APUNTE.COM.DO, SANTO DOMINGO. -La expresión “domesticar la envidia” ha tomado fuerza en debates sobre salud emocional y convivencia social.

Su origen exacto es incierto, pero su mensaje es contundente: controlar la envidia es clave para una vida más tranquila.

La psicóloga española María Jesús Álava Reyes explica que la envidia es una de las emociones más dañinas cuando no se reconoce a tiempo.

El psiquiatra argentino José Abadi señala que esta emoción se esconde detrás de críticas, comparaciones y gestos sutiles.

El psicólogo estadounidense Daniel Goleman, autor de Inteligencia Emocional, advierte que las comparaciones constantes deterioran la autoestima.

La terapeuta dominicana Yolanda León afirma que muchas discusiones familiares nacen de pequeñas rivalidades mal manejadas.

Por eso, especialistas coinciden en que domesticar la envidia significa reconocerla.

Entender su origen emocional.

Y convertirla en motivación personal, no en resentimiento.

En ambientes laborales, la envidia puede frenar equipos completos, según el consultor organizacional Juan Carlos Navarro.

Y en la vida cotidiana, puede distorsionar relaciones que parecían sólidas.

Aunque la frase no tiene autor confirmado, su espíritu coincide con reflexiones de Aldous Huxley sobre el rol de las emociones negativas en la felicidad humana.

Dominar la envidia no es ignorarla.

Es impedir que tome el control.

Comentario de Ramiro Estrella, periodista y abogado, director ejecutivo de Apunte.com.do:
“La envidia es un veneno silencioso. Cuando una persona la reconoce y la controla, empieza a vivir en libertad. Domesticarla es uno de los actos de madurez emocional más profundos”.

La reflexión sigue creciendo en espacios académicos y terapéuticos: quien domina la envidia, domina una parte esencial de su vida interior.