Balanitis es el término médico que se usa para hacer referencia a la inflamación del glande (en un hombre) o, menos frecuente, el clítoris (en una mujer).

Si también se inflama el prepucio, se produce balanopostitis, aunque la balanitis se utiliza a menudo para referirse a ambos casos.

La balanitis es la inflamación del glande, que puede estar producida por muchas causas, desde una higiene deficiente hasta lesiones premalignas que evolucionan a un cáncer de pene.

 Conoce cómo detectarlo y controlarlo.

Síntomas y tipos de balanitis

Las erupciones son uno de los síntomas de la balanitis candidiásica

Los síntomas y signos de los pacientes que padecen balanitis –inflamación del glande– son similares en muchos casos, sin embargo, existen algunas particularidades en función de la causa que la produzca, que da lugar a que hablemos de diferentes tipos de balanitis:

Balanitis candidiásica

Se caracteriza por la aparición en el glande de una erupción enrojecida que se acompaña de dolor o picor. Las lesiones típicas son máculas y pápulas, algunas de las cuales pueden estar erosionadas.

Las máculas son manchas no sobreelevadas de pequeño tamaño (menos de un centímetro), mientras que las pápulas también presentan un tamaño reducido pero, por el contrario, sí son sobreelevadas.

El diagnóstico de la balanitis por Candida albicans suele ser clínico, es decir, se realiza mediante la exploración física sin que sean necesarias pruebas diagnósticas.

Sin embargo, en ocasiones pueden existir dudas. En estos casos, se recomienda realizar un examen con hidróxido potásico o un cultivo para comprobar el crecimiento del hongo en el laboratorio. Cuando un varón presenta candidiasis de forma repetida hay que descartar la existencia de diabetes mellitus.

Balanitis por bacterias

Puede deberse a dos tipos de gérmenes:

Balanitis por anaerobios (gérmenes que no utilizan oxígeno para realizar su metabolismo): producen supuración maloliente y edema del glande.

Balanitis por aerobios (gérmenes que utilizan oxígeno para realizar su metabolismo): los síntomas son muy variables dependiendo del agente causal, pudiendo producir desde un pequeño enrojecimiento del glande hasta la aparición de fisuras y edema en éste.

En ambos casos puede realizarse un cultivo o una tinción de Gram para conocer el germen causal.

Balanitis por herpes:

Causada por el virus herpes simple (VHS), principalmente el VHS-2, aunque la prevalencia de herpes genital por VHS-1 es cada vez mayor a causa de los cambios en las prácticas sexuales.

Los síntomas de este tipo de balanitis varían según se trate de una primoinfección, un primer episodio no primario o una recurrencia:

Primoinfección: la primoinfección o primer episodio primario es una infección que se observa en pacientes no expuestos al VHS, y produce síntomas más graves.

Tras un período de incubación que oscila entre 2-14 días, aparecen pápulas que evolucionan a vesículas, y éstas a úlceras dolorosas que pasan a costras. Tardan en curar unos 10 días, aunque depende de cada caso. Además se suele asociar a adenopatías inguinales dolorosas (inflamación de los ganglios).

Primer episodio no primario (primoinfección asintomática): el que haya existido una exposición previa al VHS hace que los síntomas sean menos intensos y duraderos. El área afectada es más limitada y el tiempo de curación es más rápido.

Infecciones recurrentes: dan sintomatología menos intensa que las dos formas anteriores. Las lesiones aparecen en el mismo sitio que en el primer episodio, pero con menor extensión.

El diagnóstico se suele realizar con la anamnesis (entrevista del médico al paciente) y la exploración física, aunque en los casos en los que existe ulceración de las lesiones es aconsejable realizar cultivo para herpes simple, además de serología (estudio que permite comprobar la existencia de anticuerpos en la sangre) para descartar una sífilis.

Liquen escleroso

Proceso inflamatorio de posible causa autoinmune. La lesión típica son placas blanquecinas en el glande que en ocasiones afectan también al prepucio.

Pueden existir vesículas hemorrágicas y, menos frecuentemente, ampollas y ulceraciones.

La afectación de la piel que produce el liquen escleroso puede producir un estrechamiento del prepucio, apareciendo así fimosis. Al igual que ocurre en la balanitis candidiásica, el liquen escleroso suele asociarse a diabetes mellitus.

Aunque la exploración física es muy importante para orientar el diagnóstico de liquen escleroso, la biopsia de las lesiones es la prueba que permite alcanzar el diagnóstico definitivo.

Balanitis circinada

Consiste en la aparición de lesiones blanco-grisáceas en el glande, con bordes blanquecinos bien definidos. Se trata de un proceso inflamatorio que puede asociarse a otras patologías como el síndrome de Reiter o artritis reactiva (enfermedad que se caracteriza por la afectación de las articulaciones, los ojos y la uretra).

Aunque en ocasiones se alcanza el diagnóstico únicamente con la exploración física, muchas veces puede realizarse una biopsia para confirmarlo. En estos pacientes se recomienda realizar un cribado de enfermedades de transmisión sexual.

Lesiones premalignas (eritroplasia de Queyrat y enfermedad de Bowen)

La importancia de diagnosticar estas lesiones reside en que tienen un riesgo bastante elevado de evolucionar hacia un cáncer invasivo (en torno al 30% la eritroplasia de Queyrat y un 20% la enfermedad de Bowen).

 En la eritroplasia de Queyrat las lesiones presentan una coloración rojiza, con aspecto aterciopelado y bordes bien delimitados.

Balanitis de Zoon

Más frecuente en varones de edad avanzada, no circuncidados y asociado a mala higiene. Consiste en la aparición en el glande de lesiones rojo-anaranjadas brillantes, con bordes bien delimitados y múltiples manchas puntiformes de color rojizo.

Pueden ser lesiones muy similares a la eritroplasia de Queyrat (lesión premaligna), por lo que es aconsejable realizar una biopsia para confirmar el diagnóstico.

Balanitis por irritantes (alérgicas)

La forma de presentación es muy variable, produciendo desde un ligero enrojecimiento del glande hasta gran inflamación e hinchazón de éste. Se asocia casi siempre a lavados frecuentes de los genitales, pero sólo en un pequeño porcentaje de los casos se averigua el agente causante de las lesiones.

En ocasiones puede ser útil la realización de un test de provocación para intentar descubrir la causa. En estos pacientes suele existir historia de atopia, es decir, son inmunológicamente hablando más sensibles que el resto de la población a padecer trastornos alérgicos como asma, eccema, dermatitis atópica o rinitis alérgica.