El Senado de la República debe tomar una decisión a mediado de octubre sobre la integración de la nueva Junta Central Electoral (JCE), presidente y el resto de sus miembros, con la responsabilidad de escoger a personas capaces, éticas, con criterios de independencia y que reúnan otras cualidades. En fín, que tengan la capacidad de organizar procesos electorales libre de todo tipo de cuestionamiento, con decisiones que solo estén amparada en el amparo de la Ley y la razón.
El presidente de la República, Luis Abinader ha dicho que el Partido Revolucionario Moderno (PRM) llevará a la Junta Central Electoral (JCE) personas independientes de partidos políticos, deseo que también esgrimen otros políticos y sectores diversos del país.
Sin embargo, resulta difícil para no usar el término imposible, encontrar en un país tan politizado como el nuestro, a personas que no estén comprometida con un determinado partido o que tengan algún nivel de simpatía, con algunos de los que existen en el sistema. Pero eso tampoco puede ser un motivo determinante para descartar a nadie para ocupar una posición como presidente de la JCE o miembro de ese órgano.
Por todos lados aparecen personas con una trayectoria moral y profesional intachable, condiciones que los hacen merecedores para una posición como la señalada, pero el Senado debes actuar con mucha cautela y cuidado en su responsabilidad constitucional, y no dejarse confundir, porque una decisión en falso en un asunto tan apremiante como el que nos ocupa, generaría situaciones graves y crearía un futuro incierto en lo que tiene que ver con el mantenimiento de la democracia dominicana.
En consecuencia, tiene que evitar a toda costa llevar a la JCE a aspirantes que dicen ser apartidistas y, en el fondo, son connotados dirigentes encubiertos de los partidos políticos.
Tratar el tema como mucho cuidado, podría evitar errores fatales.