La labor que desarrollan más de 5 mil Organizaciones Sin Fines de Lucro (ONG), que existen en la Republica Dominicana contribuye sin lugar a dudas a resolver pequeños, pero no menos importantes, problemas sociales que se producen en nuestros barrios, ciudades, parajes y comunidades empobrecidas del país.

La mayoría de estas instituciones realizan sus actividades con escasos recursos y solo un número reducido cuenta con los medios suficientes para desarrollar planes y proyectos de grandes envergaduras, debido a que pertenecen a grupos empresariales que han incursionado en la nueva ola de la Responsabilidad Social Empresarial, que prevalece en las sociedades capitalistas.

Estas grandes ONGs, no solo desarrollan sus propias iniciativas, sino que incorporan a otras Asociaciones sin fines de lucro relacionadas con su entorno empresarial para ejecutar sus planes y justificar los beneficios que cada año reciben del Estado, a través de la reducción de impuestos y exoneraciones particulares.

Por el contrario, la gran mayoría de las ONGs, que habitan en nuestros barrios, campos, comunidades y parajes, se desenvuelven con muchas precariedades y en la mayoría de casos realizan sus labores en base al sacrificio de sus promotores principales y las actividades recaudadoras que ejecutan en su mismo entorno.

Algunas de estas, menos de 2 mil, reciben subsidios del Estado como estímulo al trabajo que realizan y de esa manera se pueden ayudar a mantener en parte el pago de las responsabilidades administrativas que les permite operar mínimamente a favor del lugar en que se encuentran.

El paralelo que hemos puesto a consideración de quienes habitualmente siguen nuestras publicaciones, demuestra de qué lado se encuentra la vocación, el altruismo y el deseo desinteresado en hacer un trabajo social que verdaderamente resuelva los problemas sociales que afectan a nuestra sociedad desde la base de ella misma.

Es por esa marcada diferencia y en respuesta a la misma, que el pueblo dominicano ha conferido bastante importancia a la premiación “Brugal Cree en su Gente” de la Fundación Brugal, porque los propietarios de esa ONG pensaron en reconocer el papel que desempeñan esas instituciones de escasos recursos para que no se detengan en sus afanes por llevar reales soluciones a los problemas que enfrentan sus comunidades.

Es importante destacar que cada vez que esa premiación es otorgada a una institución de esas que operan en nuestras comunidades del interior o en los barrios de nuestras ciudades principales en el país, los programas y proyectos que  ejecutan se fortalecen porque reciben una inyección de recursos con los cuales nunca han contado de manera acumulativa para destinarlos a las soluciones urgentes.

Es por esa razón, que cada año, son más las Asociaciones sin Fines de Lucro que participan en los premios “Brugal Cree en su Gente”, porque sus promotores confían en la transparencia e idoneidad del mismo y en que con los recursos obtenidos beneficiaran más grandemente a las comunidades para las cuales trabajan por vocación y servicio.

Ojala que las demás fundaciones que han sido creadas como políticas de Responsabilidad Social de las grandes corporaciones o transnacionales que operan en nuestro país, decidan imitar la labor que ha venido desarrollando la Fundación Brugal a favor de la sociedad dominicana para lograr que el trabajo social a favor de los que verdaderamente lo necesiten sea más efectivo, humano y genuinamente altruista, como  debe ser para conformidad de todos.