Arabia Saudí, a punto de admitir que el periodista murió durante un interrogatorio, según la CNN
En los últimos días, la inteligencia estadounidense había especulado que si Arabia Saudí confirmaba el asesinato de Jamal Khashoggi, un periodista de su país desaparecido en Turquía el 2 de octubre, Riad defendería la teoría de que los autores serían elementos de sus servicios secretos actuando por cuenta propia, sin relación directa con la monarquía dirigente.

Esa versión parecía buena al cierre de esta edición, cuando la CNN aseguró que las autoridades saudíes preparaban un informe que reconocería la muerte de Khashoggi en la embajada después de «un interrogatorio que salió mal», según dos fuentes de la cadena de noticias estadounidense. El objetivo del interrogatorio era secuestrar al ciudadano saudí.

La operación habría sido realizada sin permiso y los responsables serían quienes la ejecutaron. El informe sería coherente con la posición defendía por Arabia Saudí: que su Gobierno no tiene nada que ver con el asunto.

La investigación no ha sido publicada al cierre de esta edición pero se prevé que sea muy cuestionada, ante la incongruencia de que se planee y ejecute un interrogatorio y secuestro en un consulado saudí sin que lo ordene o sepa el Gobierno y las dudas que provoca que un interrogatorio acabe en asesinato.

Ayer, sin embargo, Donald Trump anticipaba casi al pie de la letra ese guion antes de conocerse la investigación saudí. En un breve encuentro con periodistas antes de viajar a Florida para visitar las zonas afectadas por el huracán Michael, el presidente de EE.UU. informó de que había tenido una conversación telefónica con el rey Salman de cerca de veinte minutos en la que el monarca saudí inisitío en negar cualquier relación con la desaparición de Khashoggi. «Ha negado firmemente cualquier conocimiento de ello», dijo. «No quiero meterme en su cabeza, pero a mí me ha sonado como que pueden haber sido asesinos que iban por libre», dejó caer.

La oposición demócrata criticó que Trump diera pábulo a esa hipótesis. El senador Chris Murphy calificó la teoría de los «asesinos por cuenta propia» como de «ridícula» y criticó que el presidente actuaba como un «relaciones públicas» de Arabia Saudí.


Tortura y asesinato

Khashoggi había sido crítico en los últimos tiempos con la monarquía del país, en especial con el príncipe heredero Mohammed bin Salman.

El pasado 2 de octubre acudió al consulado saudí en Estambul para tramitar documentos para su boda, prevista para el día siguiente.

Desde entonces, no se sabe de su paradero pero se sospecha que ha sido asesinado. La inteligencia turca reveló vídeos en los que se a supuestos agentes saudíes llegar a Estambul y entrar en el consulado poco antes de que lo hiciera Khashoggi. Las autoridades turcas han filtrado a los medios que tienen grabaciones sonoras -que no han publicado- desde dentro del consulado que demuestran que el periodista fue interrogado, torturado y asesinado. Su cuerpo, según esa versión, fue desmembrado para sacarlo de la oficina diplomática.

«¿Quién sabe qué pasó? Vamos a tratar de llegar al fondo de la cuestión, pero ha sido una negativa tajante», añadió Trump sobre la posible participación del Gobierno de Arabia Saudí en el suceso.

La posición de Trump sigue la línea de otros escándalos en los que el presidente de EE.UU. prefiere quedarse con la versión de sus aliados que con las evidencias obtenidas por la inteligencia.

Lo ha hecho con la interferencia de Rusia en las elecciones presidenciales que él ganó y ahora con Arabia Saudí, un socio de EE.UU. en Oriente Medio que Trump considera indispensable.

La inteligencia de EE.UU. contaba con información de que el príncipe heredero ordenó una operación para sacar a Khashoggi, exiliado recientemente por voluntad propia en EE.UU., y detenerlo en Arabia Saudí.

Trump, de momento, prefiere no cargar la mano con Riad. La desaparición de Khashoggi es una piedra en el zapato para Washington en su relación con Arabia Saudí. Les une un contrato multimillonario de venta de armas que el presidente de EE.UU. ha dejado claro que no va a romper por este asunto, a pesar de las presiones internas para que lo haga. Además, la monarquía saudí es una pieza indispensable para los planes de paz que su yerno y asesor, Jared Kushner, tenía para Israel y Palestina.

Kushner, que ha desarrollado una relación cercana con Mohammed bin Salman, queda ahora en una posición incómoda, con críticas de que ha pecado de inocencia e inexperiencia en sus relaciones con Arabia Saudí.

«Castigo severo»
El fin de semana, Trump amenazó con un «castigo severo» a Riad si se certificaba su participación en el suceso y las autoridades saudíes contestaron que «si se nos imponen acciones, responderemos con acciones más grandes» y advirtieron de «el papel influyente y vital del reino en la economía global».

Trump se contenta por ahora con enviar al secretario de Estado, Mike Pompeo, a Riad para tratar el asunto y con las explicaciones que le dan desde Riad. «Están trabajando muy de cerca con Turquía para encontrar respuestas», aseguró. Las autoridades turcas, sin embargo, han reclamado que se permita a sus investigadores entrar en el consulado.

Ayer, después de varios días de tensos intercambios, un equipo de investigación conjunto de Turquía y Arabia Saudí se personó en la legación diplomática. La información que pudieran encontrar sobre la desaparición de Khashoggi era una incógnita: habían pasado trece días desde que ocurrieron los hechos.