(CNN Español) - Recolectar un jabón usado. Limpiarlo y desinfectarlo. Rallarlo. Fundirlo. Hacer un jabón nuevo. Empacarlo con materiales biodegradables. Venderlo.
Ese proceso lo llevan a cabo desde hace 18 meses tres mujeres haitianas que no sabÃan lo que era tener un trabajo formal, un contrato. Y que ahora recuperaron la esperanza, pueden darles de comer a sus hijos, han aprendido muchas cosas (desde leer y escribir hasta empoderarse y conocer prácticas de higiene y cuidado del medio ambiente) y, lo más importante, sonrÃen.
Detrás de esa nueva oportunidad para Judith, Magoina y Daniella está Anacaona, una ONG que según su fundadora es más una empresa social y que lidera el primer proyecto de reciclaje de jabón en HaitÃ, el paÃs más pobre del hemisferio occidental.
El reciclaje se hace con jabones que provienen de las habitaciones de 25 hoteles lujosos en tres ciudades haitianas (Puerto PrÃncipe, Jacmel y Côte des Arcadins) y cumple con varios objetivos: disminuir la cantidad de desechos que producen los hoteles, minimizar el riesgo de enfermedades, darles un trabajo digno a mujeres vulnerables y ayudar en la economÃa de un paÃs al que casi nunca nadie dirige su mirada, azotado por desastres naturales, por la corrupción y por la indiferencia del resto del mundo.
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Magoina (izquierda) y Daniella reacondicionando los jabones en la sede de Anacaona en Puerto PrÃncipe. (Crédito: HECTOR RETAMAL/AFP/Getty Images).
“La idea se me ocurrió en el 2013 cuando estaba en el sur de Sudán trabajando en un campo de refugiados y conocà a una amiga que tenÃa un proyecto de reciclaje de jabón en la Indiaâ€, le contó a CNN en Español desde Puerto PrÃncipe Laure Bottinelli, una francesa-estadounidense de 28 años que creó Anacaona en enero del 2016 junto con dos socias más, otra francesa y una haitiana.
Pero antes de ponerla en marcha pasaron unos cuantos años, en los que Bottinelli vivió en Haità y se fue de ese paÃs, tras cuestionarse sobre el verdadero trabajo humanitario que hacen las ONG en lugares tan necesitados.
“Realmente no me hallaba en ese mundo de las ONG que llegaron a prestar atención de emergencia tras el terremoto. Para mà esa primera ayuda de emergencia es muy importante, pero lo que hacen años y años después me resulta un poco engañosoâ€, dice.
Si se parafrasea lo que explica con una expresión común en varios paÃses de América Latina, lo que ella querÃa no era dar el pescado, sino enseñarles a pescar a los haitianos.
“Yo no querÃa solamente coger los jabones de los hoteles y reciclarlos y dárselos a los niños, como pasaba en la Indiaâ€, cuenta. “La idea no era tener una ONG más, porque hay miles acá, sino montar una empresa social. Eso significa que primero tenemos un negocio, claro, para mantenernos, pero luego tenemos actividades sociales que impactan de manera positiva a la comunidadâ€.
Judith, Magoina y Daniella recolectan cerca de 120 kilos de jabón mensualmente, lo reacondicionan y perfuman con ingredientes locales y orgánicos, comprados a agricultores y campesinos haitianos, como almendras, café y frutas. Y luego empacan los nuevos jabones con materiales biodegradables.
Los jabones se venden en tiendas haitianas y se envÃan a la cadena francesa Yves Rocher. Pero Anacaona no se queda en eso. También apoya a colegios en Jacmel, en el sur del paÃs, dándoles jabones y entrenando a los profesores en prácticas de higiene para que luego ellos les enseñen a los niños.
Haità ocupa el puesto 163 entre 188 naciones en el último Ãndice de Desarrollo Humano de la ONU y más de la mitad de los hogares del paÃs no tienen acceso a agua potable.Â
“Nuestra idea no es tomarnos fotos con los profesores y los niños sino darles las herramientas a los profesores, mejorar su capacidad de trabajo. Cuando ellos aprenden y enseñan eso a los niños, les damos jabones limpios y luego, si eso funciona y los usan de manera correcta, les damos filtros de cerámica, para que puedan tomar agua potableâ€, comenta Bottinelli.
