“Quien controla la tecnología controla el futuro”.

APUNTE.COM.DO, SANTO DOMINGO. -China anunció dos investigaciones contra gigantes estadounidenses de semiconductores justo antes de reanudar conversaciones comerciales con Washington en Madrid.

El Ministerio de Comercio informó que se trata de una pesquisa antidumping sobre chips analógicos, en especial de interfaz y controladores de puerta producidos por Texas Instruments y ON Semiconductor, y de una investigación antidiscriminatoria para evaluar si las restricciones de Estados Unidos al sector chino constituyen medidas encubiertas de bloqueo.

Según Beijing, entre 2022 y 2024 las importaciones de esos chips crecieron un 37% mientras los precios cayeron más de un 50%. Estos indicadores son utilizados como prueba de dumping, es decir, venta por debajo del valor “justo” de mercado. Al mismo tiempo, China acusa a Estados Unidos de politizar el comercio y de usar su poder regulador para frenar el desarrollo tecnológico del país.

La ofensiva cumple funciones simultáneas. Pretende presionar en la mesa de negociación, mostrar firmeza política y reforzar la narrativa de que China no aceptará restricciones unilaterales disfrazadas de seguridad nacional. En términos prácticos, si se confirman las acusaciones, el gobierno podría imponer aranceles punitivos que reduzcan la competitividad de los chips estadounidenses en el mercado chino, el segundo más grande del mundo en demanda de semiconductores.

El umbral técnico de la investigación, establecido en nodos de 40 nanómetros o más, revela un cálculo estratégico. China no puede todavía producir de forma masiva chips de vanguardia de 5 o 2 nanómetros, pero sí tiene capacidad en nodos maduros. Por eso concentra la pesquisa en un segmento donde existe mayor competencia local, lo que podría acelerar la sustitución de importaciones y fortalecer a sus propios fabricantes.

Este choque se inserta en una guerra tecnológica más amplia. Washington ha impuesto controles de exportación para restringir el acceso chino a chips avanzados de inteligencia artificial y supercomputación, además de sumar decenas de empresas chinas a la lista negra del Departamento de Comercio. En respuesta, Beijing emplea la vía legal y comercial para contrarrestar lo que interpreta como una estrategia de contención.

Analistas respetables advierten que el efecto buscado no es únicamente económico. China pretende consolidar su posición negociadora, al tiempo que envía un mensaje al resto del mundo sobre su disposición a defender con firmeza sus intereses tecnológicos.

Las investigaciones no están exentas de riesgos. Estados Unidos podría responder con nuevas sanciones, recurrir a la Organización Mundial del Comercio o impulsar contramedidas sobre exportaciones sensibles chinas. También existe la amenaza de disrupciones en la cadena global de semiconductores, donde la interdependencia es profunda. Los principales actores dependen de un delicado equilibrio internacional que podría alterarse por una escalada prolongada.

A mediano plazo se perfilan tres escenarios. El primero sería la imposición de aranceles a chips estadounidenses que otorgarían ventaja temporal a fabricantes chinos. El segundo sería una negociación condicionada en la que estas pesquisas se utilicen como moneda de cambio en acuerdos más amplios sobre controles de exportación. Por último, la escalada tecnológica si Estados Unidos contraataca con nuevas medidas y se agrava la fragmentación del ecosistema global.