APUNTE.COM.DO, Santo Domingo. — La relación entre Rafael Estrella Ureña y Rafael Leónidas Trujillo es uno de los episodios más reveladores de la historia política dominicana. Estuvo marcada por alianzas estratégicas, rupturas profundas, exilio y maniobras calculadas por el régimen.

La alianza se formó en medio de la crisis que provocó la caída del presidente Horacio Vásquez en 1930. Estrella Ureña pactó con Trujillo, entonces jefe del Ejército, para facilitar la transición política. Ese acuerdo abrió el camino para que Trujillo llegara a la Presidencia y Estrella Ureña asumiera la Vicepresidencia.

El entendimiento duró poco. Trujillo comenzó a consolidar su proyecto de poder absoluto. En ese esquema, Estrella Ureña representaba un obstáculo por su liderazgo propio y su visión política independiente.

Las tensiones se hicieron evidentes. El dictador le ofreció un cargo diplomático con la condición de que renunciara a la Vicepresidencia. Estrella Ureña rechazó la propuesta, entendiendo que era un plan para desplazarlo sin ruido político.

La negativa lo llevó a un clima de presión creciente. El ambiente se volvió hostil y terminó marchándose al exilio. Desde el exterior mantuvo contactos con sectores críticos y denunció la naturaleza represiva del régimen.

A pesar de la ruptura, se produjo una inesperada reconciliación. Trujillo, experto en cooptar figuras con influencia, negoció el retorno de Estrella Ureña. Su presencia ayudaba a reforzar la apariencia de institucionalidad que el régimen buscaba proyectar.

En ese contexto, Trujillo lo motivó a aspirar nuevamente a la Presidencia. A simple vista parecía un gesto democrático. En realidad, era una estratagema diseñada para simular apertura política ante la comunidad internacional.

La candidatura tenía un propósito claro: proyectar pluralidad en un sistema totalmente controlado. Trujillo se beneficiaba de mostrar competencia electoral mientras mantenía todo el poder real.

Ya reintegrado al país, Estrella Ureña ocupó varios cargos importantes dentro del gobierno. Entre ellos, la función de Procurador General de la República, una posición clave en la estructura institucional del régimen.

La trayectoria de Estrella Ureña refleja un camino complejo. Fue aliado principal, opositor exiliado, candidato utilizado y funcionario del propio régimen que lo marginó. Su historia muestra cómo operaba el trujillismo: pactos tácticos, presión constante y un dominio total envuelto en apariencia de legalidad.