Ese trabajo en Jacmel lo hacen con personas de la misma comunidad, que en Anacaona reciben el nombre de embajadores de higiene.
Judith limpia uno de los jabones que recolectaron de los hoteles de lujo de la capital haitiana. (Crédito:
HECTOR RETAMAL/AFP/Getty Images).
“Normalmente, uno empieza primero el negocio y luego, cuando tiene ganancias, hace actividades sociales. Pero nosotras pudimos comenzar las dos cosas al tiempo. Ha sido muy desafiante pero una fortunaâ€, le dice a CNN en Español.
Y las labores de Anacaona no se detienen ahÃ. También hace trabajo comunitario en Cité Soleil, el barrio más pobre y más grande de Puerto PrÃncipe. No dan jabones porque ya hay mujeres y pequeños comerciantes que venden allá sus propios implementos de aseo y no quieren llegar a cambiar ese sistema.
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EnvÃan a tres embajadores que son del mismo barrio y van de casa en casa, de puerta en puerta, sensibilizando a la comunidad sobre las prácticas de higiene y de limpieza que se requieren para mejorar la calidad de vida. Una necesidad que cobró mayor urgencia cuando estalló el brote de cólera en el 2010, meses después del terremoto que devastó al paÃs, y que mató a por lo menos 10.000 personas.
En todo eso, dice Bottinelli, radica la diferencia de la iniciativa de reciclaje de jabón en Haità frente a unas que operan en la India, Bali y Camboya, donde por lo general no hay ganancias y solo se regalan los jabones nuevos en los colegios.
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“Queremos ser sostenibles. De hecho, no quiero que la ONG viva siempre de subvenciones, por eso pensé en montar una empresa social. TodavÃa necesitamos ayuda porque somos muy jóvenes y acabamos de comenzar, pero esperamos que en unos 2 o 3 años vendamos suficientes jabones y no tengamos que pedir más subsidiosâ€, asegura.
Un empleado de un hotel lleva un balde lleno de jabones usados para entregarlo a Anacaona. (Crédito:
HECTOR RETAMAL/AFP/Getty Images).
El desafÃo
Lo más difÃcil no fue convencer a los hoteles de que les dieran los jabones usados de sus clientes. Lo más difÃcil fue convencer a las mujeres encargadas de hacer la limpieza en esos hoteles pues la mayorÃa de las veces se los quedaban, para que los usaran en su familia.
“Con ellas hicimos un trabajo de sensibilización para explicarles que la calidad de ese jabón que recolectamos realmente es muy mala, es muy sucio, viene con pelos pegados, papel higiénico... les decimos incluso cómo se pueden contraer enfermedades de la piel por usar esos jabones usadosâ€, dice Bottinelli.
Una vez que ellas entienden y acceden a entregarle los jabones a Anacaona, algunas veces al año la empresa les entrega jabones limpios. Gratis.
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Uno de los mayores desafÃos fue convencer a las mujeres encargadas de hacer la limpieza en las habitaciones de los hoteles.
(Crédito: HECTOR RETAMAL/AFP/Getty Images).
El gran paso
En agosto próximo, Anacaona participará en una Feria Internacional de Negocios en Nueva York, en la que estarán unos 2.000 exhibidores y habrá unos 25.000 visitantes. Es la primera vez que van a buscar oportunidades de negocio para la empresa de jabones reciclados de esa manera.
Para participar deben pagar 3.000 dólares, que están recogiendo con donaciones a través de su página.
Judith Brevil es viuda y madre de dos hijos, además de que cuida de dos sobrinos que quedaron huérfanos por el terremoto de enero del 2010. Magoina Fremond tiene cinco hijos y durante muchos años vendió ropa en las calles de Puerto PrÃncipe. Ahora puede mandar a su hija menor al colegio y acaba de comprar un pequeño pedazo de tierra. Daniella Rosembert, viuda y madre de dos niños, llevaba seis años desempleada hasta que se encontró con Anacaona.
Ahora, las tres tienen un trabajo, un contrato legal, seguro laboral. Derechos y deberes. Y una nueva vida.