El 98% de los fondos marinos de California está cubierto de criaturas del mar muerto.

“Todo está bajo control”, “los niveles de radiactividad han disminuido”, “la planta es estable”… El gobierno japonés se esfuerza por aparentar normalidad, pero ¿es segura la zona?

Los medios aún no lo han difundido, pero lo que está sucediendo en el océano californiano es impactante.

La noticia fue lanzada por National Geographic: hasta marzo de 2012, solo el 1% de los fondos marinos del océano estaba compuesto por criaturas fallecidas. A partir de julio de este año hablamos en lugar del 98%. Es como si toda la zona se hubiera convertido en una especie de cementerio marino, repleto de cadáveres en descomposición.

El estudio, publicado en la revista Proceedings de la Academia Nacional de Ciencias, aún no ha mostrado ninguna correlación con Fukushima, pero no es difícil imaginar un vínculo estrecho entre los dos eventos, también porque en los últimos 24 años nada de eso ha ocurrido.

El área analizada es la estación M, ubicada 145 millas costa afuera entre las ciudades californianas de Santa Bárbara y Monterrey

“Durante los últimos cinco años, los niveles de radiactividad han disminuido significativamente y ahora podemos decir que la planta es estable”, declaro Akira Ono en 2016, superintendente de la central administrada por la compañía eléctrica Tepco, cuyos vértices serán juzgados bajo el cargo de homicidio culposo por negligencia profesional.

El proceso de descontaminación

Las tareas para limpiar la zona son titánicas. El gobierno ha asignado a la reconstrucción cerca de 26 billones de yenes (200 mil millones de euros) y tiene previsto completar la descontaminación de todas las áreas de riesgo para el año 2021. El procedimiento prevé tres procedimientos con la tierra contaminada: Removerla, sustituirla o lavarla con chorros de agua de alta presión. Estas técnicas reducirían las radiación presente aproximadamente un 70%, según la Agencia japonesa para la energía nuclear. No obstante, la fundadora de la asociación contra el nuclear 3A, Tokiko Noguchi (más conocida como las madres de Fukushima), está convencida de que “ellos quieren que pensemos que todo está resuelto, pero las sustancias peligrosas siguen ahí”.

Miles de bolsas de plástico llenas de tierra y restos radioactivos| EFE/Franck Robichon

Más de 19 millones de metros cúbicos de suelo contaminado han sido encerrados en grandes bolsas de plástico y almacenados en los campos de la zona. Más de 700 de estas bolsas, sin embargo, fueron barridas durante las inundaciones del año pasado y en algunos casos acabaron en ríos a más de 160 kilómetros de distancia.

«Ellos quieren que pensemos que todo está resuelto, pero las sustancias peligrosas siguen ahí”

Cuatro años después del tsunami que arrasó la costa nororiental de Japón y provocó el accidente nuclear de Fukushima, el peor desde Chernóbil, la radiación ya estaba llegando a las costas de Norteamérica, al otro lado del océano Pacífico. En concreto a las playas de un pequeño pueblo de Canadá, Ucluelet, donde ha aparecio restos de cesio 134 y 137.

Parece que los gobiernos y los medios de comunicación quieren que todos olvidemos Fukushima y el daño ambiental catastrófico que ha traído a nuestro planeta. Pero no podrán cubrir la verdad para siempre: la vida humana está estrechamente vinculada a la salud de los océanos y, en particular, al oxígeno que la vida marina crea y libera en nuestra atmósfera.

En San Francisco, 1000 personas alinearon sus cuerpos para escribir en la playa «FUKUSHIMA ESTÁ AQUÍ» y ser fotografiados desde el cielo