APUNTE.COM.DO, SANTO DOMINGO. -Les tengo acostumbrados a escribir artículos relacionados con mi especialidad en Bienes Raíces o de economía, pero el cuadrangular de Aaron Judge me motivó a escribirles sobre otra pasión: el béisbol. Hoy quiero contarles lo que viví y por qué “no entiendo” del todo el béisbol moderno.
Yo nací en un maravilloso pueblo del interior de la República Dominicana llamado El Valle. Era tan lindo que el dictador le cambió el nombre y le puso Villa Trujillo.
En ese tiempo, mi pueblecito pertenecía a la provincia de El Seibo. Era una sección de Sabana de la Mar y que cuando murió Trujillo, retomó su nombre de El Valle.
Recuerdo que mi niñez se desarrolló haciendo lo que más nos gusta a los dominicanos, jugar pelota.
La casa donde me crie junto a papá Manolo y a tía Felín, tenía unos cinco bloques de altura y después era de madera. Uno de esos bloques yo lo tenía delineado con carbón y funcionaba como la mascota del cátcher. Con una pelota de goma me pasaba los días lanzando pelotazos a ese bloque, así aprendí a dominar el blanco, a sentir la distancia y a imaginar el strike sin que nadie lo cantara.
Papá Manolo y yo nos poníamos a escuchar el juego de pelota en un radio de pila. Recuerdo que muchas veces no teníamos energía eléctrica porque la planta que daba luz al pueblo se dañaba. Y con una lámpara de gas, nosotros dos en el colmado, él sentado en una mecedora con los pies sobre mí, yo sentado en una silla dándole masaje en los pies.
En ese tiempo escuchábamos a Billy Berroa, Lilin Díaz, Johnny Naranjo, Félix Acosta Núñez o Tomás Troncoso decir: “El pitcher chequeando las señales, ya se impulsa, lanza, strike, cantado”. Fue una época maravillosa en la que esos narradores nos llevaban a vivir verdaderamente cada segundo, cada movimiento de esa pelota.
Escuchar su narración era como estar en el estadio. Era algo espectacular que no se compara en lo más mínimo con los narradores de hoy en día que realmente hacen un trabajo muy diferente al de entonces.
En la medida en la que fui creciendo y me fui desarrollando con el tema de lanzarle pelotas al bloque señalado, me fui integrando a los juegos de béisbol de mi pueblo, y, aunque no pichaba, sí veía a los lanzadores y me ponían, siendo muy jovencito, como ampayar, no detrás del cátcher, sino detrás del pitcher
Entre cada inning y cambio de pitcher, un muchacho tomaba, la mascota del cátcher y yo el guante que había dejado el pitcher y me ponía a hacer lanzamientos.
Recuerdo que tiraba el sinker, que es la pelota que entra hacia el bateador. Las rectas de dos y cuatro costuras las lanzaba durísimo. Yo soy derecho, había una curva hacia afuera, que no sé ni cómo explicarlo, porque era un lanzamiento que la mayor parte del tiempo iba en línea recta, pero cuando estaba llegando al cátcher, hacía una locura y se iba, se lanzaba, qué sé yo, se movía hacia la izquierda y a los bateadores derechos, era muy fácil poncharlos.
También tiraba cambios de velocidad y el drop, que es la curva rompiente, que va en forma recta, pero cuando está llegando al cátcher, cae abruptamente. Esa mezcla de lanzamientos me permitía ponchar a muchos bateadores.
Comencé a jugar béisbol por casualidad. Uno de esos días en los que estaba tirando pelotas hacia el home, el mánager del equipo de mi pueblo, que se llamaba Jaime, me estaba observando. Yo no tenía idea de que él me estaba mirando. Ese día, en un doble juego habíamos perdido el primero, estábamos perdiendo el segundo, no había más lanzadores y Jaime me sorprendió, se acercó a mí y me dijo, César, ¿tú te atreves a pichar? Y yo le dije, bueno, si usted quiere, yo picho.
Ahí me prestaron unas zapatillas y una camiseta de las del equipo de El Valle, ¿y qué les parece?: Yo gané ese juego.
A partir de ese momento, me convertí, digamos que en el pitcher favorito del mánager Jaime, pues llegué a ser, no sé si el mejor, porque allá estaba Ñoño que era un pitcher espectacular y Neco, que también pichaba.
Éramos dos o tres que tirábamos, yo era el novato y creo que el más jovencito de todos, pero, con esos lanzamientos dominaba con facilidad a los bateadores contrarios.
Recuerdo que una vez, en un pueblo que se llama La Paja, de la provincia Hato Mayor, durante un campeonato, yo había ganado y pichado el juego completo de la mañana, y por la tarde, lógicamente, estaba descansando, ni siquiera tenía el uniforme puesto
Estábamos perdiendo ese segundo juego y en el quinto inning, el mánager Jaime me dijo, César, yo no puedo perder este juego, porque si lo perdemos, nos van a ganar el campeonato, ¿tú te atreves a pichar?, le dije que sí y automáticamente me puse a calentar.
Me entregaron el juego con las bases llenas y sin out. Tiré un solo lanzamiento en ese quinto inning,
El bateador del equipo contrario dio una línea a tercera base, que atrapó el jugador de mi pueblo, pisó la tercera, tiró a primera, y se hizo un triple play.
A partir de ese instante, yo dominé al equipo contrario, los muchachos de mi pueblo comenzaron a batear, y ganamos, por lo que gané los dos juegos.
¿Por qué les hablo un poco de mi historia como pitcher?. Porque el cuadrangular que dio Aaron Judge en el juego número tres de la serie de los Blue Jays y los Yankees, yo entiendo que pudo haberse evitado.
Posiblemente un simple lanzamiento malo, una curva, un cambio de velocidad, cualquier otro lanzamiento que no hubiese sido simplemente una recta a cien millas por hora, pudo haber cambiado la historia.
En la actualidad, lo relevistas, prácticamente lo que hacen es tirar rectas. Entonces, yo no entiendo el béisbol de hoy en día.
¿Cómo es posible que a un bateador como Aaron Judge, un pitcher se limite simplemente a tirarle rectas? ¿Cómo es posible que no lanzara una sola curva, un lanzamiento malo, algo que hiciera desbalancear ese bateador tan poderoso?
Silvano Quesada, aquel pitcher extraordinario de las Estrellas Orientales, que era de Sabana de la Mar, fue un gran amigo de Papá Manolo. Y, estando yo pichando en el Estadio Tetelo Vargas, de San Pedro de Macorís, me ayudó muchísimo pues me enseñó a mejorar, a perfeccionar mis lanzamientos.
Silvano Quesada, al igual que Pedro Martínez, lanzaba muchas curvas. Entonces, ¿alguien pudiera explicarme de los aspectos del juego de pelota de hoy en día.?.
Cómo es posible que los relevistas, se limiten prácticamente a tirar rectas a 100 millas por hora?. Yo entiendo que si hubiese habido otro tipo de lanzamiento, es posible que otra fuera la historia, y que quizás los Blue Jays le hubiesen ganado a los Yankees de Nueva York.
Ustedes, los que saben de pelota, por favor, corríjanme, porque definitivamente yo no entiendo el BÉISBOL moderno.