Para el pueblo de fe, el poder de la oración ha sido una verdad sostenida a lo largo de los siglos. En la Biblia, Jesús mismo afirmó:


APUNTE.COM.DO, SANTO DOMINGO. -Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos” (Mateo 18:19).

En esta ocasión, la ciencia se ha acercado a este tema desde una perspectiva investigativa. Un estudio dirigido por un científico cristiano plantea que la oración puede generar efectos positivos medibles en el cerebro humano y estar asociada a procesos de bienestar físico y mental.

La investigación fue encabezada por el doctor Andrew Newberg, director de investigación del Thomas Jefferson Hospital y Medical College de Pensilvania, reconocido por sus estudios en neurociencia y espiritualidad. El trabajo incluyó el uso de resonancias magnéticas cerebrales para observar la actividad neuronal durante momentos de oración profunda.

Según los resultados, la actividad cerebral registrada durante la oración mostró patrones similares a los que se producen durante el entrenamiento físico o prácticas intensas de concentración, lo que sugiere una estimulación significativa del cerebro.

En declaraciones ofrecidas al Christian Post, Newberg explicó:
“Al observar cómo funciona el cerebro, es evidente la facilidad que tiene para participar en actividades religiosas y espirituales. Esto tiene sentido si entendemos que el cerebro humano está preparado para la comunicación espiritual”.

Para el estudio, el equipo contó con la participación de adultos mayores con problemas de memoria. Los voluntarios dedicaron 12 minutos diarios a la oración durante ocho semanas, periodo en el que se desarrolló la investigación. Durante las sesiones, se utilizó un tinte radiactivo inocuo que permitió identificar las zonas del cerebro con mayor flujo sanguíneo, evidenciando una notable actividad neurológica.

Desde la perspectiva de la fe cristiana, estos hallazgos refuerzan la creencia en el poder sanador de la oración, siempre unida a la fe. Así lo expresa el profeta Isaías:
“Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados” (Isaías 53:5).

Aunque la ciencia continúa explorando estos vínculos, para millones de creyentes la oración sigue siendo una fuente de esperanza, fortaleza espiritual y consuelo en medio de la enfermedad.