APUNTE.COM.DO SANTO DOMINGO, REPUBLICA DOMINICANA Cada día se hace más evidente una idea que recorre con fuerza las mentes de la militancia del Partido Revolucionario Moderno (PRM) en Santo Domingo Este: “el próximo presidente de la República debe salir de la Costa del Faro, Santo Domingo Este (SDE)”.
Y esta convicción parte de una premisa irrefutable: si SDE es el municipio más grande de Centroamérica y el Caribe, y supera en población al Distrito Nacional, ¿por qué los sectores políticos tradicionales del Distrito deben seguir decidiendo quién gobierna al país?
Este planteamiento gana terreno, no como una simple aspiración localista, sino como un clamor legítimo basado en la conciencia de los hechos. Santo Domingo Este representa hoy el pilar electoral más poderoso y más sólidos del PRM, aportando la más poderosa masa de votos, la cual que es la más decisiva en cada elección. Sin embargo, esa fidelidad partidaria no se ha traducido en una representación proporcional en el gabinete nacional.
Las causas, múltiples, la más poderosa, la tradicional división de la militancia apoyando candidatos diversos candidatos externos, dividiendo su fuerza y su poder de unidad, lo que ha convertido en victimas esa vibrante militancia perremeista. Y sufriendo la consecuencia toda la sociedad. Lo que cambiaría con la nueva visión, de unificarnos todos en una sola dirección, bajo la sombra de un líder local.
Las consecuencia de ese comportamiento dividido tradicional, es que a pesar de Santo Domingo Este contar con decenas de hombres y mujeres capacitados, SDE no tiene aún un ministro con el peso político necesario para canalizar grandes proyectos, influir en políticas públicas o generar empleos a la escala que demanda nuestro municipio.
Esta exclusión sistemática –por la división fruto de la cultura tradicional de hacer política- que además de enfrentar la militancia, no solo limita el desarrollo del municipio, sino que también restringe las oportunidades para una militancia y una población creciente que exige más que promesas: quiere resultados. Y que a pesar de la brillante administración municipal –que es lo único que tiene como árbol la militancia, no tiene ni los recursos ni los espacios, para cubrir las necesidades locales.
Santo Domingo Este ha dejado de ser solo un bastión electoral. Hoy es cuna de liderazgos con visión ideológica, compromiso con la historia, sensibilidad social y capacidad gerencial, hombres y mujeres que entienden los desafíos de un país en transformación, y que están preparados para llevar esa visión a la Presidencia de la República.
No se trata de un capricho. Se trata de justicia política, de representatividad y de aprovechar el potencial de un municipio que ha dado mucho y ha recibido poco. La esperanza de profundizar el cambio, debe comenzar por reconocer dónde está el nuevo liderazgo.
Y ese liderazgo está, indiscutiblemente, en Santo Domingo Este. Y la militancia local, comprometida con el interés nacional, consciente de su poder decisorio, su inclinación es a unificarse y presentar un líder local para llevarlo a la presidencia de la República.
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