Los altos precios, es el principal problema

Los precios, tanto de los productos básicos, como de los no básicos, han subido vertiginosa y olímpicamente hasta llegar a las nubes, tan altos que los sectores más empobrecidos y necesitados de nuestra nación no los pueden alcanzar.

Fui al colmado y compré 30 pesos de salami del malo (para unos gatos), y el pedacito que me dieron me dio gana de reír, tenía un espesor menor al de dos dedos de mi mano. No me contuve y se lo enseñé a todo el que pude, quizás como una forma de poner de manifiesto lo que realmente sentía dentro de mi ser.

El ministro de Economía, Planificación y Desarrollo, Miguel Ceara Hatton, ha dicho que la subida de los precios en nuestro país “es coyuntural” (quizás quiso decir momentánea) y que la misma “se debe a la recuperación mundial”, algo como que suena demasiado teórico, profundo y abstracto, pues en verdad que me resulta muy difícil entenderlo. 

Pensé que el ministro de economía daría una mejor explicación (o que daría una respuesta más satisfactoria) de este tremendo problema que hoy por hoy está afectando enormemente a todos los sectores, pero como ya dijimos, sobre todo a los más empobrecidos y necesitados por tener recursos muy insuficientes para encarar esta escalada alcista.

Para mi lo dicho por este ministro no nos arroja luz, ya que no aporta ninguna solución inmediata y concreta a este mayúsculo y serio problema que cada día que pasa crece y crece y se pone más grave y, sobre todo, más peligroso de la que pueda aparentar.

Los altos precios se están tragando los de por sí bajos salarios de los empleados y no se trata, en modo alguno, de meter miedo, sino de llamar la atención a las presentes autoridades que tienen que ver directa o indirectamente con el asunto de las subidas indiscriminadas de los precios de los artículos de primera, de segunda y de tercera  necesidad, para que tomen carta en este peligroso asunto, pues tendremos necesariamente que preguntarnos hasta cuando los sectores sociales, que son los consumidores, aguantarán estas escaladas alcistas.

Las presentes autoridades, mientras andan por las nubes con sus explicaciones teoréticas sobre los altos precios, al parecer no están al tantas o pendientes de la cadena de distribución que envuelve todo el proceso de producción, circulación y venta de todos los productos básicos y no básicos, donde los llamados intermediarios (con la mirada complaciente de las autoridades) están haciendo su agosto a costa de los estómagos de los consumidores, porque los pequeños y grandes comerciantes atribuyen estas subidas precisamente a la acción desaprensiva de estos intermediarios.

La realidad es que somos muchos los que percibimos que estos llamados intermediarios son realmente lo que están imponiendo a su ancha los altos precios existentes en la actualidad, son para muchos los culpables de la enorme diferencia que existe entre el precio de salida de la producción y el precio a que llega al consumidor, siendo así como funciona el dispar mercado local de los precios de los alimentos.

La penosa realidad es que los alimentos que componen la canasta básica llegan caros al consumidor y sectores lo atribuyen a la participación de los llamados intermediarios en la cadena de distribución, verdaderos agiotistas y desaprensivos.

Debemos señalar, con mucha vehemencia, que hace falta una regulación rigurosa en los márgenes de beneficios que obtienen estos llamados intermediarios (o agiotistas) y, claro está, esta regulación tiene que estar necesariamente en el mismo Gobierno.

No creo, bajo ninguna circunstancia, que los precios de los artículos de primera necesidad sean dejados al libre juego de la oferta y la demanda, como criminalmente plantean algunos tecnólogos al servicio de los sectores más pudientes y enriquecidos de nuestra sociedad, pues sería un cruel y criminal atentado para los sectores más empobrecidos.

Las presentes autoridades deben saber, si es que no saben, que las quejas de la población se ha incrementando con relación a los altos precios.

A mi juicio, estos llamados intermediarios han alterado los precios de todos los productos, son los culpables de que los productos lleguen encarecidos a los consumidores, aprovechándose de todas las funestas consecuencias que se han desprendido de la presente pandemia y del descuido que ella puede provocar en el accionar de las presentes autoridades.

Dejémonos de las teorías engañosas sobre el incremento de los altos precios y prestemos más atención a la realidad que puede provocar la especulación de algunos comerciantes (escondiendo las mercancías para encarecerlas y vendarlas más cara), pero sobre todo, de los llamados intermediarios que imponen antojadizamente los altos precios.

Faltan controles en los canales de comercialización y que, por eso, los pequeños y medianos productores ganan menos y, al mismo tiempo, los consumidores más pobres 

Lo cierto es, no obstante, que todas las argumentaciones anteriores pueden haber tenido validez en su momento, pero entiendo que hoy, en medio de una crisis sanitaria mundial, derivada en crisis económica internacional y local, con efectos nocivos en la producción y, por ende, en la oferta, era casi lógico pensar que los productores buscaran compensar sus pérdidas en la pandemia con aumentos en los precios de los bienes y servicios, sobre todo en mercados no regulados, cuando se fuera dando la apertura de las economías paulatinamente.

Hemos dicho, en entregas anteriores, que la vida tiene una forma irónica de patearnos justo cuando nos encontramos en una mala época, como es  precisamente la actual, en que la pandemia a agudizado aún más la de por sí delicada situación económica por la que veníamos transitando. 

Pero también hemos señalado que tenemos el coraje, el valor y la voluntad necesaria para poder superar estos momentos difíciles, porque es bien sabido que los hombres nos caemos, nos levantamos, nos volvemos a caer, para levantarnos y no volver a caer más.

Y estos momentos difíciles deben ser encarados por todos, porque no es un asunto que solo le concierna al presidente y sus funcionarios, como erróneamente piensan algunos, es un asunto que nos afecta a todos, desde el más humilde hasta el más pudientes de los dominicanos.

La crisis que está viviendo el mundo es tremenda y delicada y por tanto debe ser encarada con responsabilidad y con el mayor sacrificio posible, pues solo nos queda trabajar duro para superarla lo más pronto posible.

Me parece que sería muy oportuno que el gobierno y los funcionarios les prestaran más atención a los altos precios de todos los productos, como una manera aliviar y mejorar las condiciones de vida de los más necesitados.