SANTO DOMINGO.- República Dominicana deberá reforzar sus intervenciones en favor de la salud materno-infantil durante los próximos 12 meses en los que efectos colaterales del coronavirus, como la desnutrición, podrían provocar 873 muertes adicionales de menores de 5 años y 40 muertes más de parturientas.
La advertencia la lanzó este martes el Fondo de las Naciones Unidas para la Niñez (Unicef), en un documento en el que analiza la situación de 118 países de ingresos medios y bajos, donde la atención al COVID-19 “sigue debilitando los servicios de salud e interrumpiendo los servicios rutinarios”.
El organismo mundial establece que esas cifras son indicativas de del escenario “más leve” en un cuanto a la disminución de la atención materno-infantil, mientras que en escenario “más grave” las muertes adicionales de niños menores de 5 años se estimarían en 5,129 y las maternas en 246.
“En este peor escenario estaríamos retrocediendo 30 años en ambas cifras de muertes, aseguró en un comunicado Rosa Elcarte, representante de Unicef en el país.
De acuerdo a cifras oficiales, en el país se produjeron 171 muertes maternas por cada 100,000 nacidos vivos en 2019.
La estimación está basada, aseguró Unicef, en un análisis llevado a cabo por los investigadores de la estadounidense Escuela de Salud Publica Johns Hopkins Bloomberg publicado recientemente en la revista The Lancet Global Health.
En el estudio se analizan tres supuestos, leve, moderado y grave, y tomando como base el peor de tres supuestos de 118 países de ingresos bajos y medios, se estima que podrían producirse alrededor de 1,2 millones de muertes adicionales de menores de cinco años en tan solo seis meses debido a las reducciones en los niveles de cobertura de los servicios médicos rutinarios y al aumento de la emaciación (pérdida de peso involuntaria) infantil.
Para evitar esto, Unicef recomienda “actuar de inmediato” para frenar la transmisión del virus, ayudar a los enfermos y proteger a los profesionales sanitarios que trabajan en primera línea arriesgando su propia vida para salvar la de los demás.
Asimismo, seguir trabajando para mitigar los efectos secundarios que la pandemia tendrá sobre los niños y abordar el daño causado. Además, las comunidades tendrán que trabajar unidas y más allá de sus fronteras en la reconstrucción, así como para prevenir el regreso de la enfermedad.
“Si hemos aprendido algo de la pandemia del COVID-19 es que nuestros sistemas y nuestras políticas han de proteger a las personas en todo momento, no solo en situaciones de crisis. A medida que el mundo se recupera de la pandemia, este es el momento de sentar las bases para reconstruir un mundo mejor”, refirió el documento.