La historia dominicana empieza con la llegada de los primeros pobladores a la isla, hace aproximadamente seis mil años.
Los primeros grupos arribaron por el oeste. Vinieron de la costa caribeña de Centroamérica y se asentaron siguiendo el litoral suroeste hasta la comunidad de Barrera, en Azua.
Mil 500 años después arribaron por el lado oriental unos grupos derivados del tronco histórico de los arawuacos que habitaron en la cuenca del río Orinoco, que desemboca en la costa caribeña de Venezuela.
Con el correr de los años, los primeros grupos humanos se juntaron en diversos lugares de la isla y formaron grupos híbridos, llamados de diversas maneras por arqueólogos, etnólogos e historiadores.
Cuando se produjo la invasión europea de la isla, hace más de 500 años, el grupo étnico más numeroso y el más evolucionado era el taíno. De manera que, desde la llegada de los primeros pobladores a la isla hasta la invasión europea de 1492 es preferible llamar época prehispánica a ese largo período. Algunos historiadores la denominan también época precolombina o precolonial. Se trata del período más prolongado pero al mismo tiempo el menos conocido de la historia dominicana.
Entre los años de 1492 y 1821 discurre la época colonial, llamada por Américo Lugo "la edad media de la isla Española". Fueron 330 años de conquista y colonización española.
Para su mejor estudio, la época colonial podrá ser dividida en períodos más cortos. Una ojeada a los textos de los historiadores dominicanos nos permitirá ver las diversas propuestas de periodización de la etapa colonial que concluye históricamente con el primer golpe de Estado, encabezado por José Núñez de Cáceres la madrugada del primero de diciembre de 1821.
En los albores del siglo XIX, 1801 en adelante, se inicia la tercera época de la historia dominicana, la época moderna que coincide con la introducción de la imprenta y las nuevas ideas de la Ilustración que se agitaban en Francia, en los Estados Unidos y Suramérica. El pueblo dominicano empezó a despertar, iniciando el proceso de lucha por su independencia en noviembre de 1808.
La época moderna, que se había iniciado en Europa occidental en 1453 con la toma del estrecho de Constantinopla por parte de los tucos otomanos, empezaba en Santo Domingo 348 años después y concluyó en 1961 con el ajusticiamiento del dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina.
La época moderna, que abarca 160 años, es compleja, de vaivenes, sinuosa, intermitente, de altas y bajas, pero con una tendencia de acercamiento a la modernidad.
En ella vemos el proceso de independencia dominicana que concluye con la guerra de los seis años en enero de 1873, la ocupación militar haitiana, la fundación de un Estado débil, las guerras domínico-haitiana, la primera guerra civil, la anexión a España, la guerra restauradora, anarquía caudillista intensa, intento de anexión a los Estados Unidos, inicios de las relaciones capitalistas de producción, aparición de los primeros ferrocarriles, surgimiento de las telecomunicaciones, primeras dictaduras modernas, creciente endeudamiento externo, invasión imperialista y nueva dictadura.
Será difícil encontrar una denominación común para la historia dominicana iniciada en los inicios del siglo XIX. Algunos autores prefieren denominarla época nacional o época republicana, en contraposición a la época colonial.
Hemos preferido llamarla época moderna siguiendo la tradición occidental que ve en la toma de Constantinopla el fin de la época medieval y el inicio del mundo moderno.
En lo que respecta a la historia dominicana, la modernidad llegó tardíamente, 348 años después, que podría ser la misma distancia temporal que observamos ahora entre República Dominicana y cualquier otro país de la Europa atlántica.
La época contemporánea se inició en el viejo continente con el estallido de la revolución francesa en 1789, pero en la historia dominicana empieza con la muerte de Trujillo ocurrida en 1961 y se prolonga hasta el presente.
Es casi la misma arritmia histórica observada con la modernidad. Ambos conceptos, la modernidad y la contemporaneidad, no son coincidentes en el tiempo entre la historia occidental y la historia dominicana.