Las honduras de la erosión que se viene produciendo en la dupla PLD-FUPU con la venida de las pasadas elecciones municipales y los magros resultados obtenidos en ellas, expresan un agudo proceso de involución en ese litoral político.

El deterioro reflejado antes de las elecciones se ha mantenido luego de conocerse los resultados de los comicios del 18 de febrero, agravado ahora con la renuncia de dirigentes a todos los niveles y el retiro de candidatos a diputados en muchas localidades del país, con signo cualitativo.

Pero no menos grave es la dimensión cuantitativa, con la renuncia y solicitud de ingreso en el PRM y aliados de una gran cantidad de movimientos y grupos que conformaron la gran clientela proveniente del Partido Reformista y de otras organizaciones.

Como fundador y conocedor cercano de la historia del peledeísmo (como denomina Rosario Espinal a los dos bandos que heredaron el partido de Bosch), nunca había presenciado una crisis, un despelote tan masivo y profundo como el que sufren hoy los grupos de Danilo y Leonel desde que el partido alcanzó el segundo lugar en las elecciones de 1990, gracias a la división del PRD entre Peña y Majluta.

El PLD fue concebido como un partido de cuadros, “de capitanes”, decía Bosch en sus pretensiones de organizar una formación de niveles de cualificación que superara vicios y desviaciones ideológicos típicos de los partidos del sistema.

Pero definitivamente el PLD se metamorfoseó al incorporar a sus vice secretarios y activistas en camino a darle consistencia a la masificación ya en desarrollo en un congreso en el que Bosch terminó renunciando a la presidencia de la organización, declarándose “Miembro y nada más”.

Luego de la alianza que hiciera en 1996 con Balaguer, cooptando gran parte del Partido Reformista, el PLD usó sus 5 gobiernos para en base a los recursos estatales coinvertirse en una gran maquinaria de clientela política.

Hoy, la traición a los principios políticos y éticos ofrecidos por Bosch con la instauración de El Nuevo Camino presidido por Leonel Fernández y Danilo Medina; la frustración causada por haber convertido sus gobiernos en dos décadas de corrupción, impunidad y descalabro institucional; y finalmente la división irreversible de Fernández y Medina, debido a la ambición desmedida de poder están revirtiendo medularmente todo el crecimiento de otrora.

Con las decepciones de sus líderes, la militancia y muchos dirigentes del PLD y la FUPU se sienten atraídos por la conducta honesta y constructiva, ejemplar, de Luis Abinader, y por eso tantos hombres y mujeres del pueblo se están integrando o simplemente apoyando al PRM y aliados.

Sin capacidad de atraer a dominicanos que no estén vinculados o que hayan sido beneficiados por su pasado, los grupos de Leonel y Danilo se están desgastando en su derredor y probablemente derivando entre ambos a alrededor de aquel voto duro de un 24% que alguna vez llegaron a tener.

Mientras Luis, que hasta hace poco se veía ganador de las elecciones del 19 de mayo con alrededor de un 60%, parece encaminarse a un triunfo con 70%.

Pero siempre inspirado en el concepto de que el triunfalismo no es opción y la conseja de José Ignacio Paliza de que al PRM y aliados la victoria debe encontrarlos trabajando.