La misma Flor de Oro Trujillo declaró en una entrevista que Rubirosa poseía una técnica especial para hacer el amor, casi un arte que iba más allá de la simple relación carnal. De hecho, en París, los famosos molinillos de pimienta gigantes recibían el apodo de “Rubirosas” en alusión a la reputación masculina que lo perseguía.
Porfirio Rubirosa: El playboy dominicano que sedujo al mundo y estuvo al servicio de Trujillo
Ramiro Estrella
APUNTE.COM.DO.-SANTO DOMINGO,REPUBLICA DOMINICANA. — Porfirio Rubirosa Ariza no solo fue el playboy dominicano por excelencia de mediados del siglo XX. Fue un atleta de élite, un diplomático astuto y un seductor cuyo nombre y estilo de vida alcanzaron notoriedad en las capitales del mundo. Nació en San Francisco de Macorís en 1909, alcanzó la fama al amparo de la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo y murió en un accidente automovilístico en París en 1965.
Su vida sigue siendo un enigma que inspira libros, películas y anécdotas al borde de la leyenda.
El yerno de Trujillo
A principios de la década de 1930, el joven Rubirosa era un teniente apuesto y carismático que llamó la atención del dictador Trujillo. El generalísimo lo nombró miembro de su Guardia Presidencial y, poco después, arregló su matrimonio con Flor de Oro Trujillo Ledesma, su hija mayor. El casamiento lo convirtió en miembro de la familia del dictador y en una pieza clave de su entramado político y diplomático.
Tras la separación de Flor de Oro, muchos esperaban que Trujillo lo apartara de su entorno. Sin embargo, ocurrió lo contrario: lo mantuvo cerca. Trujillo descubrió que Rubirosa era un activo valioso para la política internacional de la dictadura. El apuesto capitán, con su perfecto dominio de varios idiomas, su habilidad para relacionarse con la alta sociedad y su magnetismo natural, era utilizado para abrir caminos y cerrar alianzas en las principales capitales del mundo.
El diplomático seductor
Rubirosa alcanzó notoriedad como embajador dominicano en Berlín, París, Roma, La Habana y Bruselas. Le acompañaba siempre un aura de misterio y seducción que lo hizo conocido en la prensa rosa y en los círculos de la jet set.
Se codeó con figuras como Marilyn Monroe, Rita Hayworth, Ava Gardner y Zsa Zsa Gabor. Se casó en total cinco veces, con mujeres tan famosas y acaudaladas como la actriz Danielle Darrieux, la heredera Doris Duke, la multimillonaria Barbara Hutton y la actriz francesa Odile Rodin.
El secreto de su éxito con las mujeres
¿Qué lo hacía tan irresistible para las mujeres? Quienes lo conocieron hablan de una especie de magia personal. El playboy dominicano no era solo un hombre apuesto; era un amante atento y astuto. Su habilidad para satisfacer a las mujeres alcanzó notoriedad pública.
La misma Flor de Oro Trujillo declaró en una entrevista que Rubirosa poseía una técnica especial para hacer el amor, casi un arte que iba más allá de la simple relación carnal. De hecho, en París, los famosos molinillos de pimienta gigantes recibían el apodo de “Rubirosas” en alusión a la reputación masculina que lo perseguía.
Atleta, piloto y aventurero
Porfirio Rubirosa no era solo un galán de alcoba. También era un atleta de primer nivel y un amante de la velocidad. Se destacaba en polo y automovilismo, participando en las 24 Horas de Le Mans y en pruebas de Fórmula 1. Su escudería de polo, “Cibao–La Pampa”, alcanzó notoriedad en Europa, donde era admirado por su destreza sobre la silla y por la galantería con la que acompañaba cada victoria.
El último acto: la muerte en el Bois de Boulogne
La vida de Porfirio Rubirosa concluyó de manera tan trepidante como la vivió. El 5 de julio de 1965, tras celebrar una victoria en un torneo de polo en el club “Jimmy’s” de París, abordó su Ferrari 250 GT para regresar a casa. Minutos después, a gran velocidad, perdió el control y se estrelló contra un árbol en el Bois de Boulogne. Tenía 56 años.
Legado y memoria
Rubirosa sigue siendo una figura enigmática en la memoria dominicana e internacional. Políglota, deportista, seductor y diplomático, encarnó la era de oro y sombras de la dictadura de Trujillo. Amado por unas, envidiado por otros, sigue siendo recordado como un hombre que supo hacer de su vida una película donde la política, la pasión y la velocidad eran la misma moneda.