos.

La mejor recomendación para la ingesta óptima de leche parece basarse en la calidad de la dieta general individual; si la calidad es baja, especialmente en sectores de bajos ingresos, los lácteos ayudarán a mejorar la nutrición, mientras que si es alta, es poco probable que proporcione beneficios sustanciales.

Mientras se esperan más estudios relacionados con el tema, es importante fomentar el consumo de una dieta variada, rica en nutrientes, optimizando el consumo de lácteos y evitando aquellos productos que puedan actuar desfavorablemente sobre la salud.

Resumen y comentario objetivo: Dra. María Eugenia Noguerol