Terapia craneosacral
Colocando las manos en la cabeza del paciente, un experto en terapia craneosacral puede “leer” el impulso rítmico craneal, que transmite información sobre las dolencias que le achacan y da pistas para solucionarlo.
Escrito por Julián Martínez San Juan, Osteópata, quiromasajista deportivo y técnico superior deportivo
Terapia craneosacral e IRC
Las manos de un experto entrenado en terapia craneosacral pueden percibir los impulsos de los tejidos blandos para 'diagnosticar' diversas dolencias.
Terapia craneosacral e IRC
Indicaciones de la terapia craneosacral
Cómo es una sesión de terapia craneosacral
La terapia craneosacral es una técnica de fisioterapia utilizada habitualmente en problemas articulares, de migrañas, estrés o ansiedad, o de las vías respiratorias, aunque también tiene otras muchas aplicaciones. Básicamente podría decirse que un profesional en este técnica, a través de la colocación de sus manos sobre el cráneo del paciente, puede leer su impulso cerebral, que desvelará al especialista los males que subyacen en su organismo y los pasos a seguir para corregir sus dolencias.
El cuerpo humano es un libro abierto, y todo lo que le afecta y le consterna está escrito en él, lo único que hace falta es saber leer su idioma para comprenderlo. Todo este ser humano como conjunto transmite su esencia por impulsos, a través de las estructuras internas hasta la médula espinal, que las canaliza hasta la cabeza, y es la que nos transmite la información que necesitamos para conocer el estado de un cuerpo.
Para conoce un poco más qué es esto del pulso cerebral y su lectura, que puede sonar de primeras poco creíble, vayamos a la explicación más científica y práctica de esta interesante terapia de sanación y conozcamos sus orígenes.
Origen de la terapia craneosacral
La terapia craneosacral es una técnica que comenzó a estudiarse a principios del siglo XX. El Dr. William G. Shuterland abordó el complejo entramado de los huesos craneales con el propósito de investigar su comportamiento y movilidad.
Durante dos décadas realizó multitud de experimentos y pruebas hasta desarrollar un sistema basado en la palpación con el que podía examinar y tratar dolencias a través de los huesos del cráneo.
Posteriormente, en 1970, el cirujano Jhon E. Upledger durante una operación de cuello observó un movimiento rítmico en el tejido membranoso. Tras una labor de investigación, sobre un tema del que apenas existía documentación previa, llegó a la conclusión de que ese pulso provenía de la duramadre espinal.
Combinó así sus descubrimientos con los datos obtenidos por su antecesor en este campo, el Dr. Shuterland; corrigiendo y modificando algunos de sus protocolos, impartió seminarios en los que mostraba algunas técnicas de evaluación y tratamiento de patologías a través de la terapia craneosacral. En 1975 y al frente de un amplio equipo de médicos, biofísicos y anatomistas, pudo demostrar científicamente el funcionamiento de esta terapia.
¿Qué es la terapia craneosacral y cómo funciona?
Para entender esta técnica, es necesario comprender antes una función orgánica desconocida por la mayoría de las personas: el Impulso Rítmico Craneal (IRC).
El encéfalo (cerebro, cerebelo, bulbo raquídeo, y todo el conjunto de estructuras que alberga el cráneo) está envuelto por una fina capa, a modo de bolsa, llamada duramadre. Esta piel se extiende por el interior de la columna, forrando la médula espinal, hasta llegar al hueso sacro, donde acaba en la cola de caballo o lugar donde se bifurcan las terminaciones nerviosas.
Dentro de esta bolsa, dentro de este canal, circula el líquido cefalorraquídeo (LCR). Este líquido, que es renovado constantemente, se origina en los plexos coroideos del encéfalo y se elimina por las paredes de la duramadre.
Para este proceso, el LCR es bombeado rítmicamente a través de cambios de presión, similares a los de una bomba hidráulica, creando movimientos de contracción y expansión, originando así una especie de respiración, un pulso. La sutileza del IRC no debe ser confundido con el pulso cardiaco ni con el movimiento propio de la respiración.
El IRC como origen del todo
Una vez demostrada la existencia del Impulso Rítmico Craneal (IRC), comenzó a engendrarse la corriente de la terapia craneosacral. A grandes rasgos, un cuerpo humano está compuesto por esqueleto, músculos y órganos.
Tanto los músculos como los órganos se hayan envueltos en una fina bolsita membranosa, como si estuvieran recubiertos por una especie de film transparente, lo que se conoce como fascia.
Por lo tanto, si eliminamos los tres componentes básicos –huesos, músculos y órganos–, nos quedaría un humano compuesto por bolsitas de film transparente. Estas fascias que recubren todo el cuerpo están en contacto unas con otras, y por lo tanto la modificación de una es trasmitida a la adyacente, y así sucesivamente.
Con esta premisa, la teoría del sistema craneosacral es que el IRC se propaga ya no solo por la duramadre, sino por todo el entramado de fascias, y que la carga de información del IRC es recíproca.
¿Esto qué quiere decir?
Pues básicamente que todo lo que le ocurra al organismo repercutirá en la señal del IRC, y que a través de esta señal puedes solucionar problemas en el resto del organismo.
Los defensores de la terapia craneosacral aseguran que unas manos entrenadas son capaces de notar el sutil latido del IRC e interpretar y descodificar la información que encierra.
De esta forma pueden sentir, con la simple imposición de manos en la cabeza de un paciente, una contractura en el músculo dorsal o llegar incluso a descubrir una anomalía gástrica. Pero no solamente son percibidas las alteraciones meramente físicas, la terapia craneosacral va todavía más lejos y percibe también alteraciones psíquicas.
Por lo tanto, todo, absolutamente todo lo que le ocurre a un ser humano, ya sea de origen físico o psicológico, queda registrado en el IRC, y puede ser analizado y sanado a través de la colocación y manipulación de las manos expertas sobre el cráneo del paciente.
Se podría decir que el IRC es el canal, el conducto, por el cual el experto diagnostica un problema y a su vez manda la información precisa para solucionarlo.