Muchas costumbres de la vida moderna, consideradas normales, pueden estar saboteando la salud de tu cerebro.

El bienestar cognitivo queda en entredicho por aspectos como la tecnología, las pautas de alimentación? y el ritmo de la propia vida, siendo las consecuencias poco deseables: pensamos de forma más densa y tenemos menos oportunidades de generar ideas originales.

Según un informe del Consejo Mundial sobre Salud Cerebral, el optimismo ayuda al bienestar cerebral, por lo que, resulta sencillo encajar las piezas que están desencadenando que tu mente se perciba cada vez más molesta.

Por ejemplo, la Universidad de Montreal publicó un estudio que relaciona la ingesta de grandes cantidades de grasas saturadas, con un efecto negativo en las funciones cerebrales que dañan los circuitos relacionados con la motivación?.

El sedentarismo

Ahora puede resultar sorprendente, pero durante los millones de años que el hombre habitó las sabanas africanas recorría una media de 30 kilómetros diarios. “Ha sido en los últimos siglos y, sobre todo, desde la época industrial, cuando empezamos a pasar horas sentados o de pie, pero quietos, ya que somos testigos de su impacto tanto a nivel físico, como mental y emocional”, comenta Sala.

La cuestión es que el sedentarismo cambia la estructura de ciertas neuronas, según indica un estudio dirigido por el psiquiatra estadounidense Nicholas Mischel. En concreto, la falta de actividad estaría vinculada con un declive mental.

“Se ha demostrado que hacer ejercicio regularmente tiene enormes beneficios para el cerebro. Mientras te mueves generas endorfinas, conocidas como analgésicos naturales, para que el esfuerzo sea más soportable. El resultado es un enorme bienestar físico y psicológico”, expone la experta.

El modo multitarea
¿Cuántas veces se utiliza el celular mientras, a la vez, hacemos cualquier otra cosa? Pero la multitarea no se controla. Llevar a cabo dos acciones a la vez no hace más que entorpecer la productividad?.

“La multitarea presenta unos costes. En inglés se llaman “switching costs”. Cada vez que empiezas a hacer una cosa, aunque sea solo por milisegundos, dejas de hacer otra y, cuando vuelves a la primera, se ha producido una pérdida. El cerebro necesita reconectarse de nuevo; tiene que retroceder un poco para volver donde lo había dejado”, comparte Sala.

Además, este tipo de comportamientos activan las hormonas del estrés, el cortisol y la adrenalina. Esto provoca una sobreestimulación del cerebro y como consecuencia, se hace difícil pensar con claridad.