}APUNTE.COM.DO.- SANTO DOMINGO, REPÚBLICA DOMINICANA.– Una mezcla de indignación, asombro e impotencia se ha apoderado de la opinión pública tras conocerse la controversial decisión judicial que, para muchos, constituye un duro golpe a la esperanza de justicia en uno de los casos más trágicos y mediáticos de los últimos tiempos: el colapso del techo en la discoteca Jet Set, que dejó un saldo de 236 muertos y decenas de heridos.

Lejos de aplicar medidas ejemplares que respondan al clamor popular por justicia, el tribunal impuso medidas de coerción consideradas débiles y carentes de proporcionalidad frente a la magnitud del daño causado. Para muchas familias afectadas, esta decisión constituye una burla y un agravio adicional al dolor que cargan desde aquel fatídico día.

“No hay justicia para los de a pie”

Las medidas dictadas –que incluyen presentación periódica, impedimento de salida del país y garantía económica– han sido calificadas como “flojas” y “convenientes” para los responsables de operar un establecimiento que, según múltiples denuncias, funcionaba bajo condiciones irregulares, sin mantenimiento adecuado ni fiscalización estatal.

“Lo que se esperaba era una medida firme, ejemplar, no este pañito tibio. La justicia está enviando el mensaje de que en este país, si tienes poder o dinero, puedes responder con cheques en vez de cárcel”, expresó con evidente decepción Carlos Figuereo, padre de uno de los jóvenes fallecidos.

La frase del pueblo: “A lo hecho, pecho”… ¿pero sin consecuencias?

El viejo refrán dominicano “a lo hecho, pecho” parece haber sido ignorado por las autoridades, que lejos de aplicar un régimen de consecuencias firmes, optaron por una salida que minimiza la gravedad del hecho y desmoraliza a quienes confiaban en la acción del sistema.

Las redes sociales se han desbordado con mensajes de indignación. Muchos usuarios cuestionan no solo a los jueces, sino también al Ministerio Público, al que acusan de no haber sustentado con la fuerza debida una solicitud de prisión preventiva, pese a los indicios claros de negligencia, omisiones y posibles actos dolosos.

Tragedia + impunidad = desesperanza

El caso Jet Set ha pasado de ser una tragedia nacional a un símbolo de la fragilidad institucional. Las medidas de coerción impuestas dejan en evidencia, una vez más, la distancia abismal entre la justicia formal y la justicia que reclama el pueblo.

Para los deudos, no hay consuelo. Para los abogados de las víctimas, el proceso ha estado plagado de irregularidades. Y para la sociedad, este caso confirma una dura realidad: el sistema de justicia dominicano sigue operando bajo lógicas selectivas y desiguales.

“Esto es impunidad maquillada. Le están dando un tratamiento blando a una tragedia de proporciones históricas. ¿Qué están esperando, que el pueblo se tire a las calles?”, cuestionó un comunicador en un programa radial matutino.

¿Qué sigue ahora?

El proceso judicial continuará, pero la confianza en él se ha desplomado tanto como el techo del Jet Set. El país observa con escepticismo lo que vendrá, aunque ya muchos han perdido la fe en que haya consecuencias reales para los responsables.

Y así, una vez más, la justicia dominicana parece haber fallado no solo en su sentencia, sino en su deber más esencial: proteger la vida, castigar al culpable y dar paz a los que sufren.