10 lustros de indolencia, apatía, oportunismo, corrupción, populismo ventajista, hipocresías e ilegalidad sobre el tema fronterizo no pueden engendrar otra cosa que no sea la casi consagración de sus consecuencias como un derecho adquirido y la reducción  a un segundo plano de los temas constitucionales sobre legalidad migratoria.  

Cuando existen querellas históricas entre dos pueblos vecinos culturalmente tan diferentes, donde uno de ellos ha logrado niveles de desarrollo muy superior al otro como lo evidencia el hecho de que la RD tiene un PIB 7.69 veces mayor,  con un crecimiento económico promedio en los últimos 5 años 8.52 veces superior al de su vecino Haití y uno de ellos, en este caso la RD,  es 1.76 veces mayor en términos territoriales con una población más o menos similar, esas querellas históricas se potencializan  y el tema migratorio en busca de mejor vida, con su secuela de abusos y el drama humano que lo acompaña, adquiere una importancia capital a la hora del mantenimiento de las identidades nacionales. 

No era necesario someter a ningún escrutinio o análisis sociológico, lo que era evidente a los ojos de todos. Estábamos y seguimos estando sometidos a una invasión pacifica por infelices ciudadanos de un país vecino donde la clase gobernante desde su fundación como país, ha sido incapaz de mejorar un solo milímetro las condiciones de vida de sus habitantes. Invasión ésta clara y definitivamente en procura del más elemental de los derechos humanos: La subsistencia. La misma subsistencia que obliga a miles de dominicanos a arriesgar sus vidas lanzándose a la mar en frágiles embarcaciones para ser tratados igual como son tratados todos los inmigrantes ilegales cuando cruzan las fronteras de cualquier país.

La gran diferencia entre ambos casos migratorios es que la clase política del vecino país, saca botín geopolítico manipulando a expensas nuestras y acusándonos de la tragedia que por años ellos mismos han provocado.

El problema es sencillo de entender y difícil de enfrentar. No es necesario siquiera cuantificarlo. Los dominicanos emigrando y los vecinos haitianos inmigrando sin ningún control durante los últimos 50 años. La ley natural de los flujos migratorios determinará inexorablemente la extinción gradual de nuestra cultura, nuestra identidad nacional y hasta de nuestros colores patrios. Realmente, si somos incapaces de frenar esa realidad, no será necesario que ninguna potencia extranjera u organismo supranacional dictamine la fusión de la isla, ese proceso se inició hace mucho y su principal combustible es la apatía y la indolencia de todos nuestros gobernantes en las últimas 5 décadas.

50 años con una frontera que solo existe en los mapas cartográficos,   grandes y lucrativos negocios de trafico de personas entre los políticos, militares y algunos empresarios de aquí y de allá, organizados para lucrarse de la mayor y más inhumana trata de personas donde el elemento común es el aprovechamiento para beneficio propio, de la ignorancia de los que huyen del atraso, la insalubridad, la crueldad y la miseria a que estaban sometidos. Y mientras  los políticos de turno ignoraban olímpicamente las horribles consecuencias de su apatía histórica, para ahora, justo en el momento donde se comienza a romper la “represa” pretender detener la avalancha con una mampara de papel. Es que la Resolución podrá ser, como en efecto es, 100%  legal pero llegó muy tarde cuando ya el daño estaba hecho

Esa es la realidad de la sentencia del TC que aspira a corregir de un solo plumazo, 50 años de irresponsabilidad histórica y la hipocresía infinita de aquellos que invocando el nombre de Duarte lo traicionan vilmente permitiendo que los vecinos, envalentonados por muchos años de histrionismo internacional haciéndose ver a los ojos del mundo como nuestras victimas y de una perfectamente orquestada campaña anti dominicana a través de ONGs creadas especialmente con ese fin, han logrado que injustamente nos impongan el sello de racistas y xenófobos, lo cual les garantiza ganancia de causa cada vez que intentemos dirimir cualquier diferendo en los foros internacionales

La solución es única y no puede adoptarse a espaldas del drama humano. Los hijos de inmigrantes ilegales que lograron aprovecharse de la irresponsabilidad histórica de todos los gobiernos que precedieron a Trujillo, que nacieron en territorio dominicano,  han adquirido la mayoría de edad,  han hecho vida común con nosotros, tienen sus papeles de identidad en orden y gozan de una buena conducta comprobable, deben de ser tratados excepcionalmente por la Sentencia del Tribunal Constitucional otorgándole la nacionalidad dominicana. 

Hagámoslo por convicción y humanidad antes de que las presiones del resto del mundo nos tumben el pulso como casi siempre ocurre. No será esta la primera vez, ni la ultima tampoco, que las apariencias derrotan las realidades. 

Despues de eso, convertir nuestras leyes migratorias en un bastión inexpugnable, pero sin necesidad de recetas inhumanas, de forma que todos los extranjeros en suelo dominicano, tal y como hacen todos los países civilizados del mundo, puedan tener su visa o su permiso de residencia una vez hayan cumplido con los requisitos que establece la ley, mientras imponemos severas multas y sanciones a los empresarios locales que contraten ilegales. Nadie debe de andar como chivo sin ley en la RD pues estamos hablando de un tema de Seguridad y Supervivencia Nacional.