Muchas veces olvidamos que somos misioneros peregrinos en esta tierra, que estamos en deuda con el dador de los talentos, quien ha permitido que hagamos lo que hacemos y seamos lo que hoy somos.

Servir y bendecir a otros, es la verdadera razón de tenerlos; la Biblia nos enseña que “Dios dio dones a los hombres”, no para sí mismos, sino para el servicio de los demás. 

Todo talento abre puertas, pero por alto que lleguemos, no se trata de atraer más gente hacia ti, sino de acercarte más a la gente, para darte mejor. 

No erremos el blanco, servir con sabiduría y bondad es la única forma, de lo contrario escucharemos el dicho: “tu carácter te puede sacar de donde tu talento te puede llevar”...