APUNTE.COM.DO, Naturaleza, ritmo e historia se combinan en uno de los destinos caribeños por excelencia. Ideal para los viajeros que buscan descubrir países que se viven con todos los sentidos, República Dominicana aguarda con verdaderas joyas naturales para una desconexión absoluta.

Para empezar su recorrido, recomendamos Santo Domingo, primer asentamiento europeo en América. La llamada Zona Colonial conserva siglos de historia entre calles empedradas y balcones antiguos. La Catedral Primada y el Alcázar de Colón son paradas obligadas, así como los bares y restaurantes donde se sirve un buen mofongo de camarones o un sancocho dominicano. Dos días bastan para empaparse de su ambiente cálido, de esa energía que mezcla pasado y modernidad.

A tres horas al norte, Cayo Arena aparece como un espejismo turquesa frente a la costa de Puerto Plata. Se llega en lancha desde Punta Rucia y en medio día se puede hacer snorkel entre peces de colores y brindar con una copa de ron frente al horizonte. “Vendemos experiencias, no solo paisajes”, cuenta a Somos David Collado, ministro de Turismo de República Dominicana. “Nuestra música, gastronomía y cultura forman parte de lo que vive el visitante cada día, una experiencia inmersiva más allá de nuestras hermosas y reconocidas playas”, añade.

Un destino no negociable para visitar en Dominicana es Samaná, el pulmón verde de la isla. Aquí la selva se encuentra con el mar, las cascadas desembocan en pozas cristalinas y las ballenas jorobadas llegan cada verano para aparearse en la bahía. El Salto El Limón y Playa Rincón justifican pasar al menos tres días en la zona.

Pero el nombre que más resuena hoy en Repúbica Dominicana es Miches, bautizada como la nueva joya del turismo en el lugar. Con playas vírgenes, montañas cercanas y una hotelería que apuesta por la sostenibilidad, este destino del este acoge apuestas hoteleras de renombre como Four Seasons y Ritz-Carlton. “Estamos en el mejor momento del turismo dominicano. Cuidamos los detalles, fortalecemos la seguridad y promovemos destinos que también beneficien a las comunidades locales”, asegura Collado.

Para cerrar con broche de oro, recomendamos concluir la ruta en Bahía de las Águilas, al sur, dentro del Parque Nacional Jaragua. Pasar al menos dos días allí es una experiencia que redefine el concepto de paraíso: aguas transparentes, silencio absoluto y la sensación de estar descubriendo una parte del Caribe todavía secreta.

República Dominicana, sin duda, se vive a flor de piel. Y es esa autenticidad característica la que hace que uno siempre quiera volver. “Entre República Dominicana y el Perú hay un lazo que va más allá del turismo: es una afinidad natural por disfrutar la vida”, concluye Collado